El calor es la temperatura del atraso. El calor es como Pilar Rahola. Tal como el independentismo no conseguirá nunca nada, inspirado por este chachismo de rotonda y polígono, uno al que le guste el calor andará siempre con la derrota incorporada, y su vida será una siniestra premonición de lo funesto.
El calor es lo más maleducado que existe, no tener aire acondicionado es no tener modales, y tenerlo apagado es de una maldad solamente comparable a la del conde Ugolino. El calor es una grosería, la degradación de la Humanidad, las peores noticias, el hartazgo de estar vivo. Seca toda esperanza y la alegría.
Vendrá octubre, vendrá noviembre. Es en lo que ahora pienso para que agosto no me resulte tan humillante. Vendrá el frío, los cielos grises que son los más elegantes, las noches de febrero en las que en la calle no hay nadie; y esa paciencia, y esa sensibilidad, y esa dulzura entre nosotros y el espacio que ocupamos.
En noviembre Pilar Rahola también existe, pero todo nos lo recuerda un poco menos.
El calor es la temperatura más brutal y aciaga, tener veranos largos es como tener menstruaciones largas, y dolorosas, y nos mantiene anclados al tercermundismo y a todo lo oscuro y selvático que hay en el mundo.
Dios nació con el invierno y lo mataron en primavera, justo cuando el calor llegaba. No es casualidad. Nada es casualidad. Somos los de la Navidad contra los de la chancla.
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