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Blogs framework por Ignacio Gil y Rocio Gayarre

Sólo necesitamos que nos den una oportunidad

Augustin Prince (Camerún)

Sólo necesitamos que nos den una oportunidad
Ignacio Gil el

Decía Kapuscinski en Ébano que toda África se halla en constante movimiento. “Unos huyen de la guerra, otros de la sequía y los de más allá del hambre. Huyen, deambulan, se extravían”. Y en esa huida, muchos caen en las redes de tráfico de personas.

Augustin cumple hoy cuatro años desde su llegada a España, un 28 de octubre, en una patera que rescató la Cruz Roja. “Realmente en la travesía del Mediterráneo llegué a pensar que íbamos a morir”. Pero en realidad Prince lleva años ya conviviendo con la muerte, la soledad y la vulnerabilidad. Su testimonio es un clamor contra las mafias que trafican impunemente con personas y a la vez, un canto a la esperanza.

A su padre a penas le recuerda, era militar y perdió la vida en el combate. “Vivía con mi madre y con mi abuela. Mi vida en el pueblo era sencilla, con mis hermanos y otros chicos del barrio salíamos a pescar”. Dejó la escuela pronto para ayudar en casa. Su madre se volvió a casar y se marcharon a su nuevo hogar donde fue recibido con hostilidad.

Augustin enfermó. En el hospital no dieron con las causas. “Por indicación del propio médico, mi madre me llevó a un curandero pero era en una zona del país sumida en conflicto armado”. Solo tenía 15 años entonces. Unos rebeldes entraron donde se estaban hospedando, asaltando sexualmente a su madre. Al intentar defenderla le agredieron provocándole una enorme corte en la muñeca. Desorientado y aterrado salió a la calle donde se vio arrastrado por un torbellino humano que le empujaba hacía ninguna parte. Había cruzado la frontera con Nigeria. No fue consciente en ningún momento que estaba iniciando un viaje donde iba a ser presa fácil de las mafias. Solo, herido, sin documentación ni dinero, se había convertido en un “menor no acompañado”, un MENA.

“Se que otros viajan para para cumplir su sueño de prosperidad, pero yo siempre pensé que para eso, había que prepararse primero, elegir destino después, tener claro lo que se quería y hacia donde se iba y coger un avión”. Pero se vio atrapado y sin posibilidad de retorno. Durante los años que duró su viaje, no supo si su madre había sobrevivido o había muerto. De la noche a la mañana su vida dio un vuelco desafortunado, era un sinpapeles y se hallaba en el inicio de una de las rutas que atraviesan el continente africano. “La paradoja del camino es que para avanzar hay que pagar, pero las personas que estamos allí no tenemos nada”.

Una y otra vez, Prince se tuvo que poner en manos de las mafias para cruzar cada tramo del camino. Una vez llegaba a destino, malvivía unos meses teniendo que mendigar o incluso robar para conseguir el dinero suficiente para pagar el siguiente tramo del macabro viaje.

Las fronteras se iban sucediendo: Níger, Argelia, Malí y Marruecos. “El viaje es durísimo y en el caso de las mujeres es devastador. Se pasa hambre y miedo. No confías en nadie porque ves lo peor de las personas: Su avaricia, su egoísmo y su crueldad. En el desierto vi morir a mi compañero. Estas vivencias traumáticas no las procesamos, porque no hay tiempo para el duelo, ni para curar las heridas. Sobrevives para lograr alcanzar otra etapa y otra y así sucesivamente”. Hay cosas que ha vivido que puede contar pero que hay otras que se ahogan en sus silencios.

¡Boza, boza! Escuchó al llegar a Tarifa, el grito que todo migrante conoce – significa victoria, libertad y el logro de haber llegado – marcó una nueva etapa en su vida. Augustin está agradecido por la acogida que ha tenido en España, primero con el apoyo de la Fundación Raíces y después y especialmente con CEAR, aunque ha tenido que luchar mucho por sus derechos y también aquí ha sufrido discriminación. “Solo necesitamos que nos den una oportunidad”. A él se la han dado. Ha aprendido cocina y tuvo su primer empleo trabajando en un restaurante familiar en Madrigal de la Vera. Y sigue entre fogones. Durante todo el viaje se preguntaba “¿Por qué a mí?” con impotencia y miedo. “Es verdad que todo lo que me ha pasado me ha hecho fuerte, pero lo importante es no dejar que el camino y todo lo malo que hay en él te cambien. Soy el mismo Augustin que salió con 15 años”. Muy pronto verá la luz un nuevo proyecto que le ha supuesto un enorme esfuerzo: un libro en el que cuenta su historia. “Lo quiero contar porque otros muchos no han tenido la misma suerte”. Por fin he encontrado lo que buscaba y nunca encontró en el camino: la paz. Ahora sí, ¡Boza!

Rocío Gayarre

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