Mientras un país como España parece que va saliendo de la crisis -o eso es lo que nos quieren hacer creer-, después de que los salarios valgan menos que antes de la entrada en crisis, provocada no se sabe muy bien por qué o quién. Ya que unos dicen que ha sido por el contagio de la globalización, otros que por haber vivido por encima de nuestras posibilidades, otros que por los bancos que ya no conceden créditos a diestro y siniestro y otros por el gran estallido de la burbuja inmobiliaria provocado por la especulación de un bien al que tiene derecho todo español -y ser humano- y que está escrito en nuestra Constitución, esa que ahora está dando de que hablar.
La crisis ha dejado muchos damnificados y enriquecido solo a unos pocos. Sobre todo, ha afectado a esas familias que pusieron toda su ilusión en tener un piso en propiedad en el que poder desarrollar su vida con tranquilidad (pero hipotecados de por vida). Ante esta situación hubo algunos “buitres” que vieron el filón y empezaron a construir de forma faraónica: ahí está la “ciudad” del “pocero” en Seseña (Toledo), conocida bien por todos y que hace unos años era totalmente una ciudad fantasma, con muy pocos inquilinos y miles de pisos esperando recibir a alguien que quiera estar bajo su techo.
Sobre esta base de crisis, el dibujante de cómics, ilustrador y grafista Luis Bustos (Madrid, 1973) ha creado una historia ficticia en los detalles, muy trepidante y muy real en el fondo llamada Puertadeluz (Astiberri). Partiendo desde la mudanza o deshaucio de una familia “tipo”, busca un sitio en el que sus hijos crezcan, pero que con el paso de los años todo se vuelve en su contra. En un entorno que ha sufrido la especulación inmobiliaria, los vecinos de Puertadeluz, una urbanización de las surgidas al amparo de la burbuja del ladrillo, procuran vivir el día a día con la falta de servicios, el desinterés del Gobierno central y el peligro creciente de las bandas criminales nómadas que asolan las carreteras. Es ahí donde vive Alicia, una adolescente de 14 años, junto con su hermano y su padre Antonio.
En la zona todo parece rutina y aburrido para los más pequeños y para los adultos, son todo preocupaciones, esperando que lleguen tiempos mejores. Bustos realiza un giro espectacular en una trama llena de fuerza, que atrapa al lector desde la primera viñeta sin que pueda soltar el libro hasta poder llegar a ver y leer la última palabra de la última viñeta, para poder encontrar el desenlace de una de las incursiones que realiza Alicia en la denominada “zona fantasma” de la ciudad. Una zona que no es sino una parte de la ciudad abandonada en mayor medida a causa de las obras no finalizadas. En ella descubrirá una misteriosa caja encaminada a desencadenar una espiral de sucesos que afectarán a la comunidad en general y a su familia muy en particular.
Desde la aparición de sicarios hasta nómadas violentos, que sitúan la historia en un contexto algo apocalíptico, al más puro estilo de Cormac McCarthy y su novela La carretera (galardonada con el Premio Pulitzer de 2007 en la categoría de ficción) en la que un padre y su hijo de corta edad luchan por la supervivencia en un mundo convertido en un páramo invernal en decadencia tras un cataclismo cuyo origen jamás es determinado. En Puertadeluz el cataclismo está totalmente identificado como esa especulación inmobiliaria que ya había mencionado antes. También ha sido ese abandono de las familias a su suerte en beneficio de bandidos que van de paso por la ciudad buscando hacer daño. No es tan apocalíptica como la obra de McCarthy, pero si tiene ese ambiente triste, invernal y deshumanizado de las gentes que en su mayoría busca su propio interés, salvo alguna excepción como el propio Antonio que intenta ayudar a la comunidad, en una ambiente en el que se respira una gran soledad.
Puertadeluz continúa con un estilo noir desarrollado por el propio Bustos para ¡Garcia! (Astiberri), otra gran obra en la que colaboró con Santiago García. Bustos consigue crear a la perfección ese ambiente que me atrevería a calificar de apocalíptico e incluso distópico, desde la utilización en toda la obra de un blanco y negro tramado, en dónde se aprecia un estilo realista, de los edificios abandonados, las estructuras derruidas o que se han quedado a medio construir y que sirven como un peligroso lugar para los juegos de los pocos jóvenes que se han quedado en la ciudad y por dónde circulan sus protagonistas.
En definitiva, Bustos hace honor con este “thriller” social y mafioso, a ser uno de los guionistas y artistas más destacados del cómic actual, ya que consigue acercarnos un género narrativo gráfico con un carácter épico, presentando hechos legendarios como la supervivencia de unos personajes ante la adversidad y combinándolo con una gráfica dramática que representa el conflicto de la vida de unos seres humanos desprovistos de futuro, bajo una narración gráfica vibrante y que no se anda con rodeos. Bustos va al grano, en la manera de contar una secuencia o una serie de acciones realizadas por esos personajes en Puertadeluz.
Pero ahí no queda todo, ya que la estructura del cómic, presenta un sentido en el que se distingue una situación inicial y una situación final, y los sucesos que le ocurren a los personajes es la causa de pasar de una situación a otra. A este esquema le corresponde la estructura planteamiento-nudo para llegar al desenlace en el que el resultado final queda algo más que abierto, generando en el lector la necesidad de saber más de Alicia y su hermano.
“Puertadeluz” // Luis Bustos // Astiberri // 2017 // 16 euros
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