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Blogs French 75 por Salvador Sostres

Despacito

Salvador Sostres el

Mi cura cuando nos casó me dijo algo sobre la paz, sobre la paz verdadera, tan hermoso como contrario al pacifismo. “La paz es lucharlo todo, haberlo perdido todo y decir entonces un Padrenuestro muy despacito”. Era el año 2008. En 2011 nació Maria. Ahora para mí vivir es mantener pese a todo a mi familia unida. Sería injusto ante el gran sufrimiento del mundo decir que yo “lo he perdido todo”, pero he aprendido a decir cada Padrenuestro muy despacito, sobre todo cuando perdonamos a nuestros deudores.

Hay una idea que en los últimos meses ha ido creciendo en mí, y es que pese a todo mi mujer es mi mujer, y la madre de mi hija: y por lo tanto mi responsabilidad, y todo lo demás viene después y a mucha distancia. No es que antes no lo supiera, pero se me ha hecho muy presente con la lentitud del Padrenuestro.

No es que lo haya perdido todo pero mis líneas de seguridad han sido asaltadas. Puede que para otros no sea tan grave y piensen que estoy haciendo un drama. Me abrumó de pequeño la separación de mis padres y ahora que soy padre y que querría ahorrarle a mi hija este espanto, tengo la sensación de estar manteniendo unido el hilo que aún nos cose con mis propias manos. Muy despacito el Padrenuestro. “Hágase tu voluntad”. ¿Qué otra voluntad tiene Dios que la de las familias unidas?

He sido siempre bastante consciente de mis limitaciones, de mis defectos, de lo que hago francamente mal y creo que esto es lo único que me ha salvado de mi vida en el alambre. No el talento, no el amor, no la esperanza. El último punto de equilibrio, el que te salva si es que llega a salvarte, siempre te lo da algo que se parece mucho a la cobardía pero que es todo lo contrario porque hay que ser muy valiente para asumir tu debilidad, tu mediocridad y que has de temer, porque no eres inmortal. Tengo muy claro -y no es una manera de hablar, ni un modo de decirlo- lo que hice mal, tal vez más claro que mi mujer, pero también que lo luché todo, aunque fuera contra mis defectos, todo lo luché, y que seguramente por ello la derrota vino con una posibilidad de redención, “así en la Tierra como en el Cielo”.

No le aconsejo a nadie la derrota, ni perderlo todo aunque sólo sea metafóricamente, como de alguna manera me ha sucedido a mí, ni pienso que el dolor cura, ni que sufrir sea necesario para comprender. Pero muy despacito el Padrenuestro, cuando te sientes hundido, disparado, abatido, resuena de un modo más profundo, más liberador, más íntimo, como si realmente conversaras con Dios en aquel instante preciso, y notaras su afecto, su sonrisa, su latido, su mano en tu mejilla y que otra vez y aunque sea para salvarte sólo a ti vuelve a mandarte a su Hijo.

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