Salvador Sostres el 19 jul, 2017 La tentación de rendirse ante la corrección política es comprensible en gente sin demasiado talento y en los periódicos que viven de explotar su miedo. A fin de cuentas necesitamos a la masa, porque alguien tiene que obedecer y hacer de suelo mullido, de relleno para la gran almohada en la que cada noche la Humanidad reposa su cabeza para poderse dormir tranquila. En el otro lado de la balanza el presidente Trump está usando su superior capacidad para rescatarnos de las cárceles de la comodidad con que cada generación quiere recrear la fantasía de que es posible vivir sin riesgo, sin precio, sin la muerte aunque no signifique lo contrario de la vida. Es así como entre errores y reajustes avanzamos contra la tiniebla. La aversión al actual líder del mundo libre no tiene que ver con la paz o con el machismo ni por supuesto con Rusia. Lo más pacifista de los últimos tiempos ha sido conseguir el alto el fuego en Siria, decirle a la esposa de Macron que está en muy buena forma no es más que una inocente cortesía y la estupidez de la injerencia rusa en la carrera presidencial ha resultado ser otra de tantas demócratas mentiras. Lo que os molesta de Trump es que en su espejo vuestra pedantería del triste parece perdedora y ridícula. Lo que os irrita de Trump es que os ganara en las urnas pero sobre todo en la formulación de un mundo mejor que vosotros por mediocridad -y por una terrible falta de dignidad personal que habéis convertido en odio contra cualquier discrepancia- no os habíais atrevido ni a soñar. Trump os destroza porque os pone ante lo que sois y palidece vuestro ejército de excusas. La popularidad del presidente es hoy superior a cuando ganó las elecciones y ya ha anunciado que volverá a presentarse. Podéis insultarnos, lincharnos y hasta provocarnos momentos de angustia pero cuando pasen los años y llegue la despedida os iréis habiendo sido no más que unos pobres quejicas que nunca pudieron parar el mundo. Otros temas Comentarios Salvador Sostres el 19 jul, 2017