De qué clase somos

Me preguntas como apesadumbrado de qué clase social somos y si no habremos vivido engañados los últimos treinta años, creyéndonos quién sabe qué lores cuando en realidad no somos más que piojos enamorados. Nada, nada. No te preocupes por estas cosas. ¿A quién se le ocurre? Es que con tu tono tan decaído hasta me habías asustado. Querido amigo, nosotros no somos nada. Ni clase alta, ni media, ni baja. Somos unos que nos hemos encontrado y que sabemos exprimir cada euro mejor que nadie. A veces porque somos unos jetas, que lo somos; otras porque se nos da bien hacer el pillo, y casi siempre porque somos unos genios en lo nuestro, y unos genios boyantes y sobrados. Y hacemos el fantasma, y somos trileros, y somos generosos, y somos unos bestias y somos de todas partes y no somos de ninguna; reímos por todo y lloramos por nada, somos unos exagerados, hacemos dramones de mamma italiana y después nos reímos hasta de los muertos. Somos cariñosos y crueles, invitamos a todo pero damos poco para los pobres, nos molesta que un taxi cueste 8 euros pero unos pantalones a 400 suelen parecernos baratos. Somos unos egocéntricos y nos desvivimos por los demás, nos hacemos los conservadores y los de orden, y lo asaltamos todo como piratas al abordaje. Hoy una factura te ha sentado mal, porque no la esperabas, y mañana el doble de precio te hará mear de la risa. No te preocupes por estas cosas. Afila el talento, elige bien a los amigos, recuerda que somos cíclicos y que sin mucho motivo nos toma la alegría o la tristeza sin saber por qué ni poderlo adivinar. A veces yo me miro haciendo lo mío y pienso en lo que se esforzó mi abuela, y en lo que le espera a mi hija, y me doy asco. Otras veces pienso en mí y en mi abuela y en mi hija, y lo que creo es que soy el primer genio de la familia, el que por fin ha entendido de qué va el mundo y de qué está hecha la vida. Descansa largo esta noche. Dúchate antes de acostarse. Que las angélicas bajo la lluvia te acompañen. Mañana cenamos, bebemos, reímos; y cantamos si nos dejan un reservado. Nosotros, querido amigo, no somos nada pero tenemos acceso a todo. Ni lores ni piojos, somos lo constante en lo maravilloso.