Los dibujos del gran Tom Gauld (1976) siempre han tenido un aire complice de intelectualidad. En los últimos años, el dibujante escocés ha conseguido crear un estilo más que identificable de sus ilustraciones y de su humor. Un dibujo reconocido de forma internacional por sus tiras cómicas publicadas en The Guardian y en New Scientist. Sus personajes sencillos y despreocupados que emanan ese sentido del humor necesario, son figuras esbeltas y sin rasgos distintivos, como esculturas formadas por el pintor y escultor suizo Giacometti. Representan una especie de hombre o mujer común, que va contra las instituciones y las costumbres sociales en las que Gauld intenta representar como algo «tontas». A veces, estas personas son pequeñas y parecidas a robots, otras veces enormes y pesadas.
Para sus fieles seguidores -entre los que me incluyo- siempre es una gran noticia el poder ver recopiladas en libro parte de ese gran trabajo que realiza en dichas publicaciones. El último es El departamento de teorías alucinantes (Salamandra graphic), en esta ocasión, el objetivo de su mordaz y elocuente sátira amable, es el campo de la ciencia. En las 150 tiras que se recopilan en este libro, Gauld desarrolla su extraordinario conocimiento del ser humano y sus dinámicas «tan a menudo excéntricas, contradictorias y absurdas», y hace gala de un difícil equilibrio entre la sencillez y la sofisticación que permite que sus pequeñas historias hagan reír tanto al experto en ciencia como al profano en la materia. El resultado es una belleza gráfica y, sobre todo, «un libro sobre personas inteligentes para personas inteligentes». Una colección de dibujos que desde 2014 han aparecido en la revista británica New Scientist, la revista internacional que cubre todos los aspectos de la ciencia y la tecnología.
En ellos, nadie está a salvo cuando el humorista y dibujante dirige su divertida mirada hacia la profesión. Tal como hizo anteriormente con escritores, poetas y clásicos literarios, Gauld ahora lo realiza con científicos desventurados, nanobots y teoremas desconcertantes. Los temas relacionados con el humor abarcan toda la gama científica, desde los acrónimos aceptados de la biología marina, hasta libros ilustrados para jóvenes bacteriólogos, la astronomía con el secreto de que los asteroides y los cometas se odian entre sí. Los Tres Osos Científicos que convierten la historia de Ricitos de Oro en una serie de artículos de investigación en un lenguaje denso sobre las temperaturas del desayuno y asientos de madera que soportan cargas; o el futuro del automóvil, los títulos de best-sellers científicos, o ¿cuál es el secreto del éxito científico?; una fiesta en el departamento de química, ¡un asistente virtual y un robot limpiador que se fugan! ¡La especie no descubierta y la partícula teórica se enfrentan a la desesperación existencial! Los comentarios en Facebook que desacreditan la publicación de Darwin de ¡El origen de las especies! ¡Ciencia vs ciencia ficción! ¿Por qué hay caniches saliendo de este agujero de gusano?
Gauld siempre es divertido, locuaz y con un criterio exquisito que extrae mediante la síntesis gráfica todo el jugo humorístico de una manera que te hace sentir incluso más inteligente pasando un magnífico rato. Además, muchas de las tiras muestran inventos potenciales que alegrarían la vida de cualquier científico o al menos le harían la vida más fácil. Sugiere también tarjetas de felicitación para las relaciones no científicas que lleven leyendas como «¡Felicitaciones! Pero, por favor, no intente volver a explicarlo». Otras están dirigidas a la experimentación, a menudo haciendo hábiles trucos cómicos, como hacer que los universos dentro de universos se vean con ojos que miran desde el primer panel y desde el último.
Su ingenio es tal, que por sí solo es más que cautivador. La naturaleza abstracta de sus imágenes presta un mayor enfoque a las bromas en sí mismas, sin dejar que el lector se preocupe por el aspecto de un matemático-vaquero, sino que se ría ante la teoría del nudo de un lazo. Con su estilo rico en detalles, líneas rectas y atrevidas, y una trama elegante, da un aire de misterio antiguo, agregando un ángulo completamente nuevo para lidiar con la tecnología avanzada y la física de partículas. Ya seas un entusiasta de la ciencia o simplemente un fanático de los dibujos, El Departamento de Teorías Alucinantes es una magnífica lectura que seguramente consolidará (aún más) su reputación como una de las principales figuras en la histórica y avanzada tecnología generadora de chistes.
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