Salvador Sostres el 06 jun, 2020 Mi querido Juan Carlos Girauta. Es así como hace casi 20 años que me gusta y me enorgullece referirme a él. Mi muy querido Juan Carlos, mi amigo, mi hermano. Es una de las personas más inteligentes, brillantes y buenas que jamás he conocido. Si en el mundo hubiera el doble de Juan Carlos y la mitad de todo lo demás, sería un lugar mucho más decente y agradable. A veces hemos pensado lo mismo y a otras no. Cuando yo era independentista nunca fue un impedimento para que fuéramos amigos, muy amigos, y me defendió con todo ante los ataques de muchos de sus compañeros de viaje; y no he escuchado de él la menor queja o reproche por mis insistentes desprecios, y no poco crueles, a Albert Rivera y en general a Ciudadanos. No le quiero “a pesar” de lo que piensa, ni al revés. Precisamente le quiero porque piensa, por su audacia, por su valentía, por su altura intelectual y por su bondad. El amor no puede ser sectario. La generosidad es la característica y la lección de Juan Carlos. El vigor con que defiende aquello en lo que cree me parece el indispensable de los que quieran llamarse a sí mismos hombres libres. No conozco a ningún enemigo de Juan Carlos que pueda competir con él en lo político, en lo culto ni en lo tierno. Los que hemos tenido el privilegio de quemar una parte de nuestras vidas en su compañía sabemos que es difícil estar a su altura. Los que conocemos su intimidad sabemos que su amor es infinito y que es el indómito soldado que permanece aún cuando la batalla está perdida. Yo no soy quien para contar los detalles, pero si los que le atacan los conocieran palidecerían de admiración y de esperanza. Insultar a Juan Carlos no es ni siquiera injusto, es inútil. Nacho Catalá me escribe: “España necesita de sus ideas, de su visión y de su valentía”. Y es verdad. Necesitamos a Juan Carlos. A veces se enfada y yo le entiendo, “porque cuando el fascismo llegue a América se llamará antifascismo”; a veces es hiperbólico y yo también, porque “el sentido trágico de la vida española sólo puede darse con una estética sistemáticamente deformada”. Su decepción es la mía y cualquier deformación es escasa para poder reflejar el tremendo destino de estar gobernados por Pedro Sánchez, Podemos, Ada Colau y Quim Torra. En la cloaca de Twitter las ratas se multiplican, y yo no digo nada en Twitter pero me parece bien que Juan Carlos se revuelva contra los roedores y use su lenguaje y su violencia para ponerles ante el espejo de su infinita miseria. Un millón de tuiteros cobardes y gritones -siempre escondidos en el anonimato- no hacen ni medio Juan Carlos. Él es más duro que cualquier linchamiento, sus artículos son de los mejores de la prensa española y ser su amigo es una banda de honor, un inmerecido gran premio, lo que le explico a mi hija cuando hago resumen de mi vida. Podéis decirle lo que queráis pero ya os he dicho que es inútil. No va ni a enterarse. Él sólo lee mis artículos. Otros temas Comentarios Salvador Sostres el 06 jun, 2020