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Blogs Cosas del cerebro por Pilar Quijada

El alzhéimer que viene

Pilar Quijada el

Las patologías del sistema nervioso ocupan el cuarto lugar entre las causas de muerte más frecuentes en nuestro país y son las que más han aumentado, según el Instituto Nacional de Estadística. Entre ellas destaca el alzhéimer, la enfermedad neurodegenerativa más frecuente, que ha doblado el número de fallecidos en una década, la mayoría, mujeres. A pesar de ello, nuestro país carece de un plan estratégico frente a esta devastadora  patología, en la que la detección temprana y el tratamiento prolongado son claves para mejorar la calidad de vida de quienes la padecen.

 

De acuerdo con el aumento de la esperanza de vida y el envejecimiento progresivo de la población, se prevé que para 2050 un millón y medio de españoles están afectados por la enfermedad de Alzheimer, una patología descubierta hace más de un siglo, cuyo principal factor de riesgo es la edad y para la que desafortunadamente no existe un tratamiento que frene su curso. Los cuatro fármacos utilizados actualmente en su tratamiento, pueden estabilizar entre un año y dos la enfermedad. Aunque es una cifra nada despreciable en la que se mantiene cierta calidad de vida, hacen falta más  esfuerzos para luchar contra esta patología. Según datos de la Sociedad Española de Neurología (SEN), una de cada diez personas mayores de 65 años padecen demencia, una cifra que alcanza el 30% (casi uno de cada tres) cuando se sobrepasan los 85. Y como mínimo un tercio de los afectados estarían sin diagnosticar.

La investigación clínica y terapéutica son cruciales ante una de las enfermedades que más aumentará en incidencia en los próximos años, con proporciones epidémicas, apuntan desde la SEN. Sin embargo, en nuestro país, la investigación clínica en este campo presenta un retraso importante en relación con otros países desarrollados. De ahí que sea tan necesario potenciar las unidades clínicas de demencias, los bancos de cerebros, los estudios clínico patológicos, los proyectos de neuroimagen anatómica y funcional y los centros clínicos que sustenten la investigación. Pero esta no es la única asignatura pendiente.

Sin Plan estratético

En 2011, la Asociación Alzheimer Internacional (ADI) destacaba la necesidad de que cada país pusiera en marcha un plan estratégico anti-alzhéimer, dirigido a optimizar el diagnóstico y el tratamiento, mejorar el acceso y la gestión de los recursos y fomentar la investigación para hacer frente a los 113 millones de personas que estarán afectados por esta patología neurodegenerativa en todo el mundo a mediados de este siglo, casi 5 veces más que las que ya lo padecen (25 millones). Francia, Gran Bretaña y Alemania ya tenían un plan así cuando la ADI hizo su recomendación. Nuestro país aún no lo ha puesto en marcha. Una asignatura pendiente que es más importante si cabe en tiempos de crisis, ya que los gastos sanitarios de las personas con alzhéimer son un 34% superiores a los de sus iguales en edad sanos.

 Un plan estratégico que permitiría fomentar la educación sanitaria de la población para reconocer los primeros síntomas y acudir al neurólogo. Y lo que es más importante, una coordinación eficaz entre la atención primaria y la especializada para ofrecer un temprano diagnostico y tratamiento, si fuera necesario, a las personas que acuden a la consulta quejándose de fallos de memoria. Y que permitiría estandarizar los tratamientos, que ahora dependen en algunos casos de la “fe” o las creencias que el neurólogo tenga sobre la eficacia de la medicación, despreciando los resultados por modestos.

Ventana terapéutica

La atención temprana es crucial es esta  patología, en la que se sospecha que la poca eficacia de los fármacos podría deberse a que se actúa muy tarde, cuando lo síntomas están ya instaurado y el deterioro en el cerebro es poco menos que irreversible.

Un estudio de la clínica Mayo que se publica en “Neurology“, la revista de la Academia Americana de Neurología parece apuntar en esa dirección. Según los investigadores de Rochester, habría una ventana terapéutica de varios años en la que el tratamiento para frenar el acúmulo de placas de proteínas beta amiloide, asociadas al deterioro cognitivo, sería eficaz. “Nuestros resultados sugiere que las placas de proteína beta amiloide asociadas al deterioro de la memoria y las habilidades cognitivas aumentan durante unos 15 años y después se estabilizan“, explica el investigador principal, Clifford Jack, radiólogo de la Clínica Mayo.

Según esta investigación, que siguió durante 16meses a 260 personas de edades comprendidas entre 60 y 92 años para estudiar la formación de placas en su cerebro, la velocidad a la que se acumulan es rápida al principio y luego se hace más lenta hasta estancarse cuando llega a niveles altos.

Al parecer, la velocidad a la que se van acumulando las placas estaba más relacionada con el número de placas amiloides en el cerebro que cualquiera de los otros factores de riesgo: como el nivel de deterioro cognitivo, la edad o el gen APOE, un marcador de riesgo.

De acuerdo con este estudio, los autores destacan que endentecer el proceso de formación sería crucial y que hay un periodo ventana amplio donde la medicación podría ser capaz de frenar la velocidad de acumulación de placas asociadas al deterioro cognitivo.

Prevención

Mientras no se logren desentrañar las causas de esta enfermedad, la prevención es crucial. Según un informe de la Fundación del Cerebro, las actividades preventivas podrían permitirían retrasar la aparición del alzhéimer y reducir unos 12 millones de casos al año para 2050. Pese a que la mortalidad atribuible a la demencia (30% en varones y 50% en mujeres mayores de 85 años) está próxima a las vasculares y oncológicas y que provoca una gran dependencia, en nuestro país no constituye aún una prioridad de salud pública, lo que dificulta la puesta en marcha de programas de prevención en estadios precoces, como indican destacan desde la Fundación del Cerebro.

Potenciar la reserva cognitiva mediante ejercicios de entrenamiento mental, el cuidado de la salud cerebral a través del ejercicio físico, que promueve la formación de neuronas nuevas en el cerebro, una alimentación equilibrada y el adecuado control de los factores de riesgo vascular puede ser los programas de prevención primaria en demencia, que debería contemplar el plan estratégico de esta patología, apuntan desde la SEN. Estimular la actividad mental y fomentar la interacción social también favorece la formación de nuevas neuronas y nuevas conexiones entre ellas. Así se logra aumentar la capacidad de cerebro para defenderse de un proceso patológico como el alzhéimer y se retrasa la enfermedad, como demuestran los cerebros resistentes a esta  patología, a pesar mostrar signos de padecerla en los análisis postmortem.

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Pilar Quijada el

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