Acaban de pasar unas navidades, que para todos han sido muy diferentes a cómo estábamos acostumbradas a disfrutarlas. Por unas circunstancias actuales que estamos viviendo motivo de una pandemia que está cambiando -en principio- las costumbres de algunos, ya que para otros parece que no y siguen realizando su vida como si nada, pero bueno, allá ellos y su conciencia social, si la tienen. Luego cambiarán hasta que no les toca vivir -a esas mismas personas que no respetan la coyuntura actual- lo que está ocurriendo y lo sufren ellos mismos en primera persona, ahí seguro que son capaces de ponerse en el lugar del otro y empezar a ver realmente lo que pasa. Como el personaje creado por Posy Simmonds (Inglaterra, 1945) llamado Cassandra Drake.
Simmonds es una caricaturista de reconocido prestigio y de gran trayectoria profesional en el periódico británico The Guardian, también es escritora e ilustradora de libros para niños y novelas gráficas. Cassandra Drake (Salamandra Graphic) es una novela gráfica que escoge las fechas entrañables de la navidad para relatar de forma original un momento en la vida de Cassandra Darke. Una antiheroína para disfrutar, una egoísta y solitaria marchante de arte que vive en una casa adosada de varios millones de libras en el acaudalado barrio de Chelsea en Londres. Dedicada solo a sus propias comodidades y completamente despreocupada por las opiniones de los demás, incluso cuando sus prácticas comerciales llegaron a ser dudosas cuando le salpicó el asunto de vender esculturas no originales, lo que la llevó a un juicio de gran expectación mediática.
Mujer voluminosa y de edad avanzada, no pasa desapercibida entre la multitud, por lo general se representa con un abrigo acolchado, una bufanda y un gorro polar, de mirada dura que solo se suaviza ligeramente por las gafas que lleva, lo que le da al personaje una presencia valiente y contundente, recordando a una mujer indomable y segura de sí misma. Simmonds logra así que Cassandra juegue como un personaje trepidante, misterioso y solitario con una ligera representación caricaturesca.
Cassandra es de carácter difícil y desprecia la caridad, da igual la fecha del año que sea, además de ser impaciente con los jóvenes. Aquí aparece Nicki, emparentada con ella, es una especie de «artista de protesta», todo lo contrario al mundo elitista y adinerado de Cassandra, que la acoge en su sótano a cambio de que trabaje para ella haciendo sus recados personales. Si bien la idea de Cassandra del arte valioso es la escultura británica de mediados del siglo XX, Nicki prefiere desafiar al patriarcado a través de performances que ella misma protagoniza.
Nicki pondrá la vida patas arriba de Cassandra, al inmiscuirla sin quererlo en un juego peligroso, por proporcionar -la propia Nicki- el número de teléfono de Cassandra a un hombre peligroso que había conocido en la despedida de soltera de su amiga. Esto da lugar a una especie de comedia intergeneracional y algo gánsteriana: enviándole fotos de su miembro sexual y amenazas de muerte todos los días al teléfono de Cassandra. Se convierte entonces, en una trama donde puede haber un asesinato algo sombrío, que recuerda a los programas de televisión de crímenes reales que Cassandra suele ver en la televisión.
La narración gráfica de Simmonds va más allá que a la mera trama de ajuste de cuentas y asesinatos. Las complejidades de la incomodidad de la clase media y los innumerables desafíos a su complacencia, han sido el valor comercial de Simmonds durante cuatro décadas, desde que sus caricaturas de la vida familiar comenzaron a publicarse en The Guardian, a fines de la década de 1970, su trabajo se ha convertido en una historia social única, tan divertida como reveladora.
Siguiendo con Cassandra, tiene pensamientos algo tristes: el alzheimer que destruyó a su exmarido o pensar en una salida fácil de las indignidades de la vejez a través de la hipotermia autoinducida, es decir, el suicidio. Posy Simmonds con Cassandra Darke cambia totalmente el estereotipo del personaje perturbador y perturbado, del corrupto o corruptor. Como dice la autora: «a las mujeres en los libros no se les permite ser unas corruptas». Pero aquí cambia todo. Es el fuerte de Simmonds, que la convierte en, me atrevería a decir, la mejor autora de novelas gráficas. Sus narraciones gráficas se revelan con una economía extraordinaria. Si bien Cassandra es una creación maravillosa. Un logro visual de libro, por su hábil composición de cada viñeta y puesta en página.
Cassandra Darke puede ser una obra sombría e invernal, pero es una forma irresistible, en la que Simmonds coloca la vida contemporánea en cada página. La autora británica es capaz de representar cada momento con su gran ojo para los detalles, también por su genio para la composición de cada escena, que son más fuertes que nunca, desde esa primera viñeta a toda página que representa un centro de Londres nevado hasta arriba de gente realizando sus comprar navideñas, hasta la sencillez que hace brillar una pastelería lujosa. El brillo de las celebraciones navideñas brindan un oasis de calidez y luz en una ciudad poco acogedora, cuando Cassandra pasea junto a las modernos bloques de oficinas. Los grises invernales pueden ser austeramente hermosos, por el carboncillo desenfocado del lápiz que imagina el interior rural de Londres, o el brumoso terraplén del Támesis, enmarcado por árboles desnudos y farolas ornamentadas. Un Londres que es prohibitivo, ya sea en barrios desfavorecidos donde el único destello de color es el de un prestamista, o en las calles residenciales desiertas de Chelsea, erizadas de rejas de seguridad. La paleta se oscurece a medida que avanza el libro, de modo que los únicos destellos de color en una doble página son las manos enguantadas y un grito de ayuda en amarillo. Así que, si te ha quedado nostalgia navideña, Cassandra Darke es una forma muy original y extraordinaria de seguir «disfrutando» de un ambiente navideño, pero con historias con fondo y forma.
Cassandra Darke // Posy Simmonds // Salamandra Graphic // 2020 // 21 euros
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