La fotografía de arriba es completamente esclarecedora. Los palos y parte de la estructura del impresionante buque, acostados, en su lecho de muerte sobre el dique de levante del puerto de Málaga. En esos momentos estaba agonizando como barco. De todas las fotografías que he podido cotejar del hundimiento del barco, allá en el archivo Temboury –con nuestro siempre atento y amable archivero Manuel- o en el otro coqueto archivo de la ciudad, el Díaz Escobar, la que siempre me llamó más la atención es a que disponemos unas líneas más arriba, como hemos dicho. Posiblemente por ser hasta hace poco la menos conocida, quizás porque ese momento desgraciadamente era el punto más álgido de la tragedia.En esta terrible situación se dispuso la evacuación de la tripulación, botando al mar varias lanchas y haciendo todo lo que se podía por salvar la nave y a su tripulación. Las campana de las iglesias de la ciudad tocaban arrebato, en el puerto se hundía un barco, que se estrellaba contra las rocas. Las otras eran zarandeadas por las impetuosas olas y sin ningún control de sus aterrados ocupantes. “Botes que tan pronto se llenan de náufragos como se hunden en el mar, arrastrando la carga de muchos hombres que se confunden con las irritadas olas”. En la batiente, de la mar contra el espigón, aquí es donde se dio el mayor número de muertos, empujados contra las piedras, destrozando sus jóvenes cuerpos…
Momentos antes, el comandante, sobre cubierta, daba órdenes a diestro y siniestro, “pero un golpe de mar le echó fuera, comenzando una lucha desesperada con el terrible elemento durante dos horas, agotando sus fuerzas”. El caso paradigmatico de un capitán que muere con su nave . Desde los primeros momentos de la tragedia numerosas personas se acercaron al puerto llevados por los rumores y el constante tañir de las naves en la ciudad. Varias embarcaciones se hicieron a la mar, logrando rescatar a algunos marineros casi desfallecidos; otras no tenían la misma fortuna y eran a su vez presa de las aguas. Otros grupos arrojaban desde las peñas cuerdas a los hombres que luchaban desesperadamente contra las olas y las rocas. Todo esto lo describían a la perfección los periódicos de la época. En este naufragio tan conocido para los investigadores e historiadores malagueños, posiblemente otro de los momentos que más impresiona, es leer detenidamente la descripción de este angustioso momento. Incluso la prensa de Madrid se hace eco del hecho con tremenda viveza. El titular, furioso temporal, escena horrible, muchas desgracias...
También de la valentía de los malagueños, entre los cuales hubo algunas víctimas, las fuentes históricas nos hablan en torno a una docena que se arrojaban al agua, que sujetaban los cabos por los que se deslizaban los marineros para alcanzar de forma sobrevenida aquel dique infernal..
El hundimiento que dio título a la ciudad de Málaga. Muy hospitalaria
En nombre de mi gusto hijo del rey don Alfonso XIII y como reina regente del reino. Vengo en conceder a la ciudad de Málaga el título de muy hospitalaria a qué tan honrosamente se ha hecho acreedora, rivalizando todas sus clases. Corporaciones y Ayuntamiento en el sábado salvamento de náufragos de la fragata de guerra alemana Gneisenau acreditando una vez más las altas dotes de abnegación, valor y calidad que distinguen a tan noble pueblo. Dado en Palacio a 3 de enero de 1901.
El ministro de la Gobernación, Javier Ugarte
Con estas palabras el ministerio de gobernación lo dejó bien claro. A tan noble pueblo. La reina María Cristina, en nombre de su hijo el rey Alfonso XIII, concedió a la ciudad de Málaga el título de “Muy Hospitalaria”, que desde entonces rotula el escudo de la ciudad. Málaga entera, junto con los supervivientes, acudió al enterramiento y oficios religiosos de las víctimas, “demostrando en los actos el luto que rodeaba a la población y el sentimiento que la embargaba a la vez que la muestra de consideración y amistad a la nación amiga”. Es lo que ocurre con las ciudades que miran de cara al mar. Ese mar que posiblemente cuente sus mejores historias, también las más dolorosas en la siempre dura vida de la mar.
Así pasaría a la historia. ¿Y sus restos?. ¿Su recuerdo?.
Una vez los buzos terminaron el desguazamiento y el rescate de las partes más importantes del barco, la memoria del naufragio quedaría grabado para la eternidad en el escudo de la ciudad, en la memoria de sus habitantes y en la arena de los sedimentos del fondo marino, numerosas publicaciones e incluso un trabajado y reciente documental. Un lugar aquella curva del dique de Levante en el que una tumba de guerra y los restos de un pecio, que con el tiempo y el avance del puerto, (en la primera mitad del siglo XX), desaparecerían lentamente su huella material. Hasta hace no mucho, era posible observar como algunas dotaciones de marinos ascendían al “cementerio inglés de la ciudad” a rendir homenaje a sus compañeros caídos en la mar. Un mausoleo recoge los restos de estos hombres, conservándose aún hoy día las tumbas de los marineros y de algunos oficiales. Una corona de laurel con un lazo con los colores germanos y algunas flores perduran todavía la memoria de aquellas víctimas.
Y eso hasta hoy, en donde la memoria del buque Gneisenau queda ligada para siempre a la siempre hospitalaria y bella ciudad de Málaga a la que tanto admiro. Es por ello que hoy, a pesar del olvido hacia la mar, de una ciudad que campea y naufraga en una España convulsa políticamente y que le ha hecho abandonar aquello que contó los mejores renglones de su historia; las historias que venían del azul, desde su fundación, en época fenicia, hasta ese fértil burgués y naviero siglo XIX, pasando a la actualidad, donde la impronta marinera empuja la vida de la ciudad. Con sus crucero y su turismo, sus espetos y sus ansiadas playas. Todo lo mejor, hasta hace muy poco, posiblemente le ha venido de desde la mar y no podemos olvidar su historia, de ahí que hoy hayamos querido recordar este importante episodio del pasado, haciéndolo vivo. Por aquellos que tan noblemente dieron la vida por aquellos marinos alemanes, y por el afecto y la gratitud del pueblo de Málaga tiene hasta hoy en día con el alemán. Tal y como reza la placa que en el “puente de os alemanes”, junto a la iglesia de Santo Domingo nos recuerda los lazos de fraternidad que tenemos entre dos grandes naciones Europeas. Porque la mar siempre ha unido a los pueblos y a las personas. También da títulos a las ciudades que hacen gala de su valor y amor hacia la mar. A la muy hospitalaria ciudad de Málaga.