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Blogs Fahrenheit 451 por Pablo Delgado

“La cantante calva” de Ionesco y Robert Massin

“La cantante calva” de Ionesco y Robert Massin
Pablo Delgado el

Desde los murmullos del descontento, las indignaciones espontáneas y las burlas, acogieron la aparición en mayo de 1950, en el escenario de los Noctámbulos, de La cantante calva, gran pieza representativa del teatro del absurdo y primera escrita por el rumano Eugène Ionesco (1909-1994).

Una antipieza sin explicación lógica y sin sentido que resalta la incongruencia entre el pensamiento y los hechos, así como la incoherencia entre las ideologías y los actos. Pero ¿Por qué la cantante calva si no aparece en escena cantante alguna? Por lo menos cuando leí la obra yo no vi ninguna. ¿Has visto que alguno de los personajes fuera calvo?… ¿Y ese bombero? ¿Qué tiene que hacer ahí? ¿Se burlan de alguien cuando llama a la puerta y no hay nadie? Esa cantante calva era el resorte  de una obra infinitamente misteriosa y esotérica.

Apunta el crítico y escrito francés Jacques Lemarchand en el prólogo de la edición de 2013 de la editorial argentina Losada, que el teatro de Ionesco no es un teatro psicológico, no es un teatro simbolista, no es un teatro social, ni poético, ni surrealista. Es un teatro que todavía no tiene etiqueta, que todavía no figura en ninguna estantería de confección. Es un teatro a medida, un teatro de aventura. Es teatro de capa y espada, ilógico, inverosímil, burlesco, exaltante, que viola constantemente “las reglas del juego”. Es seguramente el teatro más extraño y espontáneo que nos ha revelado nuestra posguerra. Rechaza el ronroneo dramático, y con tanta naturalidad que ni siquiera hay modo de ver una “provocación” en ese rechazo.

Ahora en 2017, además, se cumplen 60 años de su representación ininterrumpida cada noche (excepto los domingos) en el Théâtre de la Huchette de París desde el 16 de febrero de 1957. Representada sobre este pequeño y encantador teatro con capacidad para 90 espectadores, la versión y la puesta en escena a la que asiste el público es la misma que la de hace seis décadas firmada por el actor y director teatral Nicolas Bataille, amigo íntimo de Ionesco. Desde entonces no se ha tocado absolutamente nada. Están los mismos biombos verdosos, el mismo vestuario raído, la misma lámpara de mesilla, los mismos sonidos absurdos que marca el reloj…

Representación actual de ‘La cantante calva’ en el Théâtre de la Huchette. Foto: Benjamin-Meignan

En estos días y hasta el 11 de junio, además, tenemos una gran oportunidad y la gran suerte en Madrid de poder ver representada la obra. En el Teatro Español dirigida por Luis Luque y en la que cuenta con un reparto compuesto por: Joaquín Climent, Helena Lanza, Adriana Ozores, Javier Pereira, Carmen Ruiz y Fernando Tejero. El sexteto de actores dan vida a esta “comedia que es en sí misma una gran tragedia”, como la calificó el propio Eugène Ionesco, y cuyo germen procede del intento del autor por aprender inglés a partir de un manual que, lejos de enseñarle el idioma, le propinó una serie de frases sin sentido llenas de estereotipos y afirmaciones absurdas. Esta incomprensión anecdótica inspiró una fábula que habla del vacío existencial a través de la crítica mordaz encarnada en “una sociedad burguesa aburrida, llena de clichés, hilarante y trágica, como un enorme colador donde el tiempo es inútil o se vuelve loco”, como señala Natalia Menéndez, responsable de la traducción y versión del texto.

Montaje de ‘La cantante calva’, en el Teatro Español. Foto: Javier Naval.

Asimismo, hay otra forma de disfrutar esta gran comedia teatral, mediante un formato en el que ya está al alcance de todos como es el libro escrito, se le añade utilizando el mismo soporte de papel y formato una edición singular, original y espectacular de La cantante calva. Una edición visual realizada por el diseñador gráfico Robert Massin en 1964, en la que se estableció un diálogo innovador para la época y que actualmente se puede aplicar perfectamente a una obra teatral, jugando con las tipografías e integrando los personajes con los textos, teniendo como resultado algo realmente extraordinario y fuera de lugar, como la propia obra de Ionesco. Una representación al más puro estilo de los caligramas de Apollinaire.

 

La pena, a día de hoy, es que ninguna editorial en castellano se ha hecho eco de esta interpretación de la obra -o por lo menos yo no la he encontrado- por lo que desde aquí hago un llamamiento a esas buenas editoriales que apuestan por la calidad y la originalidad en su catálogo editorial, que tienen ante ellos una gran oportunidad de ofrecer un producto diferente al mundo de habla hispana, pudiendo abrir nuevas puertas para la interpretación, representación y acercamiento del teatro en el soporte del libro, sobre todo a los más jóvenes.

El lector se tiene que ir a la edición (en francés) realizada por la editorial Gallimard y que gracias a la librería internacional Pasajes pude conseguir hace unos años. En ella se ve en todo su esplendor cómo pueden ir de la mano una escenografía teatral puesta en una página, que representa las dos dimensiones, convirtiendo la lectura en una experiencia única y personal en la que se transmite la representación de la obra de forma única, directa y personal para el lector. Massin, aseguró que él se alimentaba para realizar sus grandes trabajos gráficos del teatro, la literatura, la televisión, la filosofía, e incluso la arquitectura… Pero este creador de tipografías sublimes ha conseguido que los libros sean algo más que mejores.

En La cantante calva de Massin encontramos la relación de la voz humana con la tipografía y la imagen, ya que todo lo que cae en manos del diseñador se transforma. Como las primeras representaciones de la obra Ionesco no gustaban a nadie porque aquello les parecía absurdo, la edición pasó algo desapercibida no saliendo de sus fronteras. Más absurdo es aquello que no se intenta.

 

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