Es poco recordado el gran renacimiento naval español entre las dos grandes crisis que marcaron hitos como Trafalgar y el 98, durante el reinado de Isabel II, cuando volvió a ser la tercera Marina del mundo. Por ello nos proponemos divulgar, si bien de forma esquemática, los muy diversos teatros de operaciones de la Armada durante esa época y sus logros operativos y despliegues por todo el mundo: de Vietnam a Japón, pasando por Filipinas, de las Chafarinas a Guinea, de Chile, Perú y Méjico a Portugal e Italia, intentando ofrecer un cuadro general en un libro que saldrá a la venta este viernes.
Así, por ejemplo, se recuerda que Saigón, fue tomado al asalto en 1859 por una escuadra franco-española, de la que desembarcaron 400 marineros y soldados de cada país. Y los defensores eran nada menos que diez mil y con 200 cañones. Y aunque nuestros aliados de entonces abrigaran otras intenciones, las de los españoles eran simplemente poner fin a las matanzas de misioneros y cristianos en el por entonces imperio de Annam y Cochinchina.
También se narra la hazaña del Teniente de Navío D. José Malcampo, en 1861, cuando al mando de la cañonera “Panay”, con solo 34 hombres de dotación (la mayoría filipinos) y un cañón en la proa, hundió o apresó tres barcos piratas, con más de 200 enemigos, a los que incautó seis cañones. Y de paso liberó a los cautivos indígenas que habían hecho los piratas para utilizarlos como esclavos o venderlos a otros para el mismo fin.
O como, poco después, D. Casto Méndez Núñez, entonces Capitán de Fragata recién ascendido, en una expedición en Pagalugán, contra los piratas de Mindanao, y cuando las tropas de desembarco habían ya recibido la orden de retirada, decidió tomar al abordaje con su goleta “Constancia” el fuerte enemigo, con muros de siete metros de alto y seis de espesor, y erizados de cañones, consiguiendo un completo triunfo cuando la derrota parecía segura.
También en asuntos nada sangrientos, como la primera visita de un buque español a Japón, la corbeta “Narváez”, cuando hacía más de dos siglos de completo aislamiento entre los dos países, y ni siquiera había personal diplomático español en dicho imperio, en una misión verdaderamente “de reconocimiento” y toma de contacto . Con el parte oficial del comandante del buque, el Teniente de Navío D. Eugenio Sánchez de Zayas, donde el tan ilustrado como sagaz marino, refiere sus primeras impresiones de una cultura que por entonces resultaba completamente exótica y muy distinta de la de China, con la que las relaciones nunca se habían interrumpido. Y bueno es saber que, marcando un radical contraste con otras potencias occidentales, ese primer contacto entre españoles y japoneses fue totalmente pacífico y de respeto mutuo.
Y así, recorriendo todos los escenarios, incluyendo la participación de la Armada en la “Guerra de África”, normalmente poco conocida, y la tan inevitable como gloriosa “Campaña del Pacífico”..
Aunque nuestra narración pretende ser cronológica, en general y por claridad expositiva hemos preferido el criterio geográfico, enmarcándola en tres grandes escenarios: el Pacífico y Asia, Europa y África y finalmente América Y ello tanto por lo desconocido en general de estas operaciones, salvo casos muy concretos, como por la errónea suposición de que fueron irrelevantes o poco menos, juzgándolas más por los resultados y ventajas materiales que consiguiera España en esa época, que por el valor, pericia y tenacidad de los marinos españoles de entonces.
Pero se olvida que no eran precisamente los marinos los que definían y articulaban esa política exterior, sino sus disciplinados ejecutores. Y como comprobará el lector en las páginas de nuestro trabajo, si alguien dejó que desear entonces fueron los gobiernos de Isabel II, y poco o nada se puede reprochar a los que, siempre con medios inferiores a los necesarios, con órdenes a menudo confusas, contradictorias o hasta inexistentes, supieron salir con bien de crisis más que complicadas. Y de ello fueron ilusionados testigos y cronistas personas tan relevantes en nuestra cultura como Bécquer y Galdós, nada menos. Otros países occidentales con logros mucho menores de sus fuerzas navales, entonces y ahora, estarían más que orgullosos de haberlos protagonizado.
También es un recuerdo de aquella época el que nombres como “Méndez Núñez”, “Numancia”, “Pacífico”, “Callao” y tantos otros estén presentes en los callejeros de las ciudades españolas. Por no hablar de que la misma plaza madrileña donde está el Senado, recibió entonces el nombre de “La Marina Española” que hoy conserva.
Índice
Introducción.
Parte I: Filipinas y el Pacífico.
Capítulo I. El vapor Magallanes contra los piratas.
Capítulo II. Dos tan rotundas como diferentes victorias.
Capítulo III. La toma de la “cotta” de Pagalugán.
Capítulo IV. La campaña de la Cochinchina.
Capítulo V. La primera visita de un buque de la Armada a Japón, 1864.
Parte II. Europa y África.
Capítulo VI. La ocupación de las Chafarinas.
Capítulo VII. Expediciones a Portugal e Italia.
Capítulo VIII. Una nueva colonia: Guinea.
Capítulo IX. La Guerra de África (1859-60)
Parte III. América.
Capítulo X. Méjico y Santo Domingo.
Capítulo XI. La campaña del Pacífico (1862-1871)
Conclusión
Fuentes y Bibliografía.
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