Veremos en qué concluye la investigación sobre el choque entre el Ejército israelí y los activistas pro-palestinos. Si hay más verdad en las afirmaciones de los soldados israelíes o de su ministro de Defensa, Ehud Barak, sobre unos ataques que requirieron el uso de las armas. O la hay en las declaraciones de algunos de los activistas sobre un uso desproporcionado e indiscriminado de la fuerza.
Lo que sí es preciso desenmascarar de una vez es el supuesto pacifismo o humanitarismo de ese barco. Que es la gran mentira que envuelve el activismo pro-palestino internacional, ahora y siempre. El apoyo a la estrategia de Hamás no puede ser pacifista en ningún caso. Otra cosa es que discutamos si es defendible, o entendible, o legítima. Si se trata de terrorismo o si se trata de resistencia legítima. Pero en ningún caso es pacifista o apolítico.
La llamada flotilla de la libertad ni es pacifista ni es humanitaria, sino parte de un movimiento izquierdista-islamista internacional que ha tomado parte por uno de los dos bandos de esta guerra entre Israel y Palestina. Con una acción claramente diseñada para acosar a Israel. Lo que no necesariamente justifica la respuesta del Ejército israelí pero al menos identifica a los protagonistas, en este caso, a los extremistas disfrazados de barco humanitario.
Islamismo