Salvador Sostres el 11 oct, 2016 Primero fueron los ejércitos y luego las escuelas. Primero fueron los soldados y luego los médicos. Primero fueron las metralletas y luego los bares abiertos. Primero fue la guerra y luego la paz. Primero fue la conquista y luego la libertad. Cada país es lo que es gracias a su ejército, y La Civilización existe y somos libres gracias a los ejércitos de los Estados Unidos y de Israel. Nadie quiere la guerra, ni morir ni matar. Pero ser pacifista es un acto de ingratitud y una vulgaridad. Sólo se ama verdaderamente cuando estás dispuesto a matar para defenderlo. Esto lo sabemos los padres y lo saben los ejércitos. Las más bellas y tiernas ideas no tendrían ninguna viabilidad, ni ninguna consistencia, si el último garante de nuestra vida y de nuestra convivencia no fuera nuestro ejército, la OTAN, el ejército americano y el Mossad. Pacifistas y antimilitaristas pueden decir sus tonterías porque tener la bomba atómica nos permite vivir surcando las aguas de la bahía de la tranquilidad. Yo ni les pido que dejen parlotear, pero pienso que de vez en cuando no estaría mal que dieran las gracias a quien les permite vivir con tanta comodidad. Primero fue alguien que dio la vida por ti, y alguien que usó toda su fuerza para defender este trozo de tierra y que pudieras vivir en paz. A mí tampoco me gustan las guerras, pero mi hija y yo somos deudores de cada gota de sangre que valientes soldados han derramado para defender nuestro amor y nuestra cotidianidad. Mañana desfilarán con vosotros nuestra gratitud y nuestra carísima y muy bien defendida felicidad. Otros temas Comentarios Salvador Sostres el 11 oct, 2016