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«La idea de inspeccionar el pecio de la Mercedes la desatascaron las Jornadas de ABC»

«La idea de inspeccionar el pecio de la Mercedes la desatascaron las Jornadas de ABC»
Jesús García Calero el

El éxito de la exploración del pecio expoliado de la fragata Mercedes, el pasado agosto, a más de 1.100 metros de profundidad, ha permitido que el Instituo Español de Oceanografía (IEO) emprenda un nuevo tipo de actividad de la mano del Ministerio de Cultura. Fue un ensayo pero tan exitoso que ya se han comprometido a realizar un segundo viaje al pecio y ambas instituciones exploran nuevos y deseables proyectos de investigación arqueológica para el futuro.

En juego está el conocimiento y la valoración de los pecios de época moderna, los barcos que España construyó durante más de tres siglos y que permitieron la exploración del mundo y el establecimiento de un imperio marítimo. La comunidad iberoamericana de naciones es hija de aquel esfuerzo y su estudio, el estudio del registro histórico sumergido, ha demostrado gran capacidad para ofrecer una imagen de innovación y establecer nuevas vías de cooperación científica con los países hermanos.

Eduardo Balguerías, director general del IEO

Los impresionantes medios tecnológicos del IEO mostraron en agosto, por primera vez a las claras, que era posible acabar con la incuria de décadas con la que España despreció su historia naval y su patrimonio cultural subacuático. Tras el éxito de la misión y los nuevos proyectos de la arqueología en Cartagena, Cádiz y Gerona, se demuestra también que España tiene los medios necesarios para desterrar para siempre a los cazatesoros. Una nueva política de ámbito nacional está naciendo. Y cabe recalcar que en buena parte ha sido gracias al empuje de la sociedad civil, incluyendo este blog.

Jornadas en la Casa del Lector
El director general del IEO, Eduardo Balguerías, valora para este diario las oportunidades que se abren tras esa exitosa misión de la Mercedes y confiesa por primera vez a las claras el papel decisivo que ABC tuvo en el hecho de que la colaboración con Cultura fuera posible:

-El primer antecedente fueron las jornadas que tú organizaste en la Casa del Lector, con apoyo de ABC y del blog Espejo de Navegantes en mayo de 2014. Se titulaban «La mejor historia que aún debemos contar». Y allí fuimos invitados, por ti y por el arqueólogo malagueño Javier Noriega, tanto el director comercial de Köngsberg como yo para dar una charla sobre las posibilidades que la nueva tecnología podría ofrecer en la exploración arqueológica submarina. Hablé de los barcos, sondas y penetradores de segmento, sónar de barrido lateral y ROVs que el IEO utiliza. El director de Köngsberg, a su vez, habló de las nuevas tecnologías que se están implantando en el mundo, los «Glider» (planeadores subacuáticos) y AUVs (vehículos autónomos de exploración). Allí, gracias a vuestra invitación, comenzamos una serie de conversaciones informales sobre las posibilidades de hacer uso de esos medios en una operación que, entonces, no teníamos muy clara, porque nadie dijo qué objetivo exactamente sería el elegido.

-Gracias por el reconocimiento. Las jornadas de la Casa del Lector querían mostrar los proyectos de otros países, que en España parecían imposibles, a nivel estatal. ¿Y cómo se concretó la intervención del IEO en el proyecto de la Mercedes?

-Una vez más, se desatascó gracias a quienes organizasteis las jornadas. Recordarás la reunión aquí en el IEO en la que estabais presentes tú, Carlos Ruiz de León, del Innovation Hub, y Javier Noriega, también presidente del Clúster Marítimo Andaluz, en la que nos convencisteis de la necesidad que la disciplina tenía de un impulso a nivel estatal. Por eso, porque nos hicisteis comprender las ventajas de una posible cooperación, mantuve después un encuentro formal con el director general de Bellas Artes del Ministerio de Cultura, Miguel Ángel Recio.

Miguel Ángel Recio ha marcado la diferencia a su llegada a la Dirección General de Bellas Artes poniendo en marcha varios proyectos de arqueología subacuática

-¿Y cómo fue?

-Le expliqué básicamente lo que habíamos hablado en las jornadas de la Casa del Lector. Puse a su disposición los medios del Estado para el proyecto de la Mercedes. A raíz de eso se entablaron conversaciones más concretas y, en manos de nuestro jefe de flota y los técnicos de Cultura, se llegó rápidamente a un acuerdo.

Tanto en la Secretaría de Estado de Innovación como en Cultura, la misión se sintió como un gran éxito. Antes de eso, en Cultura había quien planteaba utilizar medios de la agencia francesa de arqueología, la Drassm, para inspeccionar la Mercedes. Pero con los medios del IEO, la «misión Mercedes», cuya dirección recayó en el arqueólogo Iván Negueruela, logró muy buenos resultados. Ahora ambos departamentos buscan nuevos proyectos en otras aguas. Pedir el uso de tecnología en la arqueología subacuática era pedir la luna hace un año. Hoy es una realidad.

 

Batimetría del Estrecho de los años 20, en la sede del IEO de Madrid. Estaba hecha por extrapolación

-¿Qué ha cambiado el proyecto al ser íntegramente español?

-Es un mundo nuevo para mí. Las capacidades de la agencia francesa serán seguramente muy buenas. Se trata de tener los medios adecuados y utilizarlos bien.

-Aunque el Drassm francés tiene muchos años de experiencia, tal vez su contratación habría impedido generar esa experiencia en España.

-Hombre claro, imagino que esto es el principio de una colaboración a más largo plazo. Los medios son los que son, las necesidades de uso son altas y las prioridades para nosotros antes no pasaban por la arqueología. Pero si hay disponibilidad, lo hacemos encantados.

-Otro de los valores de esta misión ha sido la gran atención de medios y del público que ha generado sobre la arqueología subacuática y también sobre el IEO, porque remueve nuestra historia en un proyecto innovador. ¿Cuál es el mensaje que dejamos?

-España lanza un gran mensaje de cara al exterior, de la existencia de unos medios del Estado que están a disposición de las necesidades del Estado en su sentido más amplio, que incluye todas las administraciones y hasta los sectores productivos, porque nosotros también trabajamos para ellos. Optimizar esos recursos que tiene el Estado es Marca España porque hablamos de tener los medios y hacerlos funcionar bien para obtener mejores resultados, óptimos.

Sísmica de alta resolución del volcán del Hierro

-Después de los resultados que se presentaron en Cartagena, no se va a detener la colaboración, ¿verdad?

-Allí lo que hemos quedado es en que tendremos que hablar a menudo porque el ministro de Cultura y la secretaria de Estado de Innovación así lo anunciaron al terminar la misión de la fragata Mercedes.

-La tecnología es, sin duda, la que permitirá una gran innovación en la arqueología. ¿España, gracias al IEO estará en esa “batalla”?

-La última frontera es el océano profundo y para trabajar en él hay que innovar y hacer mucho desarrollo tecnológico, que está comenzando. Si queremos estar en la batalla de la investigación y en la innovación en este terreno tendremos que estar en el desarrollo de estas metodologías, también arqueológicas. Durante el último siglo, el IEO ha optimizado numerosas metodologías.

Cañón del Cabo de Gata (el cabo a la izquierda) según renderización del IEO

-Diversos países ya han dado muestras de su interés por dominar este campo. La NOAA estadounidense explora el Golfo de México y descubre pecios a 1400 metros. Parks Canadá está utilizando la búsqueda de los barcos de Franklin para sostener sus intereses en el Paso del Noroeste, que el cambio climático deja expedito. China y Corea están activando medios cuantiosos para la disciplina con fines tanto científicos como de prestigio e influencia. ¿España debe ponerse las pilas?

-No solo hay un reconocimiento de esta importancia de la cultura, del patrimonio cultural, en el extranjero. En España también. El Ceimar que reúne en la Universidad de Cádiz un consorcio de universidades andaluzas y portuguesas con costa, tiene uno de los ámbitos más importantes en el patrimonio cultural marino, incluido por supuesto el submarino. Tienen un máster nuevo y unas líneas directrices muy claras desde la universidad. Para abordar esto en el océano profundo hay que acudir a las metodologías que se utilizan en otras disciplinas científicas que estudian el medio marino.

-De todo esto, de los comentarios escuchados después de la misión Mercedes en Cartagena, ¿qué le queda?

-Mucha satisfacción por el trabajo realizado. Yo realmente me sentí íntimamente muy orgulloso de los elogios que todo el mundo dirigía a los técnicos del instituto poque son gente, además de muy profesional, muy competente y muy dedicada. No mira las horas y siente pasión por su trabajo.

El año pasado el IEO hizo la batimetría a más alta resolución del Mar de Alborán

-En los barcos no hay horario…

-Y también destacaría el éxito de esta colaboración con Cultura. Percibí una satisfacción general y un deseo real de mantener la colaboracion a futuro.

-Alguna vez, investigando fauna o volcanes como el de El Hierro, ¿han visto pecios sus equipos? ¿Es algo normal?

-Siempre que se hace batimetría con sísmica de alta resolución se suelen encontrar restos, porque se llega a resoluciones menores de un metro en el terreno, en la zona que investigamos. Con los medios actuales no extrapolamos datos, como se hacía antes a partir de unas muestras, sino que se explora la demarcación completamente, como hicimos en la zona volcánica subacuática de El Hierro. Cuando se procesa esa información recabada, todo lo que pueda suponer un accidente, una anomalía que pueda identificarse como un pecio, se elimina, precisamente para protegerlo, para no dar pistas.

-Pero no se pierde…

– No, los datos brutos están almacenadas en nuestras bases de datos. La primera colaboración que hemos tenido a este respecto fue con el CAS andaluz, con Carmen García Rivera, y firmamos un convenio de colaboración para reanalizar toda la información que disponíamos de nuestras campañas de batimetría para identificar posibles pecios. Con el fin de darles situaciones donde podía haber pecios. Eso ocurrió hace más de 6 años y cubría todo el Golfo de Cádiz y el Mar de Alborán.

-¡La zona donde estuvo Odyssey durante seis años antes de 2007!

-No sé. Pero esa información existe en nuestras bases, no solo en los registros del IEO. El Instituto Hidrográfico de la Marina y otras instituciones tienen datos parecidos.

-Entonces ¿qué falta para que se llegue a tener la misma información que manejaron los cazatesoros?

-Creo que partiendo de toda la información existente y haciendo un reanálisis de todos los datos de sísmica de alta resolución disponibles en organismos de investigación, se podría comenzar a trabajar para realizar un mapa de posibles pecios del litoral español. No sé si se ha avanzado ya mucho en eso. Pero no saldría muy caro.

El dato existe, pero habría que ver si es fiable.

-Bueno, entiendo que serviría para elegir algunas anomalías e ir a comprobar la posible existencia de restos. Yo no soy arqueólogo, pero el procedimiento científico se desarrollaría así.

El liropus 2000, penúltimo Rov del IEO
El Ángeles Alvariño, el barco oceanográfico de última generación del IEO
El capitán del Ángeles Alvariño explica en Cartagena, el pasado mes de agosto, detalles del puente de mando al ministro de Cultura, Íñigo Méndez de Vigo, en presencia de la secretaria de Estado de Innovación, Carmen Vela, y el director general de Bellas Artes Miguel Ángel Recio. Al fondo, Eduardo Balguerías

Eduardo Balguerías nos recibió para conversar sobre la misión Mercedes y al final sus palabras son una reivindicación del método científico aplicado a la exploración subacuática, aplicable a la arqueología. Esta tecnología estaba ahí, hace años, pero ni después del expolio y juicio del Juno y la Galga, ni después del expolio y juicio de la fragata Mercedes se había planteado nadie utilizarla. Parecíamos marcianos cuando lo pedíamos, y se nos criticó por ello. Los resultados de la misión dirigida por Iván Negueruela deben ser publicados y también se piensa ya en volver al pecio en una nueva misión para completar su estudio e identificación. Como todo va tan rápido, algunas carencias ya estarán subsanadas para entonces, como por ejemplo -nos explica Balguerías- la geolocalización, que el ROV del IEO, el Liropus 2000, tenía asociada a la parte de atrás de su estructura y ya se ha encontrado la solución para que pueda localizarse un objeto delante con exactitud matemática. Tal vez se utilicen nuevos equipos en la próxima misión. Y una vez que España da la imagen de capacidad tecnológica, tanto en esta misión Mercedes como en la excavación que el CASC ha realizado en el pecio de Cala Cativa 1, más los trabajos futuros del Máster del Ceimar de Cádiz (o cuando se publiquen y expongan los resultados de los pecios del puerto de Cádiz), nuestra arqueología estaría en condiciones de colaborar dentro de la excelencia, con el estudio del patrimonio de origen hispánico en aguas de otros países, como los iberoamericanos, donde el expolio ha sido terrible y sigue ocurriendo, sin que España haya sido capaz aún de mostrar un perfil público o una posición como la que ese patrimonio merece.

Exploración con el submarino Ictineu 3 del pecio de Cala Cativa I

Espejo de Navegantes quiere mostrar su orgullo por haber sido agente de este cambio, como ya señaló Filipe de Castro, desde su modesta función divulgativa y dando voz a quienes pedían un cambio en la arqueología subacuática española, un campo que tenía mucho por hacer en un país que cuenta con grandísimos y reconocidos arqueólogos, a los que la estructura administrativa española, de espaldas a las necesidades reales de esta disciplina, no ha permitido dar a la sociedad los frutos que podrían haberle ofrecido. Se han hecho cosas impresionantes, pero aún está por estudiar la mayor parte del patrimonio que España ha dejado en los mares de todo el mundo. Ese es ahora el desafío. Y ayudar a que ocurra es nuestro empeño, como parte integrante de la sociedad civil que hizo posible este cambio, a menudo sin el reconocimiento ni de las administraciones ni de los gestores de la disciplina.

Desde los ecologistas andaluces que vigilaban los movimientos de Odyssey, pasando por gente como Pipe Sarmiento que documentaba sus actividades, o los arqueólogos de Nerea como Javier Noriega que denunciaban su presencia, hasta profesionales como el abogado José María Lancho -que halló pruebas que desbarataron la línea jurídica de Odyssey y presentó una querella contra los cazatesoros en los juzgados de La Línea- o académicos como Hugo O’Donnell que ayudaron a encontrar el argumento vencedor contra los cazatesoros en Tampa. Hay más pero sería demasiado largo citarlos a todos. Cabe decir que todos ellos se suman, por supuesto, a los esfuerzos de la Armada, la Guardia Civil, el personal de Archivos y los funcionarios de Cultura, Justicia y Exteriores. Pero los miembros de la sociedad civil lo hicieron por su conciencia, sin que fuera su función ni cobrando un sueldo por ello. Ese es su plus de mérito, con el que la Administración ha sido tacaño. Algo parecido ocurrió con la familia descendiente de Diego de Alvear. Lo extraño es que nadie haya reconocido hasta ahora ese mérito en las Administraciones. Pero sin duda la sociedad civil ha sido el motor -y en este blog hemos sido testigo y hemos dado voz a su empeño para ayudarles- de ese cambio, porque su actividad ha reflejado la creciente preocupación de la sociedad española por el patrimonio subacuático. Y eso si es un logro colectivo al que nuestras administraciones han empezado a servir. Y ese es motivo de satisfacción para todos.

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