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Blogs Que la fuerza te acompañe por Alfonso M. Arce

Cómo crear el hábito de hacer ejercicio a diario

Analizamos los pasos necesarios para convertir en rutina el ejercicio físico

Cómo crear el hábito de hacer ejercicio a diario
Alfonso M. Arce el

Un hábito es una respuesta más o menos automática que aparece ante un contexto muy concreto. Dicho de otra forma, un hábito es algo que hacemos repetidamente. En nuestro día a día tenemos multitud de hábitos, vamos y volvemos al trabajo por el mismo camino, nos ponemos el mismo desayuno cada día, nos lavamos los dientes con la misma mano, encendemos la radio nada más levantarnos… cada cual tiene los suyos. Su denominador común es que ni tienes que pensar en ellos.

El hecho de que un hábito sea automático se debe a que sería un desastre para nosotros el tener que estar pensando día tras día cada una de las acciones que realizamos. La automatización forma parte de la búsqueda de eficiencia de nuestro cerebro. Hasta aquí todo suena de maravilla, el problema es que no todos los hábitos son beneficiosos para nuestra salud. Necesitar un postre dulce al acabar de cenar, o fumar en la sobremesa no son precisamente automatizaciones convenientes. Por ejemplo, el hábito de tener en tu trabajo una mala posición, puede que te impida hacer algo después por el dolor de espalda que arrastras.

Sabiendo que hay hábitos buenos y malos, debes aprender no solo a crearlos, sino a cambiarlos. Tampoco tiene nada que ver lo que nos cuesta adquirir el hábito de madrugar para hacer ejercicio, a lo que nos cuesta habituarnos a ver un episodio de nuestra serie favorita antes de irnos a la cama. Y lo malo es que este último te hará más difícil conseguir el primero, que es el que queremos adquirir. Veamos qué nos puede ayudar a ello:

  • Identifica el hábito que quieres adquirir

Querer hacer ejercicio es algo demasiado impreciso, necesitas «aterrizar» esta intención en algo mucho más concreto para convertirlo en hábito. «Quiero hacer ejercicio» o «quiero cuidarme», nada tiene que ver con «quiero perder cinco kilos con las clases que hay en mi gimnasio de lunes a viernes antes de comer y saliendo los sábados por la mañana a montar en bici con mi amigo Roberto». Nos hemos ido de un extremo a otro, pero aquí hay una idea importante. Si tu intención es muy poco concreta, será más difícil adquirir el hábito. Conforme mejore tu nivel de forma física y tus objetivos sean más específicos, la identificación de los hábitos que necesitas adquirir será mucho más precisa. En este proceso de selección de hábitos es donde son fundamentales la figura de un entrenador, un nutricionista o alguien con mucha más experiencia que te acompañe en los primeros pasos. Ellos te harán preguntas que no imaginabas para intentar determinar cómo es tu estilo de vida y qué cosas hay que cambiar para adquirir otras.

En ocasiones un buen compañero de entrenamientos será tu mejor ayuda.

Ten en cuenta que algunos hábitos son mucho más conscientes que otros. Igual puedes dar detalles de lo que desayunas cada día, pero no puedes asegurar qué zapatilla te calzas primero. Un profesional o un buen colega de gimnasio pueden ayudarte a identificar cuestiones en las que nunca habías reparado o en las que no sabes poner el foco de atención. Sin ayuda externa también es posible, pero requiere más disciplina personal.  Si anotas lo que haces todos los días, al revisar tu semana, igual compruebas que los días en los que enciendes la tele al llegar a casa, dejas de salir a correr. Por este motivo, puedes concluir que si enciendes la tele, no haces ejercicio. Luego si quieres adquirir el hábito de salir un rato a hacer deporte, no debes nunca encender la tele. Este último hábito anulará al que quieres adquirir, y lo peor es que te sale casi de manera automática. Por ello el primer paso es ser conscientes tanto del objetivo como de lo que se interpone para conseguirlo.

  • Modifica o sustituye tus hábitos actuales

Una vez eres consciente de lo que quieres, es hora de modificar los hábitos que tienes para conseguir tu objetivo o incluso reemplazarlos por otros completamente diferentes. En ocasiones acabar con un hábito de raíz es complicado. Por ejemplo, algunos fumadores no pueden dejar de fumar de golpe y recurren a los cigarrillos electrónicos. Otras personas no pueden renunciar al dulce tras una comida, pero logran resistirse a la tarta con nata utilizando el dulzor de la fruta para quedarse satisfechos. Si sabes que una vez entras en casa, tu sillón va a abrazarte con fuerza, prueba a darte un par de vueltas a la manzana o a subir por las escaleras. Si cada vez que te duele la espalda en tu silla de la oficina en lugar de retorcerte con gesto de dolor, das un pequeño paseo por la planta o la estiras adecuadamente, estás modificando un hábito para crear uno nuevo.

  • Repite una y otra vez

Algunos dicen que se necesitan 21 días, otros expertos mencionan que puede llevar desde 18 a 254 días crear un hábito lo suficientemente fuerte para que se practique diariamente. Yo francamente considero bastante complicado decir si algo es cuestión de veinte, treinta o cien días. Si lo que te propones supone una auténtica voladura de tus costumbres, tus horarios y tu vida familiar… mejor déjalo, porque es imposible, da igual los días.

Intentar cumplir con un horario incompatible con tus compromisos personales, anula cualquier posibilidad de éxito.

Tus objetivos iniciales han de ser simples y directos. Por ejemplo, no decidas de golpe y porrazo un cambio radical en tu dieta. Igual es más consistente decir “ni una tarta más y se acabó comer con alcohol”. Tienes que repetir una y otra vez los nuevos hábitos para que modifiquen o sustituyan a los anteriores, y convertirlos en automáticos. Si sales a correr una y otra vez de madrugada, llegará un momento en el que casi ni seas consciente de lo que ocurre desde que sales de la cama hasta que estás corriendo en la calle. No hay que ponerse a pensar mucho para decidir ir al gimnasio y comer verdura. Simplemente se hace.

Por supuesto prioriza objetivos y marca lo que es más importante. Si tu punto débil es la dieta, debes actuar primero en ella antes que hacer más ejercicio. O al contrario. Cada vez que consigas que un hábito se automatice, estás dejando espacio libre para empezar a automatizar el siguiente y así ir modificando tu vida. Esto implica que ir de uno en uno, aunque parezca más lento, es el camino más rápido. A largo plazo, los nuevos hábitos abren puertas que jamás habrías pensado. Una persona puede empezar con un paseo y en unos años estar enganchado al senderismo y la alta montaña. Solo hace falta perseverancia y tiempo. Que la fuerza te acompañe.

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