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Las águilas Imperiales Francesas que procedían de la mar

Las águilas Imperiales Francesas que procedían de la mar
Javier Noriega el
Estandarte de la marina de guerra Francesa

Guarnecía la plaza de Vigo la milicia provincial de Orense, al mando del oficial marques de Valladares, a cuya fuerza se le sumó otros dos batallones del regimiento de León, contando además con una compañía artillería de plaza.  Las fuerzas Francesas salieron de la ciudad  hacia Vigo para unirse al ejército de Galicia que mandaba el capitán general Filangieri. Apenas unos días más tarde, entraba sorprendente en la rada del puerto el navío de guerra francés Atlas. Su porte impresionaba como arma de guerra en la mar. Navío de 68 cañones con la bandera imperial tricolor a popa. Gemelo de otro veterano de las aguas españolas. El Terrible. Aquel veterano navío en sus continuas idas y venidas, ya conocía bien aquel pequeño puerto, pero con una pequeña paradoja. Tres años atrás había estado ya en aquel puerto de Vigo, formando parte de la escuadra como armada franco-hispana, encuadrado dentro de la flota hispana. A poco de fondear saluda con los cañonazos de rigor creyendo que la plaza esta en manos de Bonaparte. Pensaban que entraban en puerto amigo Al terminar las salvas y dada la naturaleza francesa de la plaza, dejaron acercarse a las pequeñas embarcaciones, suponiéndolas en son de paz. Estaban equivocados. Fueron emboscados por sorpresa. Desde el mismo momento que vieron enfilar las velas de aquel navío en el horizonte tenían claro la posibilidad de apresar a la nave. Y así lo hicieron. Abordado el navío dentro de puerto, los oficiales franceses no tuvieron más remedio que  bajar los brazos y no ofrecer resistencia. Mediante este asalto rápido y fugaz de se apoderan del barco y con el, sus apreciados atributos;  tanto su bandera, como su águila Imperial. Esta última tenía una enorme importancia dentro de  cualquier unidad militar napoleónica. Perder el águila era algo que suponía una enorme vergüenza para el regimiento o la nave, ya que previamente se habían comprometido a defenderlo incluso con su propia vida. Tras la caída de Napoleón, la restauración monárquica del rey Borbón, Louis XVIII de Francia ordenó  la destrucción de todas las águilas imperiales y sólo un número muy pequeño consiguieron escapar a esta destrucción. Una de ellas, afortunadamente para la memoria histórica universal, descansa en las vitrinas del museo naval de Madrid. Se trata de la única águila Imperial marina conservada en un museo público en el mundo. Y se conserva en esa proa marina del Museo Naval de Madrid, entre la plaza de Neptuno y la plaza de la Cibeles.En pleno corazón de España.

Coraza y águila imperial del navío Atlas. Museo Naval de Madrid

Esta es la historia de estas figuras de bronce, de casi 2 kg de peso, sobre la que siempre recaían historias rocambolescas para su protección. Hemos intentado recoger algunas de ellas. Las más interesantes historias que nos guardan los archivos. Muchas de ellas incluso eran arrojadas por la borda al fondo del océano, antes de caer en las manos del enemigo (como ocurrió en la batalla de Trafalgar). Otras tiradas a los pozos o barrancos e incluso escondidas entre las ropas de los prisioneros en retirada.  Símbolos eternos de la hegemonía imperial, que a pesar del paso del tiempo conservaron su aureola de poder.

 

El Decreto de 10 de julio 1804 establecía que las armas del emperador son: “sobre fondo azur, oro viejo en el  águila, invadiendo un rayo en sí.”. Innovaba. Tras una larga discusión en el consejo de Estado, sobre que imagen debía representar al Imperio (que sí una abeja simbólica, el milenario gallo un elefante majestuoso o incluso un león rampante), Bonaparte se declinó claramente a favor del águila.  Esta águila napoleónica, aparecía con patrones muy diferentes de la heráldica tradicional. Inmediatamente después de la coronación, tal y como nos narran las crónicas, Napoleón coloca el símbolo en la parte superior del eje de todas las banderas de sus ejércitos, así lo inmortalizó y dibujó magistralmente Louis David. Ya hemos podido ver en otras ocasiones en este blog de “historia naval y marítima”, como los cuadros y óleos de la antigedad, aparecen¨en ocasiones como “fieles” fotogramas de la realidad de la época. No podía ser menos el meticuloso y detallista pintor oficial de Napoléon. Jacques Louis David, al que encarga varias pinturas claves de su gobierno. De las cuatro peticiones que le hace el Bonaparte sobre su coronación, y sobre ese año de inflexión en su hegemonía, que significaba el año de 1804, el pintor tan solo cumplió con dos. El de su propia coronación y otro de especial significado. “El de la demostración de las águilas”. En el campo de Marte de París, y ante la cúpula militar del Estado Mayor. Ante Napoleón, son consagradas las nuevas águilas en sus estandartes regimentales. Igualmente ocurrirá con las águilas que navegaran en las popas de las naves. El emperador distribuye aquí la nueva bandera con el símbolo imperial a los jefes de su ejército. Su imagen ocupa la parte central del inmenso cuadro que se encuentra actualmente en el palacio de Versalles. Esta entrega de banderas es acompañada de un juramento por parte de los oficiales hacia su emperador. Era el rito de rigor en la denominada demostración de las águilas.

David. Le Serment de l’armee fait a l’Empereur. Palacio de Versalles

El águila marina del Museo Naval de Madrid responde al patrón originario de esa ceremonia de 1804. Nos encontramos con un antes y un después en la elaboración de este símbolo. Y es que resulta que en esto de la guerra, durante el período conocido como de los cien días, se cambiaría la factura de este águila que se resumiría en materiales, bronces y manos de obra. Cuestiones de las prisas y la crisis, se ordenarían la fabricación de nuevas águilas, aunque la calidad ya no sería tan buena como las de las previas a la abdicación. La mano de obra fue de menor calidad y entre los principales cambios que se distingue en los nuevos estandartes son el pico cerrado y  una postura más encogida que las anteriores. El águila que nos toca, obedece a esta entrega originaria, realizada en la pomposa ceremonia en el Campo de Marte en París del 5 de diciembre, tres días después de la proclamación  del imperio. Consistía en una figura de bronce, que pesaba en torno a los 1,85 kg, montados en la parte superior del asta azul de la bandera del regimiento. Estos se fabricaron en seis piezas por separado, cuando se ensamblaban. Sus medidas eran de 310 mm de altura y 255 mm de ancho. Paradójicamente estaría presente en aquella ceremonia Don Federico Gravina, teniente general de la Armada y en aquellos tiempos embajador de España. Su relación con el navío Atlas sería constante en el futuro. Curiosamente, en muchas de las pérdidas de las águilas en batalla, y como veremos más adelante (con la lógica manipulación)  siempre suelen perder el mismo elemento. El rayo existente bajo la garra derecha, solía perderse. Así ocurre con el águila que nos trata.

 

 

Sobre la base del águila estaba inscrito el número del regimiento, o, en el caso de la Guardia, el texto “Garde Imperiale”.  En nuestro caso no existe título alguno.

La primera captura de un águila de guerra imperial, fue probablemente la que tuvo lugar durante la batalla de Austerlitz apenas un año después de su entrega, cuando la caballería de la Guardia rusa bajo las órdenes del gran duque Constantin saltaron sobre los franceses  del 4 º Regimiento de Infantería de Línea. Aunque Napoleón ganó aplastantemente la batalla de Austerlitz, los rusos pudieron retirarse en buen orden y el Águila no se recuperó, a pesar de Napoleón.

El 1 de octubre de 1800 España y Francia firmaron en San Ildefonso otro tratado secreto de cooperación, a consecuencia del cual, y de acuerdo con una orden de marzo de 1801, el Atlante, que se encontraba en Cádiz, fue armado y transferido a la Marina francesa el 22 de septiembre. Sin lugar a dudas otra curiosidad del asunto.

Trafalgar-Auguste_Mayer

 

En Trafalgar, con el desastre naval, se perdieron  varias naves. Con ellas diferentes águilas que transportaban. Era uno de loos muchos precios que debían pagar.
En el “l’Aigle”, la oficialidad francesa parece que tuvieron que lanzaron al mar para que no las tomaran el enemigo. Michel Jacquement , Jefe de Batallón de la 67º d’Infanterie d´Ligne, embarca en el Formidable y después paso a l’Aigle, con el 2º Batallon del 67º de Linea. Un navío inglés de la escuadra de Collinwood le lanza una andanada que le tumba la mesana y corta la driza del pabellón francés. Ante él, se producen uno de los lances de la batalla y se encuentra ante el navío Español Príncipe de Asturias, que parece lo confundió en combate y lanzó su artillería contra él. El oficial resulta herido lo mismo que su ayudante el Mayor Carly.  Este para prevenir al navío español de su error, parece que agitó visiblemente el águila para que se diesen cuenta de su pertenencia al bando francés. Este se retira pero entonces es atacado por el británico Défiance. Jacquement es herido nuevamente y debe rendirse, no queriendo entregar el águila del 67º al enemigo, por lo que se enrolla la bandera bajo la cintura  (n su torso) y le da el águila al sargento mayor Bleuzin para que se la esconda. Capturados son intercambiados un mes mas tarde y entregan la bandera y el águila a su regimiento. Cuestión de subterfugio y de honor.

En 1808, como consecuencia de la Convención de Cintra, los franceses abandonaron Portugal a regresar a Francia a bordo de los barcos ingleses. Uno naufragó, perdiéndose todo él. Con la nave, sucumbiría también el águila de la Línea 86, que hoy en día todavía se apoya en el fondo del Océano Atlántico. Algún día será localizado. Ojalá pueda ser intervenido alguna vez con metodología científica y algún arqueólogo subacuatico pueda encontrarla y llevarla algún museo público. Ojalá. Pero de eso hablamos en futurible, hasta el momento el barco del que nos hablan las fuentes no ha sido localizado por la arqueología…

En una solemne ceremonia llevada a cabo en Londres el 18 de mayo de 1811, al recibir el águila tomada al 87 regimiento de línea, derrotado en la batalla de la Barrosa, se recibieron también otros trofeos tomados anteriormente. Entre ellos los procedentes de las victorias en España, como los tomados al 62 regimiento de línea francés en la batalla de Salamanca. O como la tomada por la Royal Dragoons y los famosos Scot Greys  al 105 regimiento de línea, y 45 francés respectivamente  en la batalla de Waterloo. El Imperio Británico, que se erige como vencedor del ansía de conquista Napoleónica, tan sólo conquistó unas cuantas águilas en batalla. De ahí, el valor de hos humildes hombres de la milicia “honrada” de Vigo, que consiguieron de manera audaz, mediante su rápido y astuto engaño, una de ellas. No les hizo falta un Waterloo o un Austerlitz. Los trofeos de las tropas de Wellintong, aun son posibles de contemplar en el National Army Museum deChelsea. La del 87 regimiento de línea, la primera ganada por el Inglés en la Península, fue presentada en Londres, depositándose en el Hospital Chelsea Royal ( RCH ). Fue todo un acontecimiento.  La hazaña lograda por los hombres del 87º regimiento a pié, tuvo una gran repercusión en la época, a razón de ello se le concedió el honor de llevar el símbolo del águila  en sus colores del regimiento y se le concedió e apelativo de  “real” 87 º (regimiento Príncipe de Gales) de Irlanda; muy en la línea de las arraigadas tradiciones militares británicas. Es lo que tiene conquistar trofeos en la batalla. 

 

National Army Museum Napoleonic Wars display

 

Soldado con el águila.National Army Museum

Al fin y al cabo, parece que las águilas francesas (quizás por su dorada atracción, o por su interés histórico) atraen al “enemigo de lo ajeno”. Resulta que algún ladrón la hizo desaparecer 40 años después. En de abril 1852 , un ladrón entro en la sala de trofeos, haciendo un agujero en el techo de tejas y tomó el trofeo. Por suerte un buen dibujo de su existencia , hecha por el Teniente Pym del 2 º Batallón del 87 º , es lo que permitió  realizar una réplica posteriormente. Como ocurrió con las águilas imperiales ganadas por el general Castaños en la batalla de Bailén. Tres de ellas fueron depositadas en la catedral de Sevilla y con el tiempo….de nuevo robadas.  Después de la batalla de Waterloo muchas águilas fueron de nuevo destruidas. En la actualidad se considera que podrían existir unas 130 águilas originales. Una de ellas. Y la única de procedencia marina, es nuestra águila que reposa en el museo naval de Madrid, objeto de este relato. De nuevo en otra pequeña esquina del Museo Naval de Madrid, en una sala modesta la que nos evoca la memoria de hechos históricos memorables del pasado. A la espalda de la sala de Trafalgar. Y allí en su solitaria vitrina, junto al peto y espaldar de coracero de la caballería Francesa, el sable del batallón de marinos de la Guardia imperial Francesa (recogido por el capitán de navío Francisco de Aguirre, junto a la placa de chacó, de los restos de la batalla de Bailén), reposa un objeto único en nuestra historia. 

 

En bronce dorado al oro molido (alto 31 cm, largo 27, fondo 10 cm), fue fundida por el broncista Pierre Philippe Tomire, de un original de la obra de Antoine Dionisos Chaudet, como nos recuerda la redacción concisa y rigurosa que el contralmirante José Ignacio González Aller en su catálogo del museo. Dichos objetos permanecieron en el barco cuando fue trasladado a Ferrol, y fueron enviados al Museo en 1847 (tener en cuenta que el Museo Naval de Madrid se funda a mediados del sigloXIX) procedentes del almacén general del arsenal de dicha ciudad. Pasaban del olvido al cuidado de un museo. Es muy posible que gracias a esa conservación en el museo de la marina, sea la razón de que este legado histórico se conserve hasta nuestros días.

Del estandarte, que es de seda, sólo se conserva la parte del centro, en la que aparece una corona de laurel rodeando una leyenda en cuatro “líneas que dice: L’Empereur des français au vaisseau L’Atlas”.  Pintado en oro puro en las esquinas, con sendas guirnaldas de laureles unidas por cintas hoy desaparecidas. En el reverso, tal y como nos detalla maravillosamente el catálogo guía del museo naval, y casi totalmente perdido, se encuentran los restos de otra leyenda que debía dibujar el lema de “valeur et discipline”. Valor y disciplina que si bien no le debieron faltar, sucumbieron ante la astucia y la inteligencia de las milicias y hombres de la mar de Vigo, que se apostaban aquella mañana en la rada del puerto. De ese modelo tan solo se confeccionaron 37 ejemplos para la marina imperial francesa. El estandarte y el águila reseñada fueron entregados por el propio emperador a una representación del navío atlas.

 

 

Réplica del estandarte de seda del Emperador en el navío Atlas

El barco de nuestra historia sirvió en la Armada, teniendo siempre la base en Ferrol conservando su nombre francés, Atlas, hasta su desguace, iniciado en 1816 y terminado el 17 de mayo de 1817. Ésta es la curiosa historia de un barco español construido en Cartagena con un nombre, que con el tiempo fue transferido a la Marina de guerra francesa que le cambió el nombre, y al comienzo de la Guerra de la Independencia fue de nuevo apresado por los Españoles. Paradojas de la guerra. Y no sería la última. Suele ocurrir en multitud de ocasiones. Desde el fondo de la historia.

 

 

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