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Blogs Fahrenheit 451 por Pablo Delgado

El de la cara cortada

Luis Alberto de Cuenca rinde tributo a una de las mejores películas de todos los tiempos «Scarface» de Howard Hawks

El de la cara cortada
Pablo Delgado el

Desde pequeño he tenido debilidad por el cine en blanco y negro. Cuando, gracias a mi padre que grababa en vhs esas películas que aparecían en mayor medida en La2, yo veía a cachitos, hasta que un buen día me enganché y hasta ahora. Un cine denominado clásico, que sin ser un experto se puede apreciar toda la magia y toda la verdad de un arte. Sin necesidad de extravagancias de efectos especiales que adornen y envuelvan, y en algunos casos enmascaren una película mediocre; a base de ver buenas películas, se va uno educando la mirada y valorando lo que se hacía antes.

Y es que en el cine ya está prácticamente todo inventado, por lo que disfrutar de clásicos como Scarface El terror del hampa (1932), es algo esencial, sobre todo para las nuevas generaciones, que en gran medida parece que solo existe el cine de superhéroes. Viendo películas como Scarface podemos apreciar de dónde viene realmente el cine. Es una de esas grandes películas que tiene de todo. Bajo la dirección del gran director Howard Hawks, e interpretada por Paul Muni en el personaje de «Tony» Camonte, un pistolero despiadado y sin escrúpulos, que sigue un violento plan de ascenso a través del mundo de las pandillas de Chicago. También está coprotagonizada por Ann Dvorak, Karen Morley, Osgood Perkins, George Raft, y Boris Karloff.

Con ella se puede disfrutar del cine puro, del cine de gángsters con sus metralletas Thompson y sus coches que van a toda velocidad por una ciudad oscura. Una ciudad en la que siempre está en lucha por ser quién la domina. Una historia en la que hay traición, celos, venganza, la femme fatale, violencia…

Howard Hawks consideró siempre Scarface, (en inglés the Shame of a Nation) su mejor película. De acuerdo con el gran director estadounidense, Luis Alberto de Cuenca (Madrid, 1950) que califica «el clasicismo de Hawks como evidente, pero se trata de un clasicismo a la vez progresista y conservador, ‘que abre posibilidades al caos a la vez que lo contiene formalmente’».

Con «Scarface. El gángster de la cara cortada» (Reino de Cordelia) Luis Alberto de Cuenca rinde homenaje al film por excelencia del cine de gángsters, obra maestra de todo un subgénero. Este ensayo contiene un perfil de Hawks —director favorito del autor— y una defensa de la mitología generada por el cine de gángsters, esos aventureros ávidos de dinero y poder, siempre acompañados por rubias con el pelo cortado a lo garçon y unos trajes de noche que quitan el hipo. El gángster de la cara cortada es un tributo a ese mundo en el que los desheredados pueden convertirse en magnates gracias a una metralleta Thompson.

Hawks «construyó en fotogramas de celuloide la más portentosa galería de hombres y mujeres de acción que pueda imaginarse. Tocó todos los palos, triunfó en todos los géneros y, además, los mezcló de manera habilísima, de modo que podemos encontrarnos con personajes de comedia en un western o en un film de gángters, y vivir una comedia de enredo como la más apasionante de las películas de aventuras. Fue uno de los pocos realizadores norteamericanos en los que el expresionismo no influyó en absoluto». Lo que le importaba realmente es contar bien sus historias.

Con la obra de Luis Alberto de Cuenca suma la editorial a su colección más diminuta, SNACKS DE CORDELIA, una glosa cinematográfica inteligente y descriptiva de una película que ha influenciado a más de un cinéfilo, y de un director que con sus películas han transportado al autor madrileño «al mundo donde viven las narraciones puras, que, para serlo, han debido mancharse de vida, contaminarse de aventura y de riesgo, pringarse de heroismo».

«Sus films permanecen, se quedan a vivir con nosotros, nos compensan, nos reconcilian con este siglo XXI, tan pródigo en películas y en libros que se hacen viejos pronto o que duran lo que duran un suspiro». Además su descripción de el gángster como alma solitaria que «personifica el mal en estado puro, es el sueño americano hecho realidad, dado que representa al paupérrimo inmigrante que, utilizando su pistola y su ambición como únicas plataformas de propulsión, logra acceder a la órbita social deseada (…) Se rige por un código diseñado en su propio interés y que no pone límites a su conducta. Su negocio es el crimen (…) Vive al margen de la sociedad, depredándola, socavándola, quitándole credibilidad, arrebatándole sus muchas máscaras. Si le dejaran, la destruiría». Escribe Luis Alberto.

El gángster «también es la expresión del ideal americano. Alcanza, muchos de los objetivos -poder, dinero, fama, status– que la sociedad considera como símbolos de éxito». «Nacido del caos de la ciudad, es una personificación de la anarquía y será precisamente esa anarquía lo que acabe por destronarlo. El gángster es el hombre urbano por antonomasia, con el lenguaje y sabiduría popular que da el trato frecuente con la calle. Para el gángster solo existe la ciudad (…) Vive y muere en las calles de la ciudad, sin lograr escapar de la sucia y peligrosa ciudad de su imaginación».

«Scarface. El gángster de la cara cortada» // Luis Alberto de Cuenca // Reino de Cordelia // 2019 // 12,95 euros

 

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