En la última semana más de un millón de personas han tenido que huir de Ucrania. El refugio tiene con frecuencia rostro femenino. Afortunadamente una ola de solidaridad con el pueblo ucraniano recorre Europa, pero son muchos más los países sumidos en contextos de conflicto y son 1.200 millones personas las que sufren sus devastadoras consecuencias. Malditas guerras.
Nicole Ndongala llegó a España hace décadas huyendo de la República Democrática del Congo. Ha sido testigo directo de la crueldad y la injusticia de la guerra. “Hay cicatrices en la vida que no se curan”. Hoy dirige Karibu, – que le dio apoyo cuando llegó a Madrid – asociación dedicada a la ayuda humanitaria y la integración de los inmigrantes y los refugiados más desprotegidos del África subsahariana.
“Hoy 8 de marzo es un día para recordar con fuerza a todas las mujeres que han perdido la vida por causa de guerra, enfrentamiento y violencia. Hay muchas mujeres refugiadas que abandonan sus países en busca de un futuro mejor y sobre todo en busca de la paz. Yo creo que se tiene que garantizar la seguridad de todas estas personas, que accedan a la protección internacional que merecen”, explica Nicole. Hay que aplicar este derecho sin hacer diferencias. “Una persona refugiada es una persona refugiada, sin importar su raza, su nacionalidad, su etnia o su religión. Los derechos humanos son universales y deben de primar sobre todo lo demás”.
“Emprender el viaje supone que se ha marcado una hoja de ruta en la que la persona es consciente de que no será un camino ni sencillo ni fácil. Pero yo creo que la esperanza, la fortaleza, la perseverancia y la resiliencia que caracterizan a la mujer africana son una brújula que siempre nos guía para no perder el norte”. Y para Nicole, cuando falta – con demasiada frecuencia – el apoyo institucional que necesitan, “nos aferramos a esta brújula que nos sostiene”.
Destaca la importancia de crear una estructura que garantice y proteja los derechos humanos de todas las personas – en especial las mujeres – que huyen de sus países, sin discriminación. “Cualquier desplazamiento forzado merece tener una acogida digna. Las personas desplazadas necesitan vías legales que les permitan llegar a lugares seguros, dónde por fin puedan desarrollarse como personas”. Apela al deber de los políticos de diseñar políticas migratorias que contemplen los ODS. “La agenda 2030 recoge estos derechos que deben plasmarse en normas y leyes. Ya es hora de pasar a la acción, de dar cobijo a esas mujeres que dejan sus países en busca de un futuro mejor para ellas y sus familias”.
Hay que hablar de la participación real de las mujeres refugiadas y migrantes en España. “Son muchos los logros del colectivo de las mujeres negras, afrodescendientes y africanas aquí. Su participación en la sociedad actual es brutal. Creo que las mujeres cuando huyen de sus países buscan un futuro mejor y vienen a dar lo mejor de sí mismas”. Por ello, reivindica que “en los países de acogida se entienda que la dignidad de las personas es más fuerte que el miedo”.
Hace un llamamiento a los dirigentes “para que fomenten el cumplimiento pleno de la declaración de los derechos humanos que implica dejar a un lado la discriminación racial e institucional y la de genero, por supuesto. Hasta que no alcancemos la igualdad en este mundo, las mujeres – lo tenemos claro – no nos vamos a quedar como meras observadoras mientras sigan las injusticias. Con determinación vamos a luchar por nuestros derechos y para conseguir la transformación necesaria: lo que queremos las mujeres es una igualdad real”.
Rocío Gayarre
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