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Blogs Fahrenheit 451 por Pablo Delgado

Un combate por la felicidad

Los Jardines de Luxemburgo de París son un oasis floral céntrico, popular y de los más bellos de la ciudad en el que se produce una historia de lo más intrigante y conmovedora

Un combate por la felicidad
Pablo Delgado el

Si has viajado a París, o si lo vas a hacer, hay un lugar en el que se mezclan turistas y lugareños de la ciudad de la luz del que no hay que dejar de visitar. Se trata de los Jardines de Luxemburgo. Un oasis floral céntrico, popular y de los más bellos de París. Un lugar que sirve de descanso después de haber paseado por toda la ciudad, o simplemente para reunirse y gozar del buen tiempo. La gente se mezcla entre sus variedades de frutales que datan del siglo XVII. Entre las numerosas estatuas y esculturas que se alojan en ellos, también es posible encontrar las típicas sillas de metal que se encuentran por centenares y que son utilizadas para ese descanso o como lugar de reunión.

Es un parque privado abierto al público que ha sufrido numerosos cambios a lo largo de su historia, y el diseño actual corresponde en su mayor parte a las obras construidas por el arquitecto Jean-François-Thérèse Chalgrin durante el Primer Imperio francés.

El jardín es agradable por su tranquilidad. En el se pueden disfrutar de muchas actividades lúdicas y educativas, como pueden ser las partidas de ajedrez. Este contexto social y costumbrista, sirvió para que Patrick Süskind (1949) escribiera uno de sus relatos cortos más conocidos y suculento, «Un combate» (Seix Barral). En la narración, el autor de la aclamada novela El perfume, un clásico contemporáneo traducido a más de cincuenta lenguas, describe cómo dos hombres están sentados a ambos lados de una mesa frente a un tablero de ajedrez en los jardines de Luxemburgo. Uno de ellos es un hombre viejo conocido por todos como el Matador por conseguir derrotar a todo el que se enfrenta a él. El otro es un atractivo joven, recién llegado, del que nadie conoce nada y que pronto se convierte en el favorito del público que se ha arremolinado alrededor de ellos. Empieza el combate y cada uno se prepara para dar lo mejor de sí. ¿Qué rey caerá primero?

La historia se convierte, por así decirlo, en un eco de deseos y obsesiones. El matador como jugador de ajedrez conservador, ducho en el juego no puede creer lo que ve. Un jugador joven, algo descarado que atrae a las masas de su alrededor, pero no sabe si ese descaro en el juego es por confianza o por desconocimiento.

El estándar general de la ficción, surge del hecho de que la mayoría de los novelistas piensan que es suficiente crear aproximadamente una «atmósfera» adecuada para atraer la atención lector. Esto es importante, pero lo fundamental en un relato son los detalles. Sin detalles, nada puede vivir, y Süskind en «Un combate», lo consigue, va a los detalles, a la esencia de un ser humano que nada más terminar la partida ya no volverá a ser el mismo.

Un punto que representa una forma de abandonar las restricciones del naturalismo convencional sin caer en la trampa familiar de un «experimentalismo» consciente de sí mismo. Se adapta a un realismo que tiene que ver con lo ordinario, con la observación social o psicológica, que conserva la fuerza de una fábula.

Una observación de lo social que acompaña a esta magnífica edición de los dibujos de Jean-Jacques Sempé (1932), el creador de el pequeño Nicolás no es la primera vez que ilustra un texto de Süskind, ya que lo hizo también con «La historia del Señor Sommer».

En «Un combate»,el lector se podrá deleitar de la representación por parte de uno de los trazos más bellos que puede haber en la historia de la ilustración de esos jardines de Luxemburgo, en los que vemos aparecer a sus gentes, felices, reunidos en sociedad, practicando deporte, de paseo… Cada hoja dibujada por Sempé se convierte en una pequeña gran obra de arte encuadernada y solo enmarcada por las limitaciones de los bordes del papel.

Una joya esta edición de «Un combate», ya que confluyen dos relatos: las palabras de Süskind y los maravillosos trazos de Sempé, que se pueden leer y observar tanto de forma conjunta como individual. Tentativo como una disquisición sobre la sensibilidad y como instrumento de análisis social e íntimo, que está muy bien concebido y cuidadosamente sostenido. Süskind crea palabras que proporcionan una ilusión y reflexión satisfactoria, y Sempé representa realidades sutiles y elegantes.

«Un combate» // Patrick Süskind | Jean-Jacques Sempé // Seix Barral // Traducción de Ana Mª de la Fuente // 2019 // 14 euros

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