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Blogs Fahrenheit 451 por Pablo Delgado

El último retrato de Goya

El último retrato de Goya
Pablo Delgado el

La pintura es el arte que nos recuerda que el tiempo y lo visible nacieron juntos, como un par. El lugar en el que se engendraron es la mente humana, que puede disponer los acontecimientos en una secuencia temporal y las apariencias en un mundo visto”. Escribió John Berger. Escritor, pintor, ensayista y poeta que falleció hace ya más de un año en Antony (París).

Berger es considerado como uno de los pensadores más influyentes de su generación, con una extensa y rica obra literaria, fiel reflejo de testimonios de alguien que contempla un universo del que formaba parte, ya se tratase de la pintura, de la vida en los pequeños pueblos de la Europa rural, de la imagen y la fotografía, de cómo ha evolucionado en todos los sentidos, e incluso de entrar en diálogos enriquecedores y monumentales con la arquitectura.

El escritor británico se formó como artista plástico pero su consagración vino por su gran teoría que convirtió en un libro magnífico Modos de ver (Gustavo Gili) una serie emitida en 1972 por la BBC. Lejos de cualquier análisis, aquel ensayo ilustrado demostró que se podría mantener un gran magnetismo visual e intelectual por un cuadro, incluso después de investigar las condiciones materiales en que fue encargado, pintado y expuesto.

Icónico y sumamente influyente, Berger también se atrevió con el teatro, pero no con una obra cualquiera sino una que hablase de y con la pintura. Con El último retrato de Goya recuperado por Alfaguara, Berger unió sus fuerzas intelectuales con la escritora ucraniana Nella Bielski, para crear un texto original, diferente, de carácter histórico en el que la pintura, y en concreto, dos cuadros (La duquesa de Alba y Los fusilamientos del dos de mayo) son el hilo conductor de una historia, la de Francisco de Goya y Lucientes, que retrata no solo con imágenes mentales la guerra y fusilamientos sufridos por los madrileños en 1808, sino también la biografía a grandes rasgos de el pintor de cámara por excelencia.

“Me he pasado la vida atormentado… Hoy utilizáis mi nombre siempre que queréis referiros a alguien atormentado, siempre que habláis de vivir en un infierno. ¡Goyesco, decís ¡Por mis cojones, goyesco! Pensáis que descanso en paz para siempre y que vosotros simplemente vivís en vuestro siglo. Eso es lo que pensáis. ¡Y un cuerno! Os he atrapado aquí esta noche para poneros a trabajar (…) Vosotros los espectadores, vais a pintar mi retrato. Me vais a pintar con vuestras vidas. Todos, presidentes del gobierno o no, los que van a bailar y los que no. Vais a hacerme un retrato pintado con vuestros cuerpos y vuestras almas. Así podré verme al fin y morir. Así podré olvidar para siempre a Francisco de Goya y Lucientes”.

Por momentos se convierte en una obra perturbadora cuando dan voz esas pinturas. El lector experimenta un juego grandioso de diálogos entre teatro y pintura, un juego en el que los actores es como si saliesen de dichos cuadros goyescos, cobren vida y nos cuenten qué es  lo que está pasando. Una genialidad.

El retrato de España con sus claros y oscuros, con sus brillos y sus deformidades propios del transitar entre los siglos XVIII y XIX desde los privilegiados ojos del creador, cuyos pinceles transmiten emociones y con las palabras descripciones del sentir humano.

“Tengo demasiados encargos, ese es el problema. Estoy buscando un ayudante, pero no lo encuentro. La gente ya no sabe pintar. Son demasiados envarados, no saben lo que es la flexibilidad. Los buenos pintores son tan flexibles como sus pinceles. Como un sable en el bosque. La flexibilidad lo es todo…”

Berger nos hizo saber que el arte podía enriquecer nuestras vidas y con El último retrato de Goya, inspirado en diversos episodios de la vida del artista, es otra forma de contar parte de la historia de España. Goya convertido en el alter ego de Berger y Bielski, consiguen crear unos diálogos pictóricos, en contraste a una comedia de época. Los autores, caracterizan la obra por su variedad teatral difícil de definir salvo por la unidad de la voz que la sostiene. Esta -la voz de Goya- es su verdadero eje y el centro conformador de su escritura que junto a la pintura logran crear zonas próximas al compromiso humano y no renuncian a una investigación formal y lingüística muy interesante, ni tampoco a un culturalismo historicista que utiliza el diálogo dramático para que hablen esas figuras pictóricas. La obra consigue contar el tiempo de un país y de una identidad fundada en la diferencia de un hombre que nos habla desde el presente, como si hubiera conocido nuestros problemas actuales e incluso como si hubiera pintado el futuro.

“El último retrato de Goya” // John Berger / Nella Bielski // 2018 // 17,90 euros

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