Cualquier entrenador o entrenadora es perfectamente consciente de que hay malos profesionales en su sector, sin embargo ninguno admitiría que ese sea su caso. Los malos son siempre otros, pero es evidente que alguien se equivoca o no hace la más mínima autoevaluación. Cuando el cliente quiere elegir un buen entrenador, tendrá necesariamente que buscar opiniones de otras personas que han pasado por sus manos, también puede observar cómo son sus clases. Hay quien escoge en función al físico que tiene él o ella, si tiene un cuerpazo igual es porque su método es milagroso. Internet debería ser nuestra gran ayuda, pero nos encontraremos información que se ajusta a la realidad y también las mayores mentiras que uno pueda imaginar, entonces ¿cómo se puede valorar a nuestro entrenador? Supongo que lo más adecuado a la realidad sería la satisfacción de sus clientes. Siento decirlo, pero en el terreno del ejercicio físico eso es un arma de doble filo ¿Por qué?
¿Cuándo está un cliente satisfecho con su entrenador?
Personalmente creo que la respuesta solo debería ser una y es cuando haga mejorar su estado de forma y su salud. Pero esto no es así siempre, creo que hay muchísimas personas que con un entrenador (me resisto a utilizar el término ‘monitor’) buscan una figura que les diga qué hacen en el ratito que pasan en el gimnasio sin tener que pensarlo mucho, y aquí sí que hay dos grupos bien diferenciados: quienes quieren pasarlo bien y esperan obtener del ejercicio físico la misma diversión que podrían encontrar con irse a bailar a la discoteca, y quienes si no salen arrastrándose por la puerta completamente destruidos por la intensidad deducen que su entrenamiento no ha valido de nada. Sé que no todo el mundo es así, pero el gran consumo se configura alrededor de lo general, por mayorías. Y así nos va. Quiero discrepar con los entrenadores que piensan que el cliente tampoco tiene que saber por qué hacer un peso muerto es un ejercicio que implica a una cantidad tremenda de grupos musculares, o cuáles son los principios técnicos básicos de un movimiento concreto. No se trata de destruir personas exigiendo un trabajo descomunal ni tampoco de salir sonriendo absolutamente todos los días de un entrenamiento. Si voy a Disney World quiero volver pensando que las hadas existen, pero entrenando habrá días duros y exigentes, otros de recuperación, algunos de frustración, otros en los que dudas si te está mereciendo la pena el esfuerzo y de vez en cuando subidones de autoestima y satisfacción que son los que precisamente hacen sentir que merece la pena el sacrificio.
Es agotador ver a personas que entran en una clase o piden a un entrenador de sala que les ponga una ‘tabla’ y al explicar los ejercicios, series y repeticiones, o el peso a utilizar, responden ‘no no, eso es mucho’, o ‘es que ese ejercicio no me gusta’. Si no hay una formación general básica sobre ejercicio físico será mucho más fácil que rechacen una mancuerna o que piensen que un movimiento les puede hacer daño. Si estás pensando que es muy fácil decirlo, pero que tú tienes que comer y que pagar facturas y que lo importante es tener gente fidelizada y ‘ellos sabrán’, puede que esto sea pan para hoy y hambre para mañana ¿De qué estoy hablando? En el sector profesional del fitness como en tantas otras profesiones, dentro de las cuales también podríamos estar los medios de comunicación, el virus más extendido no es el del covid sino el de la mediocridad, permíteme que me explique.
Acomodarse a la demanda general, no necesariamente es bueno a futuro
Ahora mismo hay un consumo de información masivo casi de cualquier tema, pero prima la inmediatez, lo breve y lo gráfico. De hecho si has llegado hasta este punto del artículo eres un ser raro dentro de la generalidad, aquí llevo unas seiscientas palabras y casi seguro que dos tercios de los que empezaron a leer me habrán mandado al carajo, algunos incluso interesándoles lo que estoy diciendo. Es más fácil arrastrar una ventana tras otra en el móvil y si la foto te gusta le plantas un corazón y punto. En un medio de comunicación esto es dramático porque resulta muy frustrante descubrir que independientemente de lo sesudo que sea un tema y lo bien documentado que esté, no necesariamente está relacionado con el interés posterior del lector. Esa realidad abre el difícil debate de si debes ceñirte a lo que la gente demanda o, por el contrario, apuestas por la calidad a toda costa aunque eso suponga inmolarte porque tu consumidor es minoritario. Y hay un grave riesgo, porque la demanda más mayoritaria tiende a ser superflua. Volviendo a cuestiones de entrenamiento, lo que te van a pedir es una rutina full body que con siete minutos y casi sin esfuerzo consiga el cuerpo de Thor o el de una chica portada de la revista Womens Health y eso no existe, es mentira, no ocurre. Estoy convencido de que si eres un entrenador o entrenadora con unas inquietudes mínimas, sabrás de qué te estoy hablando ¿Cuántas veces has pasado por la frustración de tener que decidir entre dar a tus clientes lo que quieran y punto, o intentar que cojan un camino más difícil pero con mejores resultados?
Pan para hoy y hambre para mañana
Si nos dejamos llevar por lo que el público demanda sin más, hay muchos riesgos. Nosotros solo haríamos artículos de grandes mentiras sobre adelgazamiento y ganar masa muscular muy rápido con una rutina de tres minutos mientras conduces. Grandes montañas de estiércol que cualquiera puede lanzar a Internet. Si crees que tus bíceps o tus glúteos te van a mantener a salvo de esto, te equivocas. Porque si la gente se nutre de estupidez y falsos mitos y acaban creyéndoselo, nuestros amigos de Google, Amazon, Facebook o el que tú quieras, crearán una aplicación con la que tecnológicamente jamás podrás medirte, súper user friendly (sinónimo de ‘vuélvete un poco más agilipollad@ y pasa muchos más minutos arrastrando el dedito en mi App’) y con la que milagrosamente podrás tener resultados en tiempo récord con tan solo cinco minutos al día y, lo mejor de todo, al increíble precio de 2,99€ al mes, porque ellos pueden poner ese precio gracias a que a nivel global consiguen millones de clientes mientras el resto de los mortales están en la absurda batalla de ganar followers. Ellos se forrarán, tú tendrás que bajar la cuota de tu negocio o de tu hora de entrenamiento personal porque cada vez será más difícil hacer que el ciudadano medio entienda tu valor como profesional de la salud.
Debe ser un esfuerzo de todos elevar el nivel de exigencia y conocimiento de los clientes que acuden a un entrenador, ya sea a nivel personal o en una clase colectiva. Esto sería perfectamente aplicable a la nutrición y ya no quiero hablar de lo increíblemente positivo que resultaría trabajarlo a nivel educativo, desde el colegio. Sé que la mayoría no va por este camino. Deduzco que si has llegado hasta aquí tendrás una visión parecida de esta situación, si es así lo que nos queda por delante es una dura tarea de concienciación pública cuyos resultados se ven a muy largo plazo. Es agotador, así que solo puedo desearte que la fuerza te acompañe.
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