La división antiterrorista, de momento, tal como se vio en la concentración del domingo. ¿Alguna más en el futuro? No lo creo, pero habrá que estar atentos.
El Gobierno tiene parte de responsabilidad en el descontento de los movimientos antiterroristas, por la lentitud del presidente en su respuesta a la sentencia de Estrasburgo, en primer término. Y por errores varios del ministro del Interior, Bolinaga, especialmente.
Pero hay otra responsabilidad de las propias organizaciones antiterroristas y de algunos sectores de la derecha que se niegan a aceptar que la deslegitimación total de ETA, su completa derrota política, social y cultural, no está en manos del Gobierno.
Esa deslegitimación de ETA depende, y mucho, de las actitudes de la izquierda, de los nacionalistas, vascos y catalanes, por supuesto. Y de ese amplio sector de la sociedad que ha apoyado la negociación con ETA para acabar con la amenaza a cualquier precio.
La sentencia de Estrasburgo es una consecuencia de todas esas actitudes, el precio que estamos pagando. Y eso no depende del Gobierno. Creerlo es ignorar la dinámica de las actitudes sociales frente al terrorismo, y, además, caminar hacia el aislamiento político, un peligro creciente para el movimiento antiterrorista.
