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Blogs Que la fuerza te acompañe por Alfonso M. Arce

Por qué la disciplina te llevará más lejos que la motivación

Si has decidido ponerte manos a la obra y dar un giro a tu estado de forma, la motivación inicial es un arma de doble filo

Por qué la disciplina te llevará más lejos que la motivación
Alfonso M. Arce el

Aunque parezca que ha pasado mucho tiempo, este nuevo año comenzó hace bien poco. Como es costumbre, el mes de enero es un pretexto para que muchas personas inicien un cambio de rumbo. El sector de los gimnasios es uno de los que puede dar fe de esta exaltación de los nuevos propósitos cuando ven la cantidad de altas que se producen en las primeras semanas del año. Todo el sector del fitness está impregnado de motivación, prima lo emocional en los mensajes publicitarios, todos hemos visto algún vídeo que nos ha puesto los pelos de punta con alguna arenga de esas que invitan a caminar por el sendero del estoicismo y hacernos fuertes mental y físicamente, dejar de ser gusanos y permitir que salga esa mariposa que llevamos dentro etc. Vamos, que dan ganas de dejar lo que sea que esté ocupando nuestra atención y hacer cien sentadillas colmadas de euforia. Encontrarnos emocionalmente motivados es sin duda un poderoso trampolín para iniciar un cambio en nuestras vidas, es esencial, pero la motivación por sí sola no es fiable a largo plazo, ahí es donde juega un importante papel la disciplina. Para alcanzar tus metas no puedes dejar todo en manos de tu motivación, sobre todo en lo que a ejercicio físico se refiere. Estas son algunas de las razones que hacen que esto sea así:

La motivación es muy inestable

Forma parte de su propia esencia, la motivación es siempre fugaz y depender de ella es frágil. Todos sabemos que hay días que no estamos motivados ni siquiera para movernos, por no motivarte puede que ni lo haga el tomar tu postre favorito o salir de casa con amigos. Aunque parezca extraño ocurre, y si estamos de acuerdo en que ocurre hasta con aquello que normalmente nos encanta ¿Cómo podemos creer que será distinto a la hora de ir a entrenar? Sin embargo, la disciplina es lo que marca la diferencia entre dejarnos llevar por esa falta de motivación o la constancia de seguir el plan que nos hemos marcado.

La disciplina te ayudará a construir hábitos

La adaptación a los cambios en nuestro estilo de vida exige un periodo de tiempo suficiente para que se asienten y conviertan en costumbre, en nuevo hábito. Para conseguir este objetivo la disciplina es insustituible, es la que hace posible crear una rutina diaria y que nuestros cerebros la asimilen como tal. La motivación, por lo expuesto en el punto anterior, no es buena compañera de viaje para ese objetivo.

Los fracasos o fallos minan la motivación

Por muy bien que lo hagamos, van a surgir obstáculos que nos lo pongan difícil. A veces son imponderables, puedes estar haciendo todo de maravilla y un día te tuerces el tobillo y tienes que parar durante quince días aparcando temporalmente todo lo que tanto te ha costado construir. Este tipo de problemas o frustraciones son las que más daño pueden ocasionar a tu motivación. Te va a resultar muy difícil seguir persiguiendo tus objetivos cuando pasas por un inconveniente de este tipo, pero también si sientes que no estás teniendo los resultados esperados, que tu plan no está funcionando. Si nos ceñimos a nuestros objetivos usando tácticas disciplinadas aseguramos fortalecer nuestra fuerza de voluntad contra los fracasos.

Si estás empezando, tu primer objetivo es asistir

La consistencia es la clave de todo, en un primer momento para construir un hábito, a largo plazo para conseguir los grandes objetivos que nos propongamos. El simple hecho de aparecer en el gimnasio, o donde quiera que entrenes, el día que te has marcado es ya un logro. Cumplir día tras día con el objetivo que te has marcado te recompensará más que las acciones impulsadas por la motivación.

La disciplina nos ayudará a vencer la procrastinación

Procastinar es un verbo de moda, si lo introduces en una conversación va a parecer que molas más, aunque realmente es un mal de nuestra sociedad. Hace referencia a esa manía de retrasar o aplazar todo. Tendemos a vivir en un mundo donde proyectamos todas nuestras metas y ambiciones para mañana, o mejor dicho, queremos todo para hoy pero retrasamos nuestras acciones para conseguirlo a mañana, o a dentro de un mes, o al próximo año… Depender demasiado de la motivación deja abierta de par en par la puerta para que aparezcan los momentos de procrastinación. Ser disciplinado asegura caminar hacia nuestras metas, con o sin motivación.

Un enfoque disciplinado de la vida hace que la suerte se ponga de tu lado. Hay un montón de rutinas disciplinadas que te pueden ayudar en tus objetivos: marcarte anotaciones y objetivos en un calendario, aparcar los móviles y otros dispositivos a determinadas horas del día, obligarte a cumplir unas mínimas horas de descanso, unas horas de ejercicio, eliminar determinados alimentos y bebidas salvo celebraciones muy especiales, obligarte a reposar y/o meditar cinco minutos en silencio… La fórmula del éxito es individual y cada persona tiene que saber en qué áreas de su vida necesita poner más rigor y menos dejarse llevar por la motivación. Es una fórmula sencilla pero que, como todo lo que merece la pena, cuesta algo de sacrificio. Así que ya lo sabes, disciplina, constancia y que la fuerza te acompañe.

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