“Las diferentes formas de representación disponibles para la ciencia se adecuan en mayor o menor medida a las diferentes disciplinas según su objeto de estudio, fines cognitivos, métodos de investigación y tipos de problemas. Mientras unas disciplinas recurren más a la representación gráfica, algunas lo hacen a esquemas y diagramas, y otras a representaciones geométricas y matemáticas. En general, la representación es un recurso universal en la ciencia y siempre ha sido así.”
Paula Chakravartty
Si decidiéramos bucear en la historia para interpretar una extensa cartografía española, de una época determinada, sin ser dibujada ni firmada por cartógrafos españoles, nos sumergiríamos en lo siguiente…
Se sucedían grandes acontecimientos en el ámbito de la navegación y las exploraciones. Año 1503, en España fue necesario consolidar una institución ampliamente organizada, la Real Casa de Contratación de Indias, fundada por Isabel la Católica con la intención de organizar la política colonizadora y asegurar la actividad mercantil y administrativa entre España y América, con su sede en Sevilla que con el tiempo se crearon sucursales en Cádiz y Sanlúcar de Barrameda. Momentos en que imperaba trazar los nuevos acontecimientos. Un recurso universal, siempre fue el de esquematizar la información, facilitaba la comprensión y la elaboración de estrategias. Se contemplaba la cartografía como una actividad fundamental, entre otras actividades que enfocaban a mejorar las expediciones. España, centraba el interés en delinear los nuevos descubrimientos de acuerdo a los magníficos beneficios que reportaban y entonces eran necesarios, allí se empleaban y abocaban los cartógrafos españoles. Para ello se elaboraba una base de datos representada en un Padrón Real, un mapa secreto con vida propia que se actualizaba continuamente y hablare de el en un siguiente post.…
Sin embargo, dentro de sus propias fronteras, lógicamente también se trazaba su historia. Hechos tan importantes como una época del fin de la reconquista, donde las modificaciones de los Reyes Católicos introdujeron grandes cambios internos. Una historia de reorganización regional y nacional que nominalmente lograba una unidad religiosa, aunque disminuye su población e implica el retiro de gran parte del capital comercial, financiero y la pérdida de muchos especialistas artesanos y la debilidad de la agricultura española.
A finales del SXV, la monarquía ya había acumulado suficiente poder para apoyar con decisión las empresas imperiales que pronto se inclinarían a España.
Los dominios aragoneses en Italia, favorecen a un fluido de capitales internos. El Renacimiento, casi motivado por una presión económica y consecuencia de una explosión monetaria, extendió la cultura italiana por toda Europa. Pues era tan enorme su poderío comercial y naval en el mediterráneo e influyente, que transmitiría y se adoptaría la filosofía del movimiento.
No permanecía fuera de este contexto la creación cartográfica, sino que estaba fuertemente entrelazada, puesto que trazaba todo el conocimiento desde las ciencias aplicadas y elaboraba sus técnicas enmarcándose dentro de escuelas específicas.
Comienza una interacción comercial de grupos capitalistas extranjeros. Genoveses, flamencos, alemanes, de un modo u otro comenzaron a trazar los mapas de los sitios que indefectiblemente necesitaban, porque se relacionaban con sus actividades comerciales en la península.
Centrándonos en cómo fue desarrollándose la cartografía española, podemos decir que de acuerdo a dichos antecedentes, y sumándole que por este entonces ya el epicentro de los mapas se traslada hacia Amberes y Ámsterdam, desde donde se ejercía el poder, se puede afirmar que tenemos extensas razones por las cuales la gran mayoría de mapas de España, y durante un buen tiempo, son desarrollados por cartógrafos extranjeros, mas adelante si serán profesionales españoles quienes comiencen a realizarlos y por diferentes motivos.
Desde el arte de navegar, aquellas cartas de marear trazadas a pluma y pulso sobre una vitela, marcando derroteros, exaltando todo aquello más importante para hacer segura la navegación, su posición, sus líneas de proyecciones, rosas de los vientos, esos pliegos tan manipulados en las embarcaciones e incluso aquel táctil “picoteo” de echar los puntos tantas veces con el compás sobre la superficie y su particular forma de lectura que obligaba a ir girándola sobre su eje, el aroma de sus pigmentos y su magia, esas fueron las cartas mas auténticas en un sentido práctico casi especial, y son las que menos han llegado hasta nuestros días, más que pocos originales y en gran parte copias. En muchas de ellas se graficaba efectivamente la geografía de la península y desde donde muchas veces se puede extraer la toponimia mas antigua, incluso mas que en los documentos escritos.
Las que se elaboraban en el taller, con los nuevos adelantos técnicos e instrumentos, no menos importantes, ya se hacían en un principio con matrices de planchas de madera talladas y luego se reemplazan por planchas de metales para lograr grabados y copias con mejores acabados y que además permitía una fácil corrección, con agregado de nuevos datos y diferentes ornamentaciones. La imprenta y su extenso uso favorece a la difusión de estos mapas. Así fueron grabándose tantos mapas de la silueta de la península con su tipografía en idiomas extranjeros, copiándose, actualizándose y desde luego firmándose con distintos apellidos y detalles. Hoy veremos un ejemplo de ello.
Uno de aquellos personajes, muy particular, realiza una famosa cartografía española, al igual que Joan Martínes y tantos otros, llegó a ser cartógrafo oficial de Felipe II. En realidad, amigo y compañero de viajes de Mercator, comenzó ganándose la vida como iluminador de mapas, compraba impresos en blanco y negro para colorearlos y venderlos en las ferias especializadas, donde entró en contacto con otros artífices, lo que le llevó a la tarea de reunir mapas para agruparlos e imprimirlos. Así en 1570, nace un atlas tan maravilloso e iluminado donde cita sus geógrafos y cartógrafos, que le llevó al éxito con 40 ediciones que recogieron lo mejor de los mapas de aquellos tiempos. Nuestro copista y luego cartógrafo, no podía ser otro que Abraham Ortelius, y ahora veremos de dónde se inspiró para elaborar su bellísimo mapa de España.
Tomando cartas en el asunto, tengo entre manos un ejemplo, uno de tantos, que por si solo expresa esta manera de cartografiar que a lo largo de la historia se ha empleado, la de copiar un mapa de base y a él añadirle todo aquello que sea necesario, valiéndose de la técnica del grabado. Por esto es que a veces no ha sido fácil dar con el cartógrafo inicial de una imagen y atribuírselo como autor original. Además fue uno de los motivos por los que durante un lapso de tiempo, se podían trasladar errores o aciertos.
Por supuesto, es de destacar que le debemos al crecimiento del saber geográfico a excelentes grabadores que en sus obras y desde la ciencia y técnica nos han legado toda su sabiduría y aprendizaje en el área.
Una mirada hacia el pasado, realizada por un investigador italiano, Roberto Almagia, publicada en 1948, busca el primer mapa “moderno” de España, y concluye que pudo ser el representado por Henricus Martelius, en el códice Magliabechiano XIII, que se le atribuye, y dicha imagen se basaría en los nuevos mapas editados de la Geografía ptolemaica en 1482.
Los avances exigirían exactitudes y lógicamente se elaboraron mapas acordes a los nuevos acontecimientos, tal y como hemos visto antes, muchos de estos mapas españoles se imprimían en el extranjero. Algunos desde Italia. Eran mapas de gran tamaño que no se incluían en los textos. Se conocen como mapas exentos y fueron trazados para conocer con precisión el territorio ya que se emprendían actividades comerciales.
Por ello se cree que serían cartógrafos italianos quienes inician los primeros mapas exentos de España y las primeras imágenes modernas de la península.
Para citaros otro, le sigue el realizado por Giacomo Gastaldi, quien fue considerado uno de los mejores cartógrafos del SXVI. “La Spagna” fue una cartografía muy conocida por los eruditos españoles. Impreso sobre plancha de cobre en, 1544. Cita en su cartela como fuente a Diego Hurtado de Mendoza, embajador de Carlos I en Venecia. Una de las imágenes más fidedignas y detalle contenido utilizado por múltiples autores.
El que vamos a desplegar hoy, y a contraponer con la cantidad de veces que se ha copiado, dejando a la vista todo lo dicho anteriormente, fue la base de la silueta española durante un buen tiempo, y del cual también se inspiró Ortelius en su precioso mapa español que hemos visto antes.
Es el de Vicenzo Paletino Corsulensis, de 1551. Dominico que viajó por América como misionero, su mapa “obtuvo el ranking” del mas copiado en la cartografía española.
De ahora en adelante y de manera cronológica os despliego los que he podido encontrar y podéis ver los añadidos y cambios, lo demás está todo dicho allí…
Muchos de estos últimos ejemplos, llegarán hasta nosotros gracias a que fueron incluidos en los llamados atlas Lafreri y que toman su nombre de Antoine du Perac Lafréry nacido en 1512 en la ciudad francesa de Besançon. Al emigrar a Roma en 1540 cambio su nombre por el de Antonio Lafreri. Publicó en 1570 una lista de los mapas que estaban a la venta en su tienda de Roma.
Uno de los más famosos ejemplos de Atlas Lafreri lo constituye el llamado “Atlas Doria”, una familia genovesa, de gran tradición naval. Dicho atlas contiene precisamente el único ejemplar conocido del mapa de Vincentius Corsulensis y se subasto por última vez en Londres en junio de 2005, siendo su valor estimado entre 700.000 y 1 millón de Libras.
Antes de terminar el siglo XVI se publicará el mapa mural de Ortelius que, inspirado en el de Corsulensis, incluirá datos aportados por el botánico Carolus Clusius y se fecha en 1570. El único ejemplar que se conserva, orlado y de gran belleza, se custodia en la biblioteca de la Universidad de Basilea. Este mapa de la península, en su versión reducida, será enormemente divulgado por incorporarse a su famoso Theatrum Orbis Terrarum.
Mientras España delineaba el mundo y se centraba en las grandes exploraciones, descubrimientos y colonizaciones, en esta época, afortunadamente hubo quienes exploraron los límites de sus propias geografías. Se puede afirmar que serán estos cartógrafos italianos y flamencos, los que pondrán la primera piedra en la construcción de la imagen moderna del solar peninsular. Sus trabajos reflejan una notable densidad de información, si bien la misma es de fácil lectura por la claridad y elegancia de su caligrafía.
Aquí hemos visto solo unos ejemplos, ya que existe un riquísimo legado desde las plumas de otras naciones europeas.
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