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Blogs Crónicas de un nómada por Francisco López-Seivane

La Medina de Fez, un excitante laberinto medieval

La Medina de Fez, un excitante laberinto medieval
Francisco López-Seivane el

Hace tiempo que no me sentía tan perdido y desubicado en ningún lugar del mundo, pero adentrarse sin guía en la antigua Medina de Fez (Fez el Bali)  es como viajar a la Edad Media. Sus estrechas y retorcidas callejuelas, llenas de tiendecitas, por las que culebrea una riada humana son un auténtico laberinto del que parece imposible salir sin ayuda. No tienen más anchura que un pasillo y están tomadas en gran parte por mostradores llenos de baratijas que sus dueños se afanan en vender. Una variopinta muchedumbre,  mezcla de turistas, recaderos, compradores, comerciantes…, culebrea sin cesar por sus empinadas estrecheces, que se cruzan y entrecruzan a cada paso.

Cualquier lugar es bueno para una tertulia… o para dejar pasar el tiempo en aquella gatera

Por si fuera poco el desorden, los vendedores no cesan de atraer la atención de los viandantes para colocarles sus productos. Al cabo de un rato de enhebrar callejuelas, algunas sin salida, de subir y bajar por aquel laberinto vivo, uno se siente tan perdido y agobiado que ya sólo piensa en salir de allí cuanto antes como sea. Es en ese momento cuando empiezan a aparecer ´guías´ que chapurrean francés y te prometen la salvación, no sin antes pasearte por determinadas tiendas y subirte por empinadas escaleras hasta terrazas desde las que puedes atisbar la inmensa complejidad del laberinto en que te encuentras.

Los productos.a granel de las tiendas forman un formidable mosaico de colores

Querido lector, si alguna vez tienes oportunidad de visitar esta interesantísima ciudad no dejes de contratar a un guía experto y de confianza que te conduzca por su retorcido callejero y te ayude a contemplar sus extraordinarios secretos y monumentos, pero no lo intentes solo, como yo, porque podrías convertir tu paseo en un auténtico infierno. Para hacer un poco de historia, te diré que Fez fue la primera población de la historia de Marruecos. La fundó en el siglo VIII un tal Idriss, y fue su hijo (Idris II) quien la convertiría, en el siglo IX, en algo parecido a una pequeña ciudad, que atrajo a numerosos emigrantes de la Córdoba musulmana y de la Kairouan tunecina, que eran en aquel momento las dos ciudades más importantes del islam occidental. Ambos grupos de emigrantes establecieron sendas poblaciones amuralladas a ambos a lados del río y aportaron los conocimientos de artesanía, comercio y religión, que ayudarían a Fez a brillar con luz propia y alcanzar una importante reputación intelectual en aquella época, hasta el punto de que en el siglo X el Papa Silvestre II estudiara allí en la reputada madraza Kairaouine,  técnicamente la primera universidad del mundo y en la actualidad el foco principal de la religión islámica en Marruecos. 

Desde esta hermosa puerta se pueden ver las torres de las mezquitas

La complejidad de la Medina y sus laberínticas calles hacen necesario echar varios días para descubrir sus muchos y extraordinarios rincones y monumentos. Uno de los lugares mas fotografiados es el rincón de los tintoreros (ver portada), una especie de plaza rodeada de edificios que sólo puede contemplarse en toda su magnificencia desde la terraza de cualquiera de ellos. Hay también muchos templos, exquisitas mezquitas y numerosas madrazas, aunque no en todos ellos puedan entrar los no musulmanes. No me alargaré más porque la Medina de Fez es, sobre todo, una orgía de colores, callejones, tiendas… donde lo mejor, según escribió Paul Bowles “…es dejarte arrastrar por la muchedumbre sin saber adonde vas. Ten la  seguridad de que descubrirás la belleza donde menos lo esperas”.

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Francisco López-Seivane el

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