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Blogs Fahrenheit 451 por Pablo Delgado

Madrid: la gran novela visual y colectiva

¿Cómo era, y es, la vida cotidiana en la capital? La historia de la ciudad y sus protagonistas están representados en las fotografías de Alfonso, Masats, Biarnés o García-Alix, entre otros.

Madrid: la gran novela visual y colectiva
Pablo Delgado el

Las ciudades han sido y son, lugares de encuentro, de trabajo, de ocio, de poder, de vivir. Parajes desérticos que empiezan a transformarse en paisajes de ladrillo, piedra, hormigón y cristal, entre los cuales sus gentes dan vida a toda esa conglomeración de construcciones. Las personas son las que hacen que una una ciudad esté viva, que esté en pleno funcionamiento y vaya evolucionando o incluso degradando. Las personas son las verdaderas protagonistas de vivir en una ciudad como la de Madrid. La capital de España es lugar de gentes, lugar de concentraciones de todo tipo de personas, que van y vienen, que se quedan, que se marchan un tiempo y vuelven, o que solo la visitan.

El Ché en la Ciudad Universitaria. 1959. Foto de César Lucas

En todo ese movimiento frenético de una ciudad como Madrid, la fotografía es claramente un factor para poder ver cómo ha evolucionado la ciudad, además de poder leer en la literatura las descripciones de muchos autores que han hecho de la capital. El poder captar momentos concretos y transformarlos y pararlos en imágenes, dotan de un simbolismo determinado a la ciudad y de sus gentes, como por ejemplo esa fotografía tomada muy temprano un domingo por la mañana en la Ciudad Universitaria en la que muestra la inconfundible figura del Che Guevara. La imagen fue tomada por un fotógrafo adolescente, y es una de las 160 imágenes que forman Madrid. El retrato de una ciudad (La Fábrica), un libro que narra la rica y turbulenta historia social, política y cultural de la capital española desde 1900 hasta la actualidad incluida la pandemia.

Concebido como una especie álbum de fotos familiar para toda una ciudad, el libro presenta imágenes de algunos de los fotógrafos españoles y extranjeros más famosos del siglo pasado, entre ellos Alfonso, Joana Biarnés, Robert Capa, Henri Cartier-Bresson, Alberto García-Alix, William Klein, Francesc Català-Roca, Cristina García Rodero, Ramón Masats, Gerda Taro y Ouka Leele.

«La ciudad es polifónica, multitudinaria, hecha de fragmentos y discontinuidades, generosa en su aceptación de lo noble y de lo vulgar, de lo perdurable y lo efímero: cada uno de esos rasgos se corresponde con alguna de las capacidades específicas de  la fotografía. (…) La ciudad es una maquinaria formidable de trituración del tiempo presente en el que vive instalada y en el que sumerge a quienes la habitan. Está desapareciendo siempre delante de nuestros ojos, de modo que cada instante se disuelve con rapidez en el olvido», escribe Antonio Muñoz Molina en el texto introductorio de la obra.

«Del bullicio de la gente, la anchura de las aceras, la belleza de las sombras que se alargan sobre ellas con la primera y la última luz del día sabemos gracias a los fotógrafos, que tenían tanto talento para retratar aquel mundo porque formaban parte de él. (…) Madrid es una ciudad siempre de medio pelo en la que es más factible comprarse una cámara de fotos que levantar la producción de una película, y también una ciudad de atractivos tan poco canónicos ni monumentales que una mirada demasiado adiestrada en las formas oficiales de belleza dificilmente se molestará en captarlos», sigue Muñoz Molina.

«Gracias a la fotografía podemos calibrar dos cualidades de Madrid que parecerían incompatibles entre sí: la primera, la escala de la destrucción y el maltrato perenne que ha recibido; la segunda, la continuidad de su carácter, o de su atmósfera, un espíritu más inapreciable aún porque no tiene que ver con el mérito objetivo de lo monumental o de lo bien planeado. (…) La belleza, en una ciudad como Madrid, está en lo que sucede en un abrir y cerrar de ojos, en la inflexión de una mirada o un gesto, en una armonía compositiva que solo ha llegado a existir porque la capta el fotógrafo, pero que de otro modo desparecería sin huella. En Madrid, ciudad del manga por hombro y el descampado y el horizonte de páramo, casi no hay más paisaje que el paisaje humano, que es el territorio privilegiado de la fotografía.»

Toda una rica descripción gráfica en la que podemos disfrutar de esa evolución ciudadana; toda una novela visual que muestra al lector y observador como si fuera ese Lorencito Quesada (personaje creado por Muñoz Molina en su libro Los misterios de Madrid) que llega desde su pueblo de Mágina a Madrid y que se va metiendo por sus calles en busca de la figura religiosa que han robado de su pueblo:

«Recién llegada la noche del sábado, Madrid resplandecía como un ascua luminosa en la oscuridad: brillaban los escaparates del as tiendas y de las modernas cafeterías con terrazas, los anuncios azules y rojos sobre los edificios, las marquesinas de los cines con vestíbulos de espejos y carteles de películas que alcanzaban una altura de varios pisos. Alrededor de la fachada de una sala de fiestas se encendían y se apagaban como bengalas hileras de bombillas (…) Las carrocerías de los coches reflejaban como espejos curvos los destellos de los semáforos y de los anuncios luminosos. Una multitud endomingada y jovial hormigueaba por las aceras espesándose junto a las taquillas de los cines e inundando las terrazas y los grandes salones de las cafeterías. Alucinado por el cansancio, el hambre y la soledad, por el espectáculo inagotable de las caras y las voces de la gente, sobre todo de las mujeres, que llevaban trajes ceñidos, medias oscuras y melenas al viento, Lorencito se dejaba derivar Gran Vía abajo como si un río lo empujara. Su propia identidad, su modesta persona, su vida, le parecían ahora tan irrelevantes como las de un insecto, y por momentos se sentía como si hubiera perdido para siempre el norte de su viaje a Madrid y hasta sus recuerdos de Mágina».

Grandes descripciones visuales y literarias que van de la mano y que hacen de este libro un imprescindible para entender un poquito más a la ciudad de Madrid y a sus gentes, por la riqueza visual de las fotografías tomadas por esas grandes figuras de la fotografía y por las palabras de un jienense ilustre como Muñoz Molina que desembarcó en la ciudad de Madrid hace ya varias décadas.

Madrid. El trato de una ciudad // La Fábrica // 39 euros // 2021

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