El 15% de los soldadores desarrollan problemas de movimiento similares a los observados en la enfermedad de Parkinson, como lentitud de movimientos y rigidez. El culpable, según un estudio publicado en Neurology, parece ser el manganeso, un metal que se encuentra en algunos aceros. La exposición crónica a humos de manganeso puede tener efectos nocivos sobre el sistema nervioso. Por eso, el manganeso es uno de los tóxicos relacionados con los procesos de soldadura más investigados en los últimos años y, como consecuencia, su límite de exposición profesional (VLA en España) se ha ido reduciendo de manera drástica.
De número atómico 25, el manganeso, situado en el grupo 7 de la tabla periódica, es en pequeñas cantidades (mineral traza) esencial para todos los seres vivos. Sin embargo, en cantidades mayores, y sobre todo cuando se inhala, este elemento químico puede causar daños neurológicos irreversibles. El Mn se acumula preferentemente en los ganglios basales, esenciales para el movimiento, y en particular, en las mitocondrias de los astrocitos, un tipo de células del cerebro.
La exposición crónica al manganeso, denominada manganismo, es un desorden neurológico que presenta características clínicas a las de la enfermedad de Parkinson idiopática. Ambas enfermedades pueden tener un origen neurotóxico, como explica el doctor José Antonio Molina, neurólogo del Hospital 12 de Octubre, en una entrevista publicada en el blog “Ventana al cerebro”.
El manganeso puede acceder al cerebro a través de las neuronas sensoriales del epitelio nasal, que proyectan hacia el bulbo olfatorio. Además, estas patologías podrían iniciarse en el intestino.
“Los soldadores están desarrollando síntomas parkinsonianos a pesar de que su exposición al manganeso está por debajo de los límites reglamentarios actuales”, señala el autor del estudio, Brad A. Racette, de la Escuela Universitaria de Medicina de Washington en St. Louis, Missouri,. “Este estudio sugiere que necesitamos supervisión más estricta en el lugar de la exposición al manganeso, un mayor uso de equipos de protección y vigilancia y una evaluación sistemática de los trabajadores para prevenir esta enfermedad discapacitante”.
En el estudio participaron 886 trabajadores de dos astilleros estadounidenses y un taller de fabricación de maquinaria pesada. Los participantes fueron examinados por neurólogos especialistas en trastornos del movimiento. Trescientos noventa y ocho de ellos fueron seguidos durante un máximo de 10 años para evaluar los síntomas de Parkinson.
Un total de 135 de los trabajadores, el 15 por ciento, tenía parkinsonismo, con una puntuación de al menos 15 en una escala de cero a 108 puntos. Los investigadores encontraron que la exposición acumulativa de manganeso se asoció con un aumento anual de las puntuaciones en una prueba de movimiento. Cada miligramo adicional de manganeso por metro cúbico y por año añadió 0,24 puntos en la escala de problemas del movimiento.
“Por ejemplo, para un trabajador que había sido soldador durante 20 años antes del primer examen se estimó una exposición de 2.8 miligramos de manganeso por metro cúbico y año, lo que apunta a un aumento de casi siete puntos en la prueba de movimiento relacionada con la exposición al humo de soldadura“, explica Racette.
Los resultados fueron los mismos después de ajustar otros factores que podrían afectar el riesgo de trastornos del movimiento, como el tabaquismo, el consumo de alcohol y la exposición a plaguicidas. Los síntomas que empeoraron con la exposición acumulativa de manganeso fueron la lentitud en los movimientos de los brazos y las manos, rigidez en brazos y piernas, problemas del habla y la reducción de la expresión facial.
La relación entre la exposición de soldadura y el aumento de los síntomas fue especialmente fuerte en los soldadores de arco que trabajan en un espacio cerrado, donde se generan los más altos niveles de material particulado.
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