Sin lugar a dudas si se nos pregunta ¿quién es el reportero más famoso del cómic?, nos viene a la cabeza Tintín, el personaje intrépido y que siempre va en busca de la actualidad, lo que le hace meterse en un lío -sobre todo políticos- y en otro también. Fue en 1929 cuando el personaje creado por Hergé se hizo famoso en todo el mundo al aparecer por primera vez en la revista «Le Petit Vingtième». Antes de cumplir los veintiún años, Hergé creó el primer álbum en 1930 y que se cumplen 90 años de la primera aparición en álbum del reportero de flequillo rubio con Tintín en el país de los soviets, generando así uno de los personajes más míticos y entrañables de la historia del cómic.
El personaje desparpajado se ve inmerso en diferentes aventuras a través de sus múltiples viajes que le llevan a mezclarse entre perversos comunistas, para luego seguir como«boy scout» en el Congo, para pasar a Norteamérica donde conviven las metrópolis del mundo moderno y el legendario Oeste. Suceden luego viajes a Oriente, América del Sur, Europa y más. Pero Tintín abarca mucho más que los álbumes publicados, no se acaba en las 62 páginas de cada uno de ellos, para ello, existen estudio, análisis y ensayos sobre esta figura mítica y su entorno como el genial y muy recomendable para todos los amantes del cómic tintinesco las palabras del catedrático, especialista en Geografía Física, escritor y montañero Eduardo Martínez de Pisón (Valladolid, 1937) que se encuentran en el genial «Geografías y paisajes de Tintín. Viajes, lugares y dibujos» (Fórcola ediciones).
Un libro de viaje que sumerge al lector en el mundo y el análisis del entorno y los desplazamientos en los que Hergé situó la acción del joven reporte y sus acompañantes Milú, Hadock, Tornasol, Hernández y Fernández).
«Hay fantasías sin edad. Tintín es un arquetipo que, como los demás, tiene un tiempo y lo rebasa». Apunta Martínez de Pisón. «Los dibujos de las cubiertas del conjunto de la obra tintinesca (catorce de los veinticinco álbumes de modo explícito y a toda plana) muestran ya como reclamo la sabana africana, las praderas de Norteamérica, los ríos de Sudamérica, la costa de Escocía, el desierto, el océano, el fondo marino, la Luna, el Himalaya, entre otros parajes naturales y culturales más o menos explícitos. Allí, en el interior de esos álbumes de la serie, parecen esperarnos todas las terrestres, las cálidas, las templadas y las frías, con sus juegos de agua, calor y luz que despliegan la diversidad de las plantas, y también los mares, los glaciares, toda clase de cursos de agua, torrentes, arroyos y ríos, las faunas, los pueblos, los labrantíos, las ciudades y las redes de rutas que unen los lugares por el conjunto de la esfera. Un planeta. Una geografía. Más exactamente, una ‘geografía universal’ O imago mundi».
«Tintín está hecho de sus viajes. Tintín es sus viajes. Y, por tanto, pura geografía. Incluso cuando aparecen países de nombre inventado, responden a regiones ubicables en el mapa o más o menos identificables (…) Los paisajes como expresión gráfica, como escenarios de las historias y como logros artísticos del dibujante concentran, sintetizan y manifiestan esas geografías de modo particularmente directo, preciso y silenciosamente elocuente».
Soy un fan incondicional de los dibujos tintinescos que «son un muestrario selectivo y directo de paisajes, ilustraciones geográficas, en general realistas, que muestran e introducen al lector-observador-viajero en los escenarios sin necesidad de descripciones. (…) Un dibujo tan especial de Tintín, con sus personajes y sus ambientes, es la plasmación artística de toda la obra, una imagen original, una seña neta de identidad y un hallazgo gráfico fundamental en la transmisión del encanto de los relatos». Escribe el profesor.
«El dibujo de Hergé configura un nuevo clasicismo que va más allá de la estética y alcanza valores morales y de relato sin necesidad de adornarse con intelectualismos que no vienen a cuento. Cada aventura en imagen, será imaginativa, coherente, con intriga, credibilidad, acción, diversidad, brevedad, composición gráfica, enlazando figuras y objetos, con personajes logrados y con argumentos trabados (…) fondos, escenarios, y paisajes añaden una notable riqueza estética y documental, con sugestivos ambientes y detalles, y una marcada seña de identidad tintinesca a la lámina y a la gracia del relato gráfico. Todo ello forma un producto único con la trama argumental entretenida, los logrados tipos humanos y el ingenio de las situaciones y los diálogos. Un buen lector se deja impresionar, así, y se detiene, como un viajero, para observar su entorno en la plaza de una ciudad de Oriente o en un remoto valle glaciar. O se encuentra, mejor, en ellos, con los personajes (…) La imago mundi tintiniana de conjunto queda así más bosquejada, pero también con la universalidad atemporal de los países ficticios».
«De las veinticuatro cubiertas clásicas de Tintín, quince son vistas de exteriores, seis de interiores, una es intermedia (El cetro de Ottokar), otra alegórica (El secreto del Unicornio), y una mas corresponde a un boceto de Hergé (Arte-Alfa). Los exteriores dibujan la sábana africana, el bosque norteño americano, un río amazónico, un mar, un fondo marino, una costa, una isla, dos desiertos, dos montañas, un lugar arqueológico, una base de lanzamiento espacial y la superficie de la Luna. Los interiores, el corazón de una pirámide, de un templo Inca y de otro en las Célebes, un salón chino, una casa y una sala del castillo donde se dispone a cantar la Castafiore».
«Dicho de otra manera: aparecen de modo suficientemente explícito paisajes de Europa en cuatro ocasiones (Rusia, Escocía y Balcanes), de América en tres (Estados Unidos, Centro y Sur), de mares en otras tres, de África en dos (Congo y Sáhara), más Ártico, Arabia, China, el Himalaya nepalí y tibetano, Insulindia y la Luna. Si hacemos un recuento somero de los tipos de paisajes que se muestran en los distintos episodios, encontraremos, de los veinticinco álbumes editados, que hay ciudades en 19, campo en 15, mares en 12, bosques en 10, montañas en 9, desiertos en 6, ríos en otros 6, islas en 4, más volcanes, puertos, parques y jardines. Un esquema cartógrafo o de situación de los paisajes (y escenarios) de Tintín traza un eje principal que recorre el mapa».
«Tintín aporta la imagen de un tiempo y un estado del mundo, pasada por el ingenio de Hergé, filtro lleno de aciertos, de naturalidad y de gracia, también plagado de referencias y sugerencias culturales, sociales y políticas que no afectan a su originalidad sino que hacen adquirir a cada episodio mayor entendimiento. La colección de álbumes se convierte así en una mirada al mundo y una representación del mundo».
En definitiva, Hergé creó un marco incomparable en el que fluyen diversos escenarios de múltiples paisajes, como lugares de la acción y, sobre todo, mediante dibujos de un estilo claro e inconfundible que junto con ese maravilloso libro, invita a una relectura de los 24 álbumes de Tintín y ver cómo ha evolucionado el trazo y los paisajes dibujados por Hergé, así como, una lectura en paralelo de la obra de Martínez de Pisón, lo que hará aún más si cabe el disfrute de la misma, en tanto poder disfrutar también con una visión más amplia y analítica, de cada una de las aventuras del reportero del flequillo. «Una bella hidrografia universal» para crear la maravilla de los lectores.
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