El tiempo que hemos pasado confinados ha traído consigo nuevos hábitos de consumo. Hemos visto como la importancia de Internet en nuestras vidas ha crecido exponencialmente. Ante la falta de un gimnasio y el mono de ejercicio físico, no han sido pocas las personas que se han lanzado a la compra online de unas pesas y a seguir alguna de las mil y una rutinas que se proponían en redes sociales, con opciones de lo más variado. Aunque para la mayoría esto ha sido algo circunstancial, no faltan las personas que dentro de la «fiebre App» consideran que sus necesidades están cubiertas siguiendo en casa lo que les dicta una guía concreta. Aunque los productos a distancia, ya sea vía app, vía web o directos, cada vez están más cuidados y eliminan muchas barreras, no hay nada que pueda sustituir al contacto físico con un buen entrenador o entrenadora y te contamos por qué:
Lo más evidente y primitivo. Somos animales sociales
Hasta las personas con mayor gusto por permanecer aisladas, tras estos meses de confinamiento, han concluido que una cosa es hacer algo por elección personal, y otra bien distinta es no tener otra opción. La comunicación a través de pantallas elimina de raíz una parte de lo que nos hace seres humanos, al menos los seres humanos que han llegado al siglo XXI. El teletrabajo se añoraba como el remedio para todos nuestros males. Ahora son mayoría los que agradecen volver a tener contacto físico con sus compañeros. Hablamos de una necesidad casi evolutiva, que se ancla en alguna parte de nuestro ADN. Seguir los pasos de un manual, o lo que te dice una app y un pulsómetro con GPS, son recursos que indudablemente tienen un valor y nos facilitan la vida, pero no pueden ser sustitutivos completos del «cara a cara». Un contacto personal da mucha más información a un entrenador que la que puede recibir cuando vuelcas unos datos en la aplicación o en la página web de turno.
Correcciones técnicas
Dentro de las herramientas didácticas que tiene un entrenador es la del contacto físico. No me refiero a un abrazo de ánimo, hablo de correcciones técnicas o ayudas a mejorar tu propiocepción tocando una parte del cuerpo. No es nada raro que una indicación directa, sea la que sea (aprieta abdomen, activa escápulas, saca pecho…), no se consiga llevar a cabo por el simple hecho de que todos tenemos partes del cuerpo con mayor o menor control. Sentir el contacto de la palma de la mano o incluso de un par de dedos, en la zona donde se produce el movimiento incorrecto o donde no está pasando nada y sí que debería pasar, es muy útil para corregir algunos errores que pueden enquistarse.
Aprovecho en este punto para hacer una anotación, dado que no todo el mundo entrena bajo las mismas condiciones. Las personas invidentes que practican deporte, necesitan el contacto físico. Tocan a sus preparadores para identificar una posición correcta y también necesitan, aunque no en todos los casos y tampoco siempre, que determinadas correcciones se hagan utilizando el contacto.
No somos máquinas
Hace poco hablábamos en el blog del RPE o la percepción subjetiva del esfuerzo. Seguir una programación concreta de ejercicios es fantástico, pero todos tenemos un día en el que no hemos dormido o que ha sido especialmente duro en el trabajo. Una app no lo va identificar, te entregará lo que te toca según el plan. Los buenos entrenadores, con el tiempo, solo con verte entrar por la puerta intuyen lo que vas a ser capaz de dar y, en función a ello y haciéndote un par de preguntas, pueden aplicar sobre la marcha correcciones en el volumen de trabajo que te van a poner, ya sea para bajarlo o para subirlo. Igual llegas con un nivel de estrés personal, que lo último que quieres es que te toque «día de abdomen y estiramiento», lo que necesitas es saltar como un chinche y dar puñetazos a un saco de boxeo. Estos ajustes tácticos y totalmente personales, muchas veces son los que marcan la diferencia entre la adherencia al deporte o el abandonarlo tras dos o tres meses intentándolo.
La evidencia “científica”
Digo esto con cierta ironía. No sé si existen estudios al respecto, hoy en día hay estudios para todo, pero si seguir manuales o planificaciones online fuera la panacea de la preparación deportiva, ¿Por qué los atletas profesionales se trasladan a centros de alto rendimiento? ¿Por qué tienen no uno, sino varios preparadores cuando hablamos de la élite? Evidentemente solo una minoría es profesional o atleta de élite, no tenemos ni el tiempo ni los recursos económicos para permitirnos algo así y un programa online puede ayudarnos mucho, pero deberías tener unas cuantas sesiones presenciales repartidas a lo largo del mes o del año, en función a tus circunstancias personales.
Por supuesto el ejercicio físico bueno es el que se hace, no el que se piensa hacer. Si estás siguiendo un programa a distancia y te va bien, olvídate de todo esto. Pero si vas arrastrando algunas dudas, notas molestias al hacer algún ejercicio, que te estancas o se te hace tan aburrido que sabes que así no seguirás mucho tiempo… no lo dudes, es hora de que tengas una sentada cara a cara con tu entrenador o entrenadora. La personalización marca muchas diferencias, no es raro que programas online tengan, con un pequeño sobrecoste, una revisión individualizada para hacer ajustes a medida, incluyendo entrevistas con tu preparador. Entre una cosa y otra, tengámoslo claro, no hay color. Que la fuerza te acompañe.
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