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Blogs Crónicas de un nómada por Francisco López-Seivane

Cuidado con ensuciar el Ganges: ya tiene los mismos derechos que una persona

Cuidado con ensuciar el Ganges: ya tiene los mismos derechos que una persona
El Ganges a su paso por Rishikesh
Francisco López-Seivane el

¿Sabían ustedes que el río Ganges y su hermano pequeño, el Yamuna, son seres vivos con los mismos derechos que los humanos? Así lo ha decidido un tribunal del norte de la India, cuya decisión significa que contaminar estos dos ríos viene a ser legalmente como dañar a una persona. Los dos jueces del estado de Uttarakhand responsables de este histórico paso afirmaron que ambos ríos son “entidades legales y vivientes que tienen el estatus de una persona con todos sus correspondientes derechos, obligaciones y responsabilidades”. Les confieso que la noticia me resultó tan atractiva como sorprendente. Nadie ha explicado el desarrollo de la ley, pero imponer ‘obligaciones y responsabilidades’ a los ríos me parece un exceso de entusiasmo de los legisladores, ya que ¿qué tipo de responsabilidades cabe pedir a la naturaleza? ¿y cuál sería el castigo en caso de incumplimiento? La protección de los ríos es un imperativo ineludible si aspiramos a tener futuro, pero gestos tan llamativos como éste pierden gran parte de su efecto ejemplarizante cuando van acompañados de despropósitos que los restan seriedad y credibilidad. En cualquier caso, para asegurar la conservación del Ganges, el tribunal nombró a tres responsables legales que deberán, además, luchar por sus derechos. “Los ríos son fundamentales para la vida de la mitad de los indios, su salud y su bienestar, y nos han venido proporcionando sustento físico y espiritual a todos nosotros desde tiempos inmemoriales”, subrayaron los jueces, que confesaron haber tomado como ejemplo el caso del Whanganui, en Nueva Zelanda, otro río que desde el pasado mes de marzo goza también de los mismos derechos jurídicos que los humanos, tal como venían reivindicando los maoríes desde hace muchas generaciones.

El Ganges, aún verdoso, a su paso por Rishikesh, donde se encuentra el primer puente de su curso/ Foto: F. López-Seivane

He recorrido gran parte del Ganges estas semanas pasadas, desde Rishikesh, donde se abre a la llanura tras descender encajonado por los profundos valles y barrancos del Himalaya, hasta el Sunderbans, el mayor estuario del mundo, un laberinto de incontables islas formadas por la acumulación del barro arrastrado por sus aguas intemporales. Por el camino, he visitado ciudades santas, como Haridwar y Benarés, y otras menos santas, pero llenas de interés histórico como Calcuta, por donde fluye el Hugli, uno de los brazos en que se divide el Ganges para formar el enorme delta que ocupa una gran extensión de Bangladesh y Bengala Occidental, antes de entregar sus aguas al mar de Andaman. En posts sucesivos les iré contando en detalle como es la vida en estas ciudades y lo que el Ganges significa en ellas, tanto espiritual como materialmente.

Una colosal imagen de Siva se asoma al Ganges a su paso por Haridwar/ Foto: F. López-Seivane
Ceremonia de inmersión de la diosa Durga en las aguas del Hugli, a su paso por Calcuta/ Foto: F. López-Seivane
Una turista contempla el manglar del estuario del Ganges, donde todo es agua y barro/ Foto: F. López-Seivane

He de resaltar para quiénes lo ignoren que el Ganges ha sido considerado un río sagrado por los hindúes desde el principio de los tiempos. A su paso por Benarés, cientos de miles de peregrinos hacen diariamente sus abluciones en el río y todos llevan a casa un recipiente metálico hermético con agua del río para tomarlo en el trance de la muerte, lo que garantizaría su salvación eterna. Durante la época de la dominación inglesa, los barcos que salían de Calcuta con agua del Ganges podían hacer la singladura hasta Inglaterra sin detenerse, mientras que con cualquier otro tipo de agua necesitaban hacer varias aguadas en las costas de África. Se han hecho pruebas inoculando bacterias del cólera a un recipiente con agua del Ganges. A la media hora, todas las bacterias había desaparecido. Este tipo de noticias ha servido para reforzar la fe de los hindúes en su río sagrado, que ahora quieren proteger legalmente otorgándole derechos de persona. Es un gesto hermoso, de indudable simbolismo, pero conociendo las circunstancias medioambientales de la planicie del Ganges y, sobre todo, de su inmenso estuario, el mayor del mundo, parece poco más que una utopía, ya que la situación del Ganges, sagrado, como digo, para cientos de millones de hindúes, es dramática. Nace limpio y rico en minerales en las cumbres del Himalaya, pero según avanza y se topa con la actividad humana sus aguas van muriendo. Las plantas de tratamiento a lo largo de su curso son insuficientes para la cantidad masiva de aguas residuales que desembocan en él cada día. La industrialización, el desarrollo urbano y las continuas actividades religiosas que se celebran en sus aguas lo convierten en uno de los ríos más contaminados del mundo.

Benares, la ciudad más sagrada de la India, acoge cada día a decenas de miles de peregrinos que vienen a purificarse en sus aguas/ Foto: F. López-Seivane

El Yamuna, que atraviesa Delhi y Agra, no está mejor. La capital, con sus 20 millones de habitantes, genera millones de toneladas de aguas residuales y gran parte ni siquiera son tratadas. “La mayoría de las plantas están obsoletas; necesitan nueva tecnología y más capacidad”, afirma Anamika Barua, directora ejecutiva del consorcio Saciwaters. Las consecuencias se ven río abajo, cuando el caudal llega a Agra, lamiendo el Taj Majal. Allí el agua no sirve ni para riego ni para uso doméstico por el alto grado de contaminación que presenta.

Vista del Taj Mahal, en Agra, cuya fachada posterior se asoma a las aguas del Yamuna/ Foto: F. López-Seivane

Y, sin embargo, la gran planicie del Ganges ha sido cuna, hontanar y cauce de la mayor sabiduría que conocieron los tiempos. Allí nacieron los Vedas y el Vedanta (Ojo, no confundir la tradición védica con la filosofía Vedanta), allí se encarnó Krisna y dio a conocer Buda su Óctuple Sendero; y de Calcuta salió Vivekananda para difundir las enseñanzas del yoga en Occidente. Las grandes ciudades que jalonan su curso están entre las más antiguas de la humanidad y algunas, como Benarés, siguen recibiendo diariamente decenas de miles de peregrinos que acuden a bañarse y purificarse en sus aguas.

Un grupo de españoles ante el grandioso ashram de Vivekananda, a orillas del Hugli, un brazo del Ganges, aguas abajo de Calcuta/ Foto: F. López-Seivane
Ruinas de Sarnat, donde Buda dio a conocer por primera vez su Óctuple Sendero/ Foto: F. López-Seivane

Durante décadas, distintos gobiernos indios han destinado millones a la protección y limpieza del gran río del hinduismo y su principal afluente. El último proyecto prevé sanear el Ganges para 2018, una misión que se nos antoja prácticamente imposible, pero es bueno que se tome conciencia y se vaya involucrando a la sociedad. Salvar el Ganges, río sagrado por excelencia, sería un extraordinario logro ecológico y supondría devolver la esperanza a la humanidad.

Desde un punto de vista más práctico, he de añadir que visitar el Ganges nunca ha sido tan fácil como ahora, ya que Air India acaba de inaugurar una línea directa Madrid – Delhi, con varios vuelos semanales. La compañía de bandera india no ha regateado nada y utiliza aviones dreamliner de última generación, que hacen el viaje realmente cómodo.

El moderno ‘dreamliner’ de Air India que cubre la ruta Madrid – Delhi

Aquí lo dejo por hoy, pero volveré pronto a relatarles mi recorrido por el Ganges, el gran río de la sabiduría.

Para dimes y diretes: seivane@seivane.net

Las imágenes de este reportaje han sido tomadas con un cámara Fujifilm X-T10

 

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