El desfile de Victoria’s Secret está más visto que el tebeo, aun así con una frecuencia que seguro está programada, nos vuelven con la matraca de que su cancelación se debía a las nuevas sensibilidades y la búsqueda de una belleza mucho más real etc. Etc. Etc. Cosas del marketing. Para volver a aparecer en medios de todo el mundo van soltando detalles tales como hacernos saber que los pobres ‘ángeles’ llegan con un 18% de grasa corporal y que no comen ni beben las doce horas antes del desfile. Cada vez que lo pienso doy alaridos apenado por semejante maltrato. La foto que encabeza este artículo corresponde a un campeonato de culturismo cualquiera, no sé cuánto tiempo llevan sin beber. Su dieta durante varias semanas para alcanzar ese porcentaje de grasa corporal es algo absolutamente demoledor, además de bastante insano. A estas mujeres les une con las de Victoria’s Secret el subirse a una pasarela para que las miren, en ambos casos se las juzga por su cuerpo, aunque la mejor culturista de la historia no habrá ganado en toda su carrera lo que Adriana Lima gana con una sesión de fotos en una mañana. Me sonroja comparar la dureza de la vida de cualquier atleta de élite con la de una modelo, pero la cuestión no es esta. Es todo un circo.
Al ángel de nuestra amiga Victoria se le pone a parir porque es muy bella, a la culturista porque es un monstruo machuno, pero no sabemos si detrás hay una persona maravillosa o una malnacida. Algunas se convierten en empresarias de éxito al finalizar sus vidas profesionales que, conviene recordar, acaban cuando todavía muchas otras personas viven en casas de sus padres y están empezando a trabajar. Quizás eso nos puede indicar que tontas no son. Pero sobre todo y ante todo, en ambos casos están haciendo lo que les da la gana y en eso que han elegido están destacando, brillando, porque lo hacen bien y en la mayoría de los casos con pasión. Y por eso las admiro. Personalmente admiraré siempre mucho más a la deportista, porque amo el deporte y lo sigo mucho más que al mundo de la moda, pero ambas son personas y son cuerpos reales porque existen gracias a un esfuerzo. También es un cuerpo real el que se trabaja a base de palmeras de chocolate y pizzas. Entonces ¿Qué nos están vendiendo?
Ahora se llevan las modelos curvys, creo que se dice así esa tontería. Ojo, la chica puede ser curvy, pero tiene una cara un pelo y un cutis que no he visto en ningún vagón de metro del mundo. Ah, pero alguien ha decidido que esa belleza es real. Y tú vas y te lo comes con patatas. Encima te conviertes en abanderado o abanderada de la causa. La realidad no es la de Cristiano quitando las botellas de Coca-Cola y diciendo ‘agua’, la realidad es que si en cualquier centro comercial montas un tenderete y regalas a todo el que llegue dos botellines de Coca-Cola, hay que llamar a la policía por el tumulto que se formaría para llevarse semejante tesoro. Cristiano quita la Coca-Cola ¡Oh Cristiano que puro eres! Al día siguiente le veréis en un anuncio de Herbalife, tranquilos. Y tú vas y te lo comes con patatas. Un 18% de grasa corporal en mujeres no es anorexia, es el porcentaje de grasa corporal de una atleta, pero como te han vendido la basura de que las pesas te harán parecer un hombre, llegar a ese 18% de grasa corporal a base de restricción calórica es terrible y por supuesto responde a la tiranía de los estereotipos de la moda, y tú vas y te lo comes con patatas.
Nos hacen acomodarnos de tal manera en el estiércol que llega un momento en el que estamos bien calentitos y pensamos que es perfecto. Todos iguales, todos reales y normales, no sea que alguien destaque y se lleve lo que se gana de manera lícita. Yo no sé si alguien ve normalidad en la manera de jugar al tenis de Rafa Nadal, no sé, yo pondría a gente normal a jugar para no acomplejar a todos los que los fines de semana torpemente intentan imitar ese modelo inalcanzable. Pero es que hay que hacer lo mismo con todo. En los Juegos Olímpicos, gente normal. Porque me gustaría ver a gente normal subirse al potro, en lugar de maravillarnos viendo a Simone Biles es mucho mejor descojonarnos viendo a alguien dejarse los dientes, convertir los Juegos Olímpicos en humor amarillo porque oye, lo importante es ver a personas normales, torpeza real. Algo que yo pueda hacer.
Mientras se nos insertan ideas con las que culpar a lo ajeno de nuestros males, las y los hay que están dispuestos a pagar un precio por sobresalir y eso vale para cualquier ámbito de la vida. Ahora todos hablamos del ayuno intermitente porque es chachi, pero se llevan las manos a la cabeza porque una modelo no bebe ni come en doce horas. Malditos problemas del primer mundo, en muchos lugares de este planeta en el que vivimos no saben cuándo van a tener la siguiente comida, pero aquí no estamos a eso, le damos la vuelta al calcetín y lo aterrizamos como problemas de ‘estereotipos sexistas’. No existe una sola mujer deportista de élite en la tierra que lloriquee porque le hacen mantener una dieta estricta, pero claro las mujeres deportistas no son el problema porque a ellas sí que se les puede decir ‘es que son machunas’ y ahí no hay ningún prejuicio sexista y tú vas y te lo comes con patatas. Atacar a alguien por su físico es lo más sencillo del mundo, al flaco por flaco, al gordo por gordo, al alto por alto y al bajo por bajo. Y si no, encontrarás un grano que te parezca gracioso o un juanete desproporcionado. Meternos con el diferente parece que viene programado en nuestros genes, pero que no te confundan, un cuerpo sano es un cuerpo sano, los hay más bonitos y más feos, pero la salud por delante. Así que come bien, lleva una vida activa y cierra el paso a los supositorios con forma de ‘liberación de los estereotipos de la moda’ porque no va de eso. Nos quieren tomar el pelo a todos. Que la fuerza te acompañe.
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