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Blogs French 75 por Salvador Sostres

El Madoff catalán (Leído En @HerreraEnCOPE)

Salvador Sostres el

Se habla estos días de Antonio Mas, que ha confesado a la Policía ser el autor de una estafa piramidal por valor de 200 millones de euros. Le llaman el Madoff catalán. El señor Mas prometía rentabilidades del quince y del veinte por ciento y muchos ricos le dieron su dinero, que Antonio hacía ver que invertía con toda clase de documentación falsa y la verdad es que se lo quedaba para gastarlo en lo que le parecía.

Lo primero que tengo que decir es que parte de este dinero se lo gastó en mí, en un almuerzo memorable el verano pasado en Cambrils. En estos tiempos en los que resulta que al que cae en desgracia no lo conoce nadie, quiero expresamente decir que yo conocí a Antonio Mas y que fue un excelente anfitrión.

Lo segundo que tengo que decir es que quien cree en rentabilidades del quince y del veinte por ciento merece ser estafado, por imbécil. Se ve que a algunos rusos les llegó a prometer un 60%. ¡Un 60%! ¡Cómo añoro la Guerra Fría, cuando para engañar a los rusos necesitábamos toda la película y a veces hasta perdíamos! Son mucho más imbéciles los que le dieron su dinero a Antonio Mas que lo que él pueda tener de estafador, y forma parte del espectáculo de nuestros días que haya espabilados que quieran hacer negocio con nuestra letal mezcla de avaricia y candidez. Hasta donde yo sé, la avaricia es un pecado capital y aunque la estupidez no lo es, nadie puede pretender que ser un cretino no tenga consecuencias.

Antonio Mas no es peor que las personas a las que estafó en tanto que la mayor parte de sus damnificados le dieron dinero negro, por lo que no se encuentran en demasiada disposición de llamarle ladrón a nadie. Prueba de ello es que ninguno de sus inversores le ha denunciado y ha sido él quien ha confesado porque teme por su vida.

No le podemos pedir al sistema que nos proteja de nuestros propios vicios ni reclamar justicia cuando vamos de listos. Hay algo de redentor en la enredada de Antonio y ninguna categoría en los tontolabas que se tragaron el timo. Antes de indignarnos con nuestro espejo, tendríamos que avergonzarnos de nosotros mismos.

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