Ha explicado José Blanco que la anulación del mitin de Vistalegre del 3 de abril que iba a ser protagonizado por Zapatero entra dentro de la estrategia para “ganar las elecciones”. Han explicado otros líderes socialistas que tal anulación pretende desactivar la estrategia popular dirigida a convertir las elecciones del 22-M en unas elecciones nacionales centradas en Zapatero.
En otras palabras, que el PSOE ha decidido esconder a Zapatero para evitar en la medida de lo posible el efecto de su figura en el voto el próximo 22 de mayo. Lo que denota la gravedad alcanzada por el proceso de descomposición del liderazgo de Zapatero.
Y no me refiero en este caso a los demoledores datos de las encuestas sobre Zapatero sino a la incertidumbre e improvisación que reinan en el PSOE por el silencio y el aislamiento del presidente. Creo que ni siquiera el propio Blanco sabe lo que piensa hacer Zapatero, si va a seguir o no y cuándo lo anunciará, lo que explica torpezas como la de Vistalegre.
Los socialistas tenían la esperanza de que Zapatero anunciaría su renuncia en el Comité Federal de fines de este mes, o, quizá, en el mitin de Vistalegre. Eran los rumores en los últimos días de los medios más cercanos al Partido Socialista y teóricamente más enterados de sus intenciones. Basta leer las reacciones de esos mismos medios tras el anuncio de la supresión del mitin de Vistalegre para saber que están totalmente desconcertados. No tienen ni idea de lo que ocurre.
Porque no lo saben ni los propios socialistas. Lo único que saben es que Zapatero es letal para su campaña electoral. Y que, mientras no atienda a sus peticiones de renuncia, mejor será esconderlo.
Zapatero
