Salvador Sostres el 07 dic, 2015 En Cataluña tenemos a un opinador político, insigne palmero de Artur Mas, que tiene un llamativo defecto físico en la boca. Unos meses atrás se hizo la permanente en el flequillo, que le quedó como un pegote de ensaimada cayéndole por la frente, supongo que con la esperanza de que la gente se fijara en su pelo y no en su portentoso defecto. La verdad es que no ha logrado disimular nada y el pobre hombre no tiene ya un defecto, sino dos. España tiene lógicamente más de un defecto. Como país, como Estado y como unidad de destino en lo occidental. También tiene defectos el centro derecha mayoritario y moderado. Ni somos perfectos ni podríamos serlo. Podemos esforzarnos, podemos crecer en la adversidad y concretar en nuestras vidas, cada día más depuradas, nuestro deseo de mundo mejor. Pero tenemos defectos, tenemos limitaciones, y hay que aprender a vivir con ellos; y a administrarlos con dignidad. De nada servirá que nos volvamos locos haciéndonos la permanente con partidos pegote, con sus charlatanes y sus ungüentos milagreros para que nos crezca el pelo. Podemos mejorar, podemos y debemos exigirnos más, pero si hacemos saltar por los aires la fundamental estabilidad política en nombre de la regeneración y de la transparencia, en lugar de solucionar un problema, tendremos dos problemas, y tres, y cuatro, como le ha pasado al opinador bocatorcida que tenemos en Cataluña, y al propio Mas con sus insensatas huidas hacia adelante, que le han llevado al borde del abismo. Cuanto más surrealismo político, más ineficacia. Cuanta menos estabilidad, más caos, más improvisación y menos agilidad. Cuanto más poder tengan los partidos emergentes, más circo asegurado, y menos rigor, y más intentos de estos chicos nuevod de resultar originales y sorprendentes, y menos gobierno serio y útil, aunque previsible y aburrido. Tenemos problemas. Es cierto. Solucionémoslos, en lugar de volvernos locas y tunearnos lo que nos quede de pelo. Otros temas Comentarios Salvador Sostres el 07 dic, 2015