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Blogs Crónicas de un nómada por Francisco López-Seivane

Mi primer safari en el África salvaje

Mi primer safari en el África salvaje
Francisco López-Seivane el

Fue hace tiempo, pero lo recuerdo perfectamente. La del alba sería cuando ya me esperaba un guarda armado a la puerta de mi habitación para escoltarme a la recepción. En el Lion Sands Lodge nadie puede dar un paso a solas durante la noche, ni siquiera cubrir el breve trayecto que separa las habitaciones del vestíbulo. El Parque Kruger es un territorio salvaje en el que el león y los grandes felinos se mueven a sus anchas, como auténticos dueños y señores de la sabana. La bien merecida fama de que goza este Parque en todo el mundo no es sólo debida a su enorme extensión, sino a la diversidad de su vida salvaje y al hecho de ser un auténtico santuario de la naturaleza, un lugar que pertenece a las fieras y no al hombre. Todo recién llegado no es más que un mero espectador que ha respetar al máximo cuanto le rodea sin interferir en el desarrollo de la vida animal. Las leyes de la selva son implacables y nadie puede molestar a ninguna fiera ni salirse de las estrictas normas que velan por su seguridad sin exponerse a un grave peligro.

Una familia de leonas descansa tranquilamente durante el día reservando energías para la caza nocturna/ F. López-Seivane

En 1927, cuando se inauguró, el Kruger sólo recibió tres vehículos en todo el año, con una recaudación total de seis libras esterlinas. Hoy, en cambio, lo visitan más de un millón de personas todos los años. Como era frecuente en el África de la época, empezó siendo una Reserva de caza para las clases pudientes europeas, sobre todo para los potentados británicos. Algunas propiedades colindantes se convirtieron con el tiempo en Reservas Privadas, una denominación que permite  la construcción y explotación de alojamientos de alto standing, como el Lion Sands, algo inconcebible y estrictamente prohibido en el resto del Parque. Los propietarios del Lion Sands son hoy los descendientes de Guy Chalkley, dueño desde 1933 de miles de hectáreas aledañas al Parque, del que sólo le separa el curso de un pequeño río, que los animales cruzan cuando les apetece. Los afortunados huéspedes que allí se alojan disfrutan de innumerables ventajas: la primera, el confort; en segundo lugar, poder disponer de una enorme extensión de sabana para su disfrute exclusivo. Los safaris de las Reservas Privadas cuentan con exploradores muy experimentados que conocen al dedillo el terreno y los animales que lo pueblan. Así que antes de las cinco de la mañana ya estábamos subidos a un todoterreno descapotable. Un conductor y un explorador encaramado en un asiento especial serían los encargados de guiarnos por la inmensa sabana.

Antes de salir un experto ojeador decide cual es del mejor camino para avistar animales/ F. López-Seivane

De pronto, el explorador levantó un brazo desde su asiento. El todoterreno se detuvo y todos centramos nuestra atención en la línea de arbustos que jalonaba el camino. Enseguida, un enorme león emergió por el costado derecho, caminando majestuosamente, totalmente ajeno a nuestra presencia.  Como impulsados por un resorte, todos empezamos a captar imágenes, rodando lentamente detrás de él. En semejante trance nadie debe abandonar jamás el refugio del vehículo. Los animales están acostumbrados a los todoterreno y saben que no representan ninguna amenaza. Pero en cuanto alguien se desgaja de esa ‘unidad’ pasa a ser una amenaza potencial y las posibilidades de un ataque por parte de la fiera se multiplican, con lo que el osado corre un serio peligro. Lo más curioso es que el león al que seguíamos era también un intruso que se había atrevido a penetrar en el territorio de otro león y su prole, bien marcado por la micciones de éste. El explorador nos dijo que si el dueño del territorio aparecía habría un combate formidable entre ambas fieras. Si el invasor vencía, mataría también a todas las crías y cubriría a todas las hembras de la manada para que le dieran hijos propios. En caso contrario, no saldría vivo del trance. En las batallas territoriales entre leones no suele haber heridos. Uno vive y otro muere.

Un león intruso amenaza al dueño del territorio. Normalmente, el asunto termina en un feroz combate/ F. López-Seivane

Desde la distancia nos llegaron enseguida unos rugidos poderosos que nos dejaron el corazón en un puño. El león que seguíamos se escondió entonces en la espesura. Nuestro todoterreno, siguiendo las indicaciones del guía, dejó el camino y se adentró en la sabana a la búsqueda del macho invadido. No tardamos en encontrarlo. Avanzaba por un sendero sin prisa, mayestáticamente, como un auténtico rey de la selva, mientras el intruso huía, atravesando presuroso el río.

El dueño del territorio patrullando sus dominios, presto enfrentarse a cualquier intruso o amenaza/ F: López-Seivane

Haría falta  un libro entero para relatar todos los acontecimientos y emociones vividos aquella mañana en la sabana y las que siguieron, pero baste decir que pudimos ver a los “cinco grandes”: elefantes, búfalos, rinocerontes, leones y leopardos, en su ambiente y en plena libertad, que disfrutamos de la elegancia de los impalas, de la agilidad de los antílopes, de la bella estampa de las cebras, de las increíbles jirafas… y tantos otros animales que sería imposible citar en tan poco espacio.

Un elefante busca su desayuno en la sabana/ F. López-Seivane
Los rinocerontes no abundan tanto y tienen una apariencia pacífica, pero también hay que guardarse de ellos/ F. López-Seivane
Las jirafas son herbívoras y, por tanto, más pacíficas, pero ofrecen un hermosa vista con sus largos cuellos/ F. López-Seivane

Es evidente que un Safari en África no se lo puede permitir cualquiera, pero es una de las experiencias más extraordinarias que puede vivir un viajero. Para alojarse existen distintas opciones y distintos precios (ninguno barato, no se hagan ilusiones) entre los que se puede elegir una Lodge en una Reserva Privada, pero no todas cuentan con la presencia de “los cinco grandes” y la gran diversidad de vida animal que ofrece el Lion Sands, una de las más acreditadas. Los más atrevidos pueden optar por dormir al aire libre en una plataforma elevada en plena sabana, a varios kilómetros del Lodge, sin otro techo que las estrellas.

Hay también posibilidades de dormir al aire libre en camas situadas en altas plataformas. Son relativamente seguras y tiene muchas comodidades, ofreciendo una experiencia única para los más valientes/ F. López-Seivane

Es muy importante, y esto hay que recalcarlo, observar a rajatabla las normas de seguridad, tanto en los alojamientos como durante los safaris. No conviene perderse ninguna salida, ni las que se organizan al amanecer ni las de la noche. Adentrarse en la sabana siempre encierra la posibilidad de un descubrimiento inesperado, desde una inolvidable escena crepuscular hasta hasta la espeluznante tragedia de una escena de caza, en la que la muerte y la vida pierden su sentido y nos llenan de perplejidad.

Una de las sorpresas más gratas son los increíbles cielos de África al amanecer o a la puesta del sol/ F. López-Seivane

Para concluir, he de añadir que la foto de la portada la hizo el inolvidable Paco Elvira, extraordinario fotógrafo que se  desbarrancaría trágicamente poco después cerca de Monserrat. ¡Hasta siempre, amigo!

Para dimes y diretes: seivane@seivane.net

Escucha aquí mis Crónicas de un nómada en Radio5 (RNE)

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