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Entender la América hispana para entender a Gálvez

Entender la América hispana para entender a Gálvez
Retrato ecuestre del virrey Bernardo de Galvez por el mexicano Fray Pablo de Jesus, 1796
José María Lancho el

Quizá sólo un verso en catalán, de Margarit, claro, explique con precisión el reencuentro con el siglo perdido: “alguien ha dejado entornada la jaula del olvido”. El siglo XVIII, como reconocía Julian Marías, ha sido pertinazmente desatendido y pasado por alto. Es el siglo de la Armada científica, de un autocuestionamiento de una identidad colectiva en cuatro continentes, sin embargo ha sobrevivido la ridícula polémica de Masson: “Que doit-on à l´Espagne?” (¿Qué se le debe a España?) es decir: la buena disposición psíquica del prejuicio para encontrar un hueco en la memoria de los hombres, empelucados o no. En lugar de releer la España americana que recorrió con ojo científico Humboldt a finales del siglo XVIII, el gran sabio alemán, quien no dudó en desenterrar los huesos científicos de la España científica de Acosta, precursor de Darwin, Felipe Guillén inventor de la brújula de variación, de Oviedo –sí, precursor del moderno Lovelock- de Santa Cruz que acometió el primer mapa general de las variaciones magnéticas, etc, etc describía los centros de conocimiento hispanoamericanos comparándolos sin rival con los de la América del Norte, la hispanoamérica de 19 universidades – en las colonias inglesas había una con el carácter de college- de sus ciudades que superaban en riqueza y salubridad a las europeas –españolas o no-. Uno de esos personajes, que no entenderemos jamás si quitamos mis anteriores palabras fue Bernardo de Gálvez.

Humboldt en Hispanoamérica

Gálvez fue un hombre a la altura de su contexto. Hijo de militar conoció con la rabia de la juventud las consecuencias de la Paz de París de 1763, que acabó con la guerra de los 7 años y obligó a entregar Florida a Inglaterra.  Luisiana pasa a ser española con el científico y marino Ulloa como primer gobernador. La prosperidad de la América de Carlos III es uno más de los elementos que moviliza a los colonos de Nueva Inglaterra a replantearse su continuidad con e Reino Unido. Al poco de iniciada la guerra de independencia americana Gálvez es  nombrado gobernador de Luisiana. Su actividad fue prodigiosa proporcionó financiación importantísima a los colonos unos 266.688 pesos fuertes, una fortuna en aquella época, y uniendo a la población hispanofrancesa de la Luisiana desalojó del Mississipi  a los ingleses para luego tomar Mobila y Panzacola, cuestionando claramente las posibilidades de Inglaterra en la guerra en América y posibilitando la toma de Bahamas.

El Caribe, Mare Nostrum hispánico

Su contribución fue crucial en la independencia de Estados Unidos, como militar y como administrador de parte de los enormes recursos destinados por el Imperio Español en la lucha contra Inglaterra y en favor de los Estados Unidos y que sólo para el escenario militar del Caribe supusieron más de 750 millones de reales de vellón (de ellos unos 200 millones sólo para la Armada en operaciones en el Caribe), una cifra descomunal. Posteriormente sería nombrado virrey de Nueva España, su dinamismo y extraordinaria actividad en México, en una sociedad cuya modernidad nos es difícil de asimilar dado el abandono historiográfico que ha sufrido, le procuró un triste final.

Ciudad de México en el siglo XVIII

Al menos eso cuenta la leyenda diplomática. Gálvez murió de pena al ser cuestionada su lealtad ante el Rey: se le acusó de intentar dirigir la independencia mexicana. La leyenda habla de una España y un México que habrían sido distintos. Excluir a figuras históricas como Gálvez, Ulloa o Jorge Juan de los planes de estudio, nos amputa parte de lo mejor que, inadvertidamente, somos. Nunca es tarde.

Vista de México sigo XVIII

 

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