Zahia Dehar, la prostituta que se está haciendo de oro a cuenta de sus famosos clientes Ribéry y Benzema, es un buen exponente de las enormes contradicciones con las que la sociedad se enfrenta a la prostitución. No parece que esta mujer esté explotada por nadie, no más al menos que muchos sectores de la población en sus respectivos trabajos. La diferencia es que ella se está haciendo rica con la prostitución y, ahora, también con los múltiples reportajes periodÃsticos y saraos varios a los que es invitada por su reciente popularidad. ¿Popularidad? ¿Por qué motivo? Por ser prostituta, precisamente.
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Y digo que Zahia Dehar es un buen sÃmbolo de las contradicciones en torno a la prostitución porque, por un lado, ella es convertida en una estrella de los medios de comunicación, sin que nadie pretenda prohibirla, y, por otro, nuestro Gobierno quiere prohibir los anuncios de prostitución. Dando por supuesto que todas las demás Zahia Dehar de este mundo sà son obligadas a prostituirse.
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¿A quién no le parece repugnante la prostitución? Pero no se puede prohibir su publicidad sin antes prohibir la propia actividad. Y para eso, para prohibir esa actividad, habrá que demostrar previamente que las mujeres, y hombres, que la ejercen, lo hacen obligados por diversas organizaciones. Y eso es lo que este Gobierno ni ninguno ha demostrado.
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 Una cosa es la explotación, que también existe en otras ocupaciones, o las ilegalidades, como las de la red desarticulada en Madrid, y otra el ejercicio de la prostitución bajo coacción. Que es lo que niegan las propias prostitutas, como la asociación más importante de España, Hetaira.
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O se demuestra de verdad esa coacción y se prohÃbe la actividad, o todo lo demás, como la prohibición de los anuncios, es pura hipocresÃa.
Prostitución