Salvador Sostres el 04 mar, 2017 Los 400.000 euros que presuntamente se llevó José Ángel Fernández Villa de su sindicato es lo menos que los sindicalistas han defraudado, engañado y robado a los trabajadores a los que dicen defender. Este atraco es una ilustración a toda página y en color de lo que los sindicatos han hecho toda la vida con los obreros, aprovechándose de su ignorancia y de su buena fe. La confrontación con el patrón, el odio a la empresa, los salarios fijos sin tener en cuenta el beneficio o la productividad, los llamados derechos adquiridos o conquistas sociales, los horarios inflexibles, los convenios colectivos que dan cobijo al holgazán y perjudican al empleado eficaz y honrado; y por supuesto las huelgas y los liberados sindicales son formas de desangrar lentamente a los trabajadores con consecuencias mucho más onerosas y dramáticas que un desfalco de 400.000 euros. Todos estos conceptos, filosóficamente funestos y que resultan el más destructivo atentado contra la prosperidad, han perjudicado de un modo extraordinario a las empresas españolas, a su competitividad y por lo tanto a su capacidad para crear riqueza y puestos de trabajo. Contratar hoy en España es un deporte de riesgo: entre las mencionadas exigencias y los jueces sindicalistas que hallan cualquier despido improcedente, es más barato tener un hijo y pagarle una universidad americana que contratar a un camarero o a una peluquera. Sería un pacto fenomenal para nuestros empresarios y para nuestros trabajadores -todos dependemos del mismo cuidado, sí, y no la absurda lucha de clases de la que todavía quieres vivir- que el líder sindical de cada sector se llevara crudos 400.000 euros si a a cambio se disolvieran y permitieran que de una vez la economía española se basara en el mercado sin injerencias gubernamentales, en el imprescindible compromiso de los trabajadores con su empresa, en el deseo de mundo mejor concretado en la calidad de tu trabajo, y en la libertad, por encima de todo la libertad, naturalmente ligada a la responsabilidad y a sus consecuencias. Pero no sólo os han reventado la caja sino que os empeñáis en seguir creyendo que es la zorra quien pone los huevos en vuestro corral. Otros temas Comentarios Salvador Sostres el 04 mar, 2017