Salvador Sostres el 12 jul, 2017 El presidente de Francia Emmanuel Macron ha dicho que la culpa del yihadismo la tenemos nosotros por haber provocado el cambio climático con nuestro sistema productivo. Y que para que un señor del Chad deje de asesinarnos lo que tenemos que hacer es proteger el medio ambiente y devolverle todo lo que le hemos robado. Macron es un payaso. Tal como lo fue también Obama y su inconsistencia nos dejó en herencia una desoladora montaña de cadáveres. Hasta ahora habíamos oído que el terrorismo era culpa de la pobreza, de los Estados Unidos, de Israel, de la Iglesia y de sus Cruzadas de hace más de siete siglos. Lo del cambio climático es nuevo. Es la nueva tontería que cada nuevo tonto suele aportar a la estupidez colectiva. Estamos ante el fin de trayecto del buenismo como demolición de una era. Ayer David Gistau me preguntaba qué tenía que ver este caos con el multiculturalismo. Es evidente que Europa ha dejado de reconocerse en su historia, en su espiritualidad y en sus valores para extraviarse en el laicismo, en la dejadez intelectual, en la falsa tolerancia que se basa en la renuncia y en este nuevo orden mundial que fomenta el desarraigo y la destrucción de cualquier vínculo: y el primero de todos, el de la familia, porque quiere al individuo expuesto en su soledad y en su indefensión para poderlo tratar como una mercancía. La culpa del terrorismo no la tiene la pobreza, ni los Estados Unidos, ni el cambio climático ni nosotros con nuestra fe y nuestras vidas. La culpa del terrorismo la tiene los asesinos y los asesinos que hoy nos matan son islamistas, están patrocinados por el mundo o submundo islámico, nos matan en nombre de Alá, cuentan con la alucinante comprensión de nuestro establishment bienpensante y lo que odian de nosotros es la libertad, que junto con el amor es el gran don de Dios. Ellos ponen la dinamita y nosotros el multiculturalismo: nunca antes la muerte lo tuvo tan fácil. Otros temas Comentarios Salvador Sostres el 12 jul, 2017