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Blogs French 75 por Salvador Sostres

La cruz de Jordi

Salvador Sostres el

Mònica Terribas ha sido condecorada con la Creu de Sant Jordi de la Generalitat de Cataluña y Jordi Basté, líder de las mañanas radiofónicas catalanas, aún no la ha recibido. Terribas ha vivido sólo de los medios públicos y cuando se ha tenido que ganar la vida en la privada ha fracasado. En ambos estamentos, sus audiencias han sido siempre discretas, por no decir lamentables. Hasta de su último trabajo en la radio pública de la Generalitat tuvieron que echarla porque no la escuchaba nadie y no justificaba el oneroso sueldo que cobraba.

El problema del independentismo no son las horas que los niños estudian en español, o el español, para desasnarse. El problema es lo que el independentismo hace con el catalán. El problema del independentismo es que nunca ha buscado la calidad sino que le den la razón. Jordi Basté es el líder de las mañanas radiofónicas. Jordi Basté lidera la primera radio privada en Cataluña que ha sido capaz de derrotar a Catalunya Ràdio. RAC1 es la radio en catalán más escuchada de todos los tiempos, y la radio que más independentistas jamás han escuchado. Y ni esto les basta, porque le consideran un traidor.

Conozco y quiero a Basté desde hace muchos años. Tantos años que no podría explicar mi vida sin él ni sin su amor. Pero no es por nuestra amistad por lo que le valoro. Por nuestra amistad le quiero, le amo, le adoro. Le valoro porque él es, junto a José María García, el periodista más decisivo de la radio española. Si García se inventó hablar de fútbol como si fuera política, y fundó un género que todos los demás copiaron -y el primero, José Ramón de la Morena-, Basté se inventó hablar de la política como si fuera fútbol y fundó igualmente una escuela, y hoy todos le copian, tanto en Cataluña como en el resto de España. Y tanto en la radio como en la televisión. El éxito de Antonio García Ferreras depende claramente de Basté. El éxito de Jordi Évole, también. Da lo mismo la afinidad política que cada cual sienta con cada uno de los mencionados periodistas. Lo que importa es el género, el modelo. Lo que importa es la aportación profesional, creativa, y Basté es un grande entre los grandes, una figura indiscutible, el genio que hace que las cosas pasen. Sin él, la historia de la radio sería distinta. Sin él, nuestra historia sería distinta. Como sin Johan Cruyff, como sin Pedrojota, como sin Ferran Adrià.

Que la Generalitat no le haya reconocido con su galardón por antonomasia explica el sectarismo que nos destruye. Explica la miseria moral que arrasa al pueblo catalán y que no depende del Gobierno, ni del franquismo ni de lo que los independentistas llaman, con odio, y sin saber que hablan de sí mismos, “España”. Mònica Terribas es una fanática, histérica y vulgar; una gritona sin ningún talento, sin ninguna gracia, una pobre mujer a la que sólo su militancia independentista la ha mantenido en el circuito, costándonos a todos mucho más dinero del beneficio que ha aportado. Como Pilar Rahola ha cobrado muy caro en nombre de una causa a la que ha servido de un modo muy barato.

Saber español no es un problema, es una higiene. No es una traición, es un privilegio. El drama es el catalán que la Generalitat ha patrocinado, una literatura cutre y sectaria, y a unos escritores, tertulianos y líderes mediáticos de vergüenza ajena. La culpa nunca es de los demás, la culpa no es ni siquiera de Mónica Terribas. Ha tenido más agallas el conde de Godó manteniendo a Jordi Basté en su radio, porque su programa merece la pena y gana dinero, pese a todas las contradicciones que su línea editorial pueda generarle, que este independentismo oficial tan raquítico, tan mezquino, tan ruin en todas sus modalidades y sus propósitos, que no sólo no premia el talento sino que es incapaz de identificarlo.

Tú les preguntas -y esto te lo digo completamente en serio- a todos los presidentes de la Generalitat de la democracia, incluido a Jordi Pujol, y ni uno sólo te sabría decir por qué Jordi Basté es importante, ni en qué se parece a García. Todos ellos -con las excepciones de Maragall y Montilla- habrían querido tener a Terribas de periodista de cabecera, y hasta de consejera de Cultura. El independentismo ha sido, sobre todo, una forma de mal gusto. Mònica Terribas es una ordinaria convertida en mito periodístico porque les da la razón, porque les prende la hoguera, porque ella en todo su ser -y cuando digo todo su ser quiero decir exactamente todo su ser- es la viva expresión de la impotencia, de la rabia y de la tristeza a la que este movimiento se ha condenado por su propia torpeza.

Mañana Basté volverá a ser el líder de cada mañana y los que le desprecian y le llaman traidor vivirán un poco más alejados de la realidad, hasta que estén tan lejos que ya no importe.

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