La niña ha heredado mi gusto por las piscinas. Hay un juego que se inventó y consiste en que los dos nadamos desde una punta y nos encontramos bajo el agua, y cuando chocan las dos cabezas emergemos juntos.
Veo cómo mi hija se desenvuelve buceando y lo hace con tal naturalidad que parece su medio natural, y lo fue, y yo creo que guarda una memoria muy presente de la bolsa y por eso se siente tan bien y nunca quiere salir del agua. Maria amniótica, Maria de regreso al vientre de su madre, como si nos fuera todavÃa permitido entrar y salir de nuestra primera casa. Maria lÃquida, MarÃa fundamental. Maria creciendo y anudándose, de su primera seguridad al mundo que le aguarda.
Juego con mi niña en el agua y ella parece estar todavÃa más cómoda que yo, como si sus dÃas muy recientes del vientre de mi esposa le mantuvieran el instinto más afilado. Yo ya no regreso nunca al vientre de mi madre, aunque tal vez quiera decir algo que las piscinas me gusten tanto.
Veo a Maria feliz en la piscina. Feliz de una felicidad al margen, como si estuviera segura de que nadie podrÃa perturbarla. Yo serÃa tan feliz como ella si pudiera creer que siempre voy a poder mantenerla a salvo. Pero hace tiempo que partà de mis seguridades lÃquidas, umbilicales. Y es un bello pánico el honor abismo de ser tu padre.
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