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El rey de Marruecos

Salvador Sostres el

El primer viaje de cualquier presidente serio de España tiene que ser a Marruecos. No para discutir, negociar o pactar sino para comprar al sátrapa, tirano de su rey y que nos controle el flujo de desesperados que su funesto reino genera. Para que nos controle, en definitiva, la frontera. Si te gusta o no te gusta el Mohamed de turno, es tu problema. Tus opiniones sobre el Frente Polisario, también. Piensa lo que quieras, pero cállate.

Hay que dar por descontado que el rey de Marruecos es un miserable y entender que la única posibilidad de España es comprarlo. Comprarlo. Al precio que sea y con el asco que te dé, comprarlo.

Pedro Sánchez empezó haciendo el tonto con el barco Aquarius y ha acabado haciendo el ridículo, y poniendo en riesgo la vida de nuestros soldados, por hacer seguidismo del analfabeto de Pablo Iglesias, con razón retirado de la política. Igualmente lamentable ha resultado esta ministra de Exteriores que si alcanzara ser ni quie sólo fuera la mitad de una mujer decente, dimitiría en este mismo instante.

El ministro Marlaska, recordándonos los tiempos en que fue juez, ha hecho su trabajo y advirtió cuando tocó y acertadamente al Presidente de las nefastas consecuencias que tendría establecer complicidades con los amigos equivocados.

Deploro todo lo que Marruecos es y representa. Sus reyes me parecen una vergüenza para la monarquía y para cualquier idea de la libertad. Son contrarios a los intereses de la Humanidad. Pero deploro aún más el poder que tiene de devastarnos mirando hacia otro lado: ni siquiera necesita atacarnos. Y por lo tanto, es evidente lo que tenemos que hacer.

Sólo existe una solución: que Pedro Sánchez se disculpe, en público o en privado, con el rey de Marruecos, y obligue a dimitir a su lamentable ministra de Exteriores, que no sólo ha demostrado ser una inepta, sin ningún sentido de la realidad, sino que prefiere encaramarse a sus dogmas que rebajarse a defender la vida de decenas y miles de españoles.

Otro desastre socialista, otra crisis para España. Lo de Marruecos nos sobra drama para haberlo entendido hace muchos años y para siempre, sin que sean necesarios estos deplorables espectáculos de incompetencia, impotencia y poesía barata. El rey de Marruecos es el primer principio de realidad para entender qué significa el lugar en el mundo de España, o lo que es lo mismo, de qué nos tenemos que defender.

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