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La «guerra» entre el castellano y el catalán

Edurne Uriarte el

La manipulación argumental ejemplificada en el título de este post es bien conocida y sumamente burda . Pero se sigue usando sin el más mínimo complejo, con la más descarada independencia respecto de los hechos. Por ejemplo, en la retórica nacionalista y progresista sobre el uso del español y el catalán en la Administración en Cataluña. La cosa consiste en ejercer la fuerza contra alguien y después llamarlo conflicto o guerra , es decir, una pelea entre dos y no una agresión del uno contra el otro.

Ha pasado y pasa con el terrorismo, eso de llamarlo “conflicto”. Y pasa con todas las agresiones nacionalistas, a las que el progresismo se apunta cada vez más entusiasmado , en esa deriva ideológica en la que vive sumido.

“La guerra de las lenguas” titulaba ayer El País un largo artículo de Milagros Pérez Oliva sobre el uso del catalán y el castellano en la escuela y la Administración en Cataluña y los debates sobre las lenguas en las comunidades bilingües. Resulta que Cataluña tiene un sistema de inmersión lingüística por el que la enseñanza pública se hace exclusivamente en catalán, sí o sí, a pesar de que la lengua materna mayoritaria de los catalanes sea el español y a pesar de que las leyes exijan otra cosa. Pero, según el progresismo, lo que hay es una guerra porque los ciudadanos a los que se impide el uso del español en la escuela y en otros lugares de la Administración Pública exigen el ejercicio de ese derecho.

La autora explica la “guerra” planteada por los “medios nacionalistas españoles con presencia política y mediática en Madrid”, con una cita de autoridad de un tal Albert Branchadell: “Ha sido después, al irrumpir en la escena política partidos que han hecho del nacionalismo español y de la defensa del castellano su campo de batalla. Ahora el PP ha descubierto que la guerra de la lengua le da réditos electorales fuera de Cataluña”.

Les damos a Branchadell o a la autora del artículo la violencia de género como objeto de análisis y probablemente concluyen que “Ha sido después, al irrumpir en la escena política partidos que han hecho del feminismo y de la defensa de la mujer su campo de batalla. Ahora los partidos han descubierto que la guerra de sexos les da réditos electorales en España”… Es decir, una “guerra entre maltratadores y maltratadas”.

 

 

 

 

 

Nacionalismos
Edurne Uriarte el

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