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Blogs French 75 por Salvador Sostres

No tenemos que curarnos

Salvador Sostres el

He abandonado a mi terapeuta porque quería dejarme sin traumas. Uno a uno me los iba desenredando, y mis contradicciones, y alumbraba mis zonas oscuras y todo lo podía ver. También por su culpa me estaba quedando sin enemigos, sin dolor, sin obsesiones y casi adormecido mi letal instinto autodestructivo. Liso, liso como un idiota, le dejo dos sesiones más y hasta me habría dejado sin misterio, sin angustia, sin la buena relación que tengo con mi muerte, sin discutir con mi mujer, sin llamarla aún mi mujer, sin Dios.

Y me habría tenido que dedicar a colgar fotos en Instagram, a abrir una peluquería o a escribir libros de autoayuda. Un hombre sin nudos es una oca, aunque algunos foies tengan hilos. Sin herida ni pecado original, un hombre sin Dios es carne amontonada.

Todo lo importante lo hacemos desde la grieta dolorida, desde lo que no está en su sitio, desde las fuerzas contrapuestas que luchan en nuestro interior a veces paralizándonos, a veces causándonod fiebre pero alimentando siempre el recuerdo de la semejanza a la que fuimos creados para que sepamos transformarlo en esperanza, en suelo mullido para que la Humanidad rebote en su caída y pueda volver a alzarse “porque un momento será su ira, pero su favor dura toda la vida”.

Si nuestro amor creador es el de un Padre que nos entregó a su Hijo para salvarnos, si la libertad que fundó nuestra era fue la de cargar la Cruz y todos los sentimientos están resumidos en el Calvario, vivir no puede ser evitar el conflicto sino más bien enfrentarlo, ni tapar la herida sino crecer en ella hasta volverla la luz de cada día.

He visto lo que hacen las terapeutas, la falsa espiritualidad sin Dios de las clases de yoga o los apologetas de la energía y de los demás elementos de la naturelza, en otro deplorable intento por sustituir a la Verdad por pócimas milagreras. Charlatanas de todo, dejan al hombre atontado, alejado de su condición y de sú única ansia cierta, que es borrar las huellas del pecado original.

No necesitamos curarnos sino salvarnos. Y salvarnos sin renunciar a nuestra Humanidad, y salvarnos sumergiéndonos en ella, cargando con cada dolor, con cada nervio tensado, con lo impuro hasta convertirlo en ruego, en plegaria, en esperanza. No necesitamos alisarnos sino proyectar la rugosidsd que es la misma geografía del corazón Dios, y del camino estrecho nadie nos pidió que retiráramos las piedras sino que supiéramos qué hacer con ellas.

No somos un coche que necesita ser reparado. No somos un ramo de rosas de regalo al que le arrancan las espinas para que nadie se haga daño. Somos hijos de Dios, sus espejos imperfectos, pero espejos de su alma, con una vida que no es un derecho sino un deber, con una vida que no es un regalo sino una misión; y el talento nace de lo contradictorio, y la belleza de la locura, y la pureza de la enfermedad, y lo que nos eleva de tantas y tantas caídas de las que ya creíamos que no nos volveríamos a levantar.

No necesitamos ser curados ni tratados como niños atontados que no comprenden lo sustancial y se duermen con cuentos que no van sobre nada, con cuentos que no contienen deseo de mundo mejor ni su metáfora. No necesitamos terapeutas ni otros sucedáneos. Yo también me doy miedo algunas veces y me siento perdido y solo y con más angustia de la que pienso que podré soportar. Pero no es mi opinión, ni siquiera mi opción la vida, y con todo lo que soy escribo y amo y odio y vuelvo a escribir y a equivocarme y a pedir perdón y a ser tu padre. Y me abrigan lo mismo mis virtudes que mis fantasmas, y a todos los convoco, y con todos te amo, te desespero y te hago reír, y con todos me perdonas, me necesitas y volvemos a empezar, siempre otra vez, y otra más.

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