Hay momentos en nuestras vidas que están marcados por hechos y circunstancias que definen el transcurso de ella, para bien o para mal. A David B. (Nimes, 1959) -uno de los más importantes historietistas franceses en la actualidad-, partiendo de la originalidad de sus composiciones y de su narrativa gráfica que embelesa por el rigor y los recuerdos que llega a transmitir, consigue construir obras de gran calado y que son como un puñetazo en la mente y en la realidad de cualquier lector.
Es el caso de cómic Epiléptico (Salamandra graphic), su obra más ambiciosa y que su publicación supuso una auténtica revolución en el cómic actual. Editada inicialmente en seis volúmenes con el título de El ascenso del Gran Mal. David B. nos introduce en la vida de su familia desde el momento en que descubren que su hermano mayor sufre epilepsia, una enfermedad de difícil tratamiento en los años sesenta y que los estigmatizará e influenciará para siempre, marcando así el transcurso de sus vidas. Sus padres luchan y harán todo lo posible para buscar desesperadamente la curación de su hijo, comenzando por un largo viaje que los llevará de la medicina tradicional a las más altas esferas de los gurús, médiums y otros charlatanes, de la ciencia o incluso de la magia. Un intento desesperado por encontrar la curación.
La publicación del primer volumen en 1996, no pasó para nada desapercibida en Francia, dada la escala aún sin precedentes de esta empresa autobiográfica. El autor aborda la historia de su infancia en los suburbios de Orleans, la relación con su hermano y la consternación de su enfermedad que tanto llegó también a influenciarle a él, llegando incluso a pensar que el propio David estaba enfermo.
Sin más maquillaje que el trazo de sus lápices y el empleo del blanco y negro de forma contundente, David B. desvela la realidad de las crisis que golpea sin previo aviso a su hermano y a quien lo rodea, el deterioro gradual del clima familiar y la búsqueda incansable de esa cura. En dicho blanco y negro intratable, describe e incluso dibuja la enfermedad mediante una especie de dragón serpiente que siempre está alrededor de su hermano, y de esos fantasmas y sueños que han ido marcando la vida de David. Hitos y colapso de los cuerpos, en un torbellino del que él será el único en salir, gracias sobre todo a sus lecturas y dibujos.
Así, para explorar cómo una infancia tan atípica, en cierta medida disfuncional, le afectó tan profundamente, el autor se pone en la piel del niño que fue y recorre el camino desde esa niñez hasta su eclosión como artista, al final de la cual le espera una cruel paradoja: en la enfermedad de su hermano está la génesis de su creatividad. Pero ¿cómo asumir que la desgracia que destruyó a su hermano es lo que dio razón a su vida?, el florecimiento de su vocación artística o, ¿cómo vivimos y nos curamos en una sociedad determinada?, ¿cómo puede una familia comprender la enfermedad y hacer que otros la comprendan en la Francia de los años 60? Epiléptico no es solo la salida de un pasado doloroso. Es también una empresa totalmente catártica, una lucha metafórica donde la enfermedad toma esa forma alegórica de dragón.
Desde niño, el autor dibuja lo que no puede expresar con palabras, sus dudas, sus ansiedades, su culpa en el rostro del hermano enfermo al que quiere curar o del abuelo al que quiere revivir. Una cabeza que está pletórica de imaginación y que con el paso de los años y después de conquistar su soledad, se escapa gradualmente a una naturaleza gráfica y poética, alimentada por los cuentos fantásticos y los libros de historia que tanto le apasionaban desde pequeño.
Reunidos en esta edición por primera vez los seis volúmenes en uno, es una obra primordial, que va mucho más allá del marco de la historieta única. Una genial paradoja gráfica íntima, en la que lo surrealista se mezcla con una cruda realidad, que a veces transforma en paralela, para así poder escapar de la real, como cuando David salía de pequeño todas las noches por el canalón que hay cerca de la ventana de su habitación, y se dirige al bosque que hay cerca de su casa para hablar con sus fantasmas.
Una de las características de este soporte, el cómic, es que tiene esa gran cualidad de poder contar una historia sin palabras, mediante la simple creación y manipulación de imágenes cuyos usos simbólicos permiten evocar el contenido psíquico de los personajes. Esta especificidad del medio permite a David B. -testigo externo de la epilepsia-, explorar no solo la dimensión dramática y social de la enfermedad, sino también, llegar a representarla en su forma y sufrimiento. Monstruos para hablar de la intimidad familiar y psíquica de esta enfermedad que se desarrolla tanto en el cuerpo del enfermo como en aquellos que le rodean, además de tener que sufrir el prejuicio a ojos de los demás. Caballeros que luchan en guerras, hombres con cabeza de pájaro o tigre. Toda una eclosión de figuras representadas de manera onírica y original, que dan un sentido y una estructura narrativa que se fortalece según va avanzando la narración. Un viaje creativo y difícil, acompañado de lo extraño, de lo real, de la enfermedad y de lo fantástico. Un desgarro gráfico que ensancha el alma como un honesto llamamiento a uno mismo y al gran y enorme vacío que podría dejar la sociedad de la que se está rodeado.
En definitiva, David B. hace de la extrañeza un arte acompañado de una reconocible elegancia, dibujando escenas en movimiento en las que lleva al lector de su lado, compartiendo sus aflicciones cargadas de onirismo. Como equilibrio entre su sensibilidad y su inmensa curiosidad, favorece las transiciones con los sueños ilustrados que marcan la historia. El dibujo, fusionado con el sujeto, es cautivador, extravagante y clásico. De encuentros a descubrimientos, de sufrimientos a recuerdos y viceversa, a través de un diario de confesiones recopiladas.
Epiléptico // David B. // Salamdra graphic // Traducido por Regina López Muñoz // 2019 // 26 euros
Cómic