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LA TAIWAN ESPAÑOLA DEL SIGLO XVII

LA TAIWAN ESPAÑOLA DEL SIGLO XVII
José María Lancho el

Pocas identidades colectivas se definen tan íntimamente ligadas al olvido como la española. Y es que el fenómeno del olvido tiene un componente mucho más colectivo en las sociedades hispánicas que el fenómeno de la memoria. La individualidad sabia, o erudita, la exploración lúcida y solitaria de la historia es un tópico de nuestra historiografía. Ese síntoma encierra claves que no deben escapar a ninguna ciencia social que mire seriamente en las entrañas de quienes somos.

Creo que eso legitima a un abogado para hablar de un ambicioso proyecto de reconstrucción de la aventura colectiva española en el Pacífico y de su fundamental relación con China y las demás sociedades asiáticas vinculadas con ese Océano. Tan íntima llegó a ser que hasta las pautas de esplendor y decadencia de ambos imperios sufrieron una evidente sincronicidad de la que no han hablado los expertos.

 

Aborígenes taiwaneses en e s XVII. Una cultura con muchas claves pendientes.

Desde 2011 un proyecto de investigación, primero dirigido por el doctor Juan Vicent y después, los últimos tres años, por la doctora María Cruz Berrocal, viene estudiando la antigua colonia española en Taiwan: la de San Salvador de Quelung en la pequeña isla Hoping Dao, en Keelung, al noreste de Taiwán, establecida en 1624 por el gobierno colonial de Manila en busca de refuerzo militar contra los holandeses, así como un punto alternativo de comercio con los chinos y un puente hacia la evangelización de la región.

A pesar de las relaciones pacíficas con China los españoles tuvieron una base militar en Taiwan precisamente para garantizar su preeminencia frente a las primeras apariciones de otras potencias europeas. El asentamiento de San Salvador fue construido y habitado entre 1624 y 1642 por un contingente militar, civil y religioso compuesto por españoles y filipinos. Este era el más importante de los dos puestos establecidos en Taiwán en el siglo XVII. Su situación a la entrada del puerto de Keelung, un punto tradicional de contacto con China y Japón, era estratégica.

 

Vista de la bahía de Keelung desde el puente que cruza a Hoping Dao

El proyecto comenzado en 2011 representa la primera intervención arqueológica sistemática sobre la colonia. Los japoneses, siendo colonos en Taiwan ellos mismos entre 1895 y 1945, realizaron excavaciones en 1936 de las que se conserva escasísima documentación pero que identificaron los restos españoles. La expansión militar del Imperio Japonés y su prejuicio ideológico frente a una hegemonía europea anterior en siglos a la presencia nipona facilitó sacrificar el elemento arqueológico para construir un astillero, destruyendo así los restos que se conservaban en alzado y probablemente una parte importante de lo que se conservaba bajo el suelo.

 

A la digestión violenta del imperio japonés sobre los restos físicos de ese yacimiento se ha sumado la de otro imperialismo mucho más anacrónico pero igual de destructivo, me refiero a parte de la historiografía, antropología y arqueología anglosajonas que han minimizado la presencia de más de dos siglos de duración de España en el Pacífico, asumiendo que hubo una ruta del Galeón de Manila que se limitó a recorrer el Pacífico norte sin causar contacto ni impacto más allá de Filipinas. Esta tradición académica, que podemos denominar hegemónica, ha sido muy eficiente a la hora de falsear tanto la historia peninsular, como nos consta, como la de las poblaciones locales. Es esa tradición la que ha facilitado que el patrimonio cultural sumergido hispano haya sido tantas veces maltratado y discriminado en países como Estados Unidos o Gran Bretaña.

 

Dibujo de una de las fosas encontradas en 2014

Entre las evidencias rescatadas por las excavaciones efectuadas hasta ahora los restos materiales europeos en el sitio son, curiosamente, casi inexistentes. En contraste con los aborígenes y chinos, los objetos europeos están infrarrepresentados en extremo, sin duda reflejo de una realidad hispana fuertemente arraigada en el mercado y cultura china y aborigen, ante la falta de suministros desde Manila. Los textos muestran que los españoles de San Salvador pedían a las autoridades en Manila “…ollas de barro…” en 1638, tejas, y más ollas en 1640, “que se carece aquí mucho de ellas”, y también “Platos de barro para el hospital, que, aunque está cerca de China este presidio, no vienen aquí como en otros tiempos”, y “Plomo, quesos, sebo y servicios de barro…. Hierro, que de China no se trae para muchas cosas que se ofrecen: herramientas y obras de Su Majestad”.

 

Sin embargo en 2012 el equipo de la doctora Cruz Berrocal localizó en un sondeo una esquina de la cimentación de un gran edificio que por factura y posición estratigráfica parece ser europeo. En 2014 se consiguió descubrir dos esquinas más del mismo edificio  sobre el que se mantiene la hipótesis de que los restos documentados pueden ser parte del convento de la colonia de San Salvador. Este año se han documentado tres fosas con sus respectivas inhumaciones siendo al menos dos excavadas y los esqueletos recuperados, verificándose que la morfología de los cráneos y otros huesos parece indicar una procedencia caucásica.

 

Restos del edificio europeo en 2012, con indicación de distintas características estratigráficas. Ilustración de Elena Serrano Herrero

 

Restos del mismo edificio en 2014, con un pavimento de factura china por encima.

 

Si se confirma la existencia de enterramientos europeos, las evidencias del convento de Todos los Santos se multiplicarán exponencialmente. No solo eso, sino que serían los primeros muertos europeos de la época colonial documentados en Taiwan . Y más interesante aún, estaríamos ante un cementerio formado por enterramientos claramente europeos/cristianos, con la orientación de las tumbas y la falta de ajuar corroborándolo, compartiendo el espacio con enterramientos aborígenes, al menos uno infantil (documentado en 2011). Esta integración de rituales merece la mayor atención y demuestra la singularidad de la cultura hispánica y su capacidad para el mestizaje frente a otras manifestaciones culturales de occidente y sin perjuicio de que la presencia de la base militar supusiera el desplazamiento de la población taiwanesa, que se vió obligada, a abandonar por la fuerza los espacios domésticos que había utilizado durante generaciones.

El proyecto es único en muchos aspectos y ha sumado importantes investigadores: así los estudios previos sobre San Salvador se han basado en la investigación de archivos (en gran medida liderada por el Prof. Borao), incluyendo nuevas generaciones de historiadores taiwaneses, algunos de ellos formados en España, como la Dra. Fang ChenChen, de la National Taiwan University of Education, que están ampliando este aspecto de la investigación en el Archivo de Indias, rico en documentación sobre Taiwan que suele encontrarse disimulada en los legajos relativos a Filipinas.

Si bien esta investigación internacional ha sido posible en su principio gracias al convenio firmado por el CSIC y el National Science Council de Taiwan en 2010 (Programa Formosa) con la dirección arriba mencionada y la participación de un equipo taiwanés formado fundamentalmente por investigadores de la National Taiwan University y la Academia Sinica (Prof. Dr. Tsang Chenghwa), y a pesar del respaldo económico del Ministerio de Economía, Ministerio de Cultura y la ChiangChingKuo Foundation de Taiwan, cuyo esfuerzo ha posibilitado cambiar muchas ideas de nuestro conocimiento de la presencia española en Extremo Oriente, las dificultades económicas han amenazado el proyecto y en la actualidad al menos una decena de excelentes investigadores colabora desinteresadamente con la directora del proyecto de excavación, precisamente en rescatar los vínculos hispanos con Taiwan, un espacio clave, aunque poco conocido por los españoles, en la historia del Extremo Oriente. Me permito citar algunos nombres de investigadores sin cuyo esfuerzo y amabilidad este texto no sería posible: Susana Consuegra Rodríguez, Elena Serrano Herrero, Mar Torra Pérez, Marc Gener Moret, y Sabah Walid Sbeinati. Creo que nadie comprendería que una de las investigaciones que está revolucionando el conocimiento del papel hispánico en Asia y las primeras relaciones europeas con China se convierta en objeto de un segundo olvido.

 

Parte del equipo de trabajo a pie de cata

 

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