Terrible matanza el fin de semana en un club gay de los Estados Unidos. Nuestras oraciones lógicamente están con los familiares de las víctimas.
La matanza fue reivindicada por el Estado Islámico, que no es la primera vez que asesina a homosexuales por el hecho de serlo.
En cambio yo no veo ni oigo manifestaciones ni grandes discursos alertando del peligro del islamismo; ni tengo noticia alguna de lesbianas o transexulales entrando desnudos en las mezquitas; ni he tenido el gusto, de momento, de leer sesudos artículos de la intelectualidad izquierdosa y feminista condenando no sólo el brutal ataque, sino la doctrina que lo inspira.
¿Es cinismo o es cobardía?
¿Cuántos gays tendrán que ser asesinados para que los homosexuales entiendan que su enemiga no es la Iglesia?
¿Cuántas mujeres tendrán que ser lapidadas o usadas como esclavas para que la izquierda y las feministas dejen de ser tan cobardes y tan cínicas de atacar a los católicos en lugar de dar la cara por la libertad y por la vida denunciando el islamismo?
Siempre fue más fácil insultar a la Cruz que cargarla. Y con los verdaderos asesinos de la Historia es tradicional que la izquierda mire hacia otra parte, desde Paracuellos hasta Stalin, pasando por el Estado Islámico.
Podéis insultarnos, escupirnos, y hasta volver a crucificarnos. Podéis preferir vuestro narcisismo estéril que afrontar la verdad, y nosotros somos los de la Cruz y siempre vamos a perdonaros.
Pero os están masacrando por el otro lado y odiarnos no os va a salvar.
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