Algunas personas relatan la sensación de ver su propio cuerpo desde fuera, mientras flotan a un par de metros sobre el suelo. Una experiencia que se hace más frecuente en intervenciones quirúrgicas, donde el paciente ve al equipo médico desde arriba, e incluso se ve a sí mismo en la mesa de operaciones. Aunque desconcertantes, estas experiencias pueden reproducirse en el laboratorio estimulando determinadas zonas del cerebro.
La experiencias extracorporales, en las que se tiene la sensación de que el yo abandona el propio cuerpo, son más frecuentes en personas que padecen migraña o epilepsia, pero también puede producirse en ausencia de estos trastornos en situación de miedo extremo. Tal vez por eso tienen lugar con más frecuencia ante intervenciones quirúrgicas o situaciones en las que la vida corre peligro
Así lo relata una persona que lo experimentó después de sufrir un accidente de tráfico: “Veía mi cuerpo tendido en la cama de cuidados intensivos, completamente inmovilizado y a su alrededor los médicos preocupados por mi vida, mientras que yo flotaba arriba, cerca del techo. Deseaba tranquilizarlos, les decía que no me estaba muriendo y que me iba a recuperar, pero ellos no me podían oír. Luego comencé a sentir que me hundía en un lago cristalino y lleno de luz. Era una sensación enormemente placentera”.
El interruptor que las pone en marcha se encuentra en el lóbulo temporal del cerebro, situado en posición lateral, en el lado derecho, más o menos a la altura del borde superior de la oreja. El neurólogo Olaf Blanke, del laboratorio de neurociencia cognitiva de la Escuela Politécnica Federal de Lausana (Suiza), pudo reproducir de forma casual esa sensación en una paciente de 43 años que sufría graves ataques de epilepsia que no se podían controlar con fármacos.
Para localizar en el cerebro el lugar de origen de las convulsiones se colocan electrodos con los que se estimulan distintas áreas del cerebro mientras los pacientes están conscientes. Al estimular una zona concreta situada entre el lóbulo parietal y el temporal (giro angular derecho), la paciente dijo tener la sensación de estar hundiéndose. Al aumentar la intensidad de la corriente en el electrodo, experimento otra extraña sensación: “me veo desde arriba, tendida en la cama”. Además tenía la sensación de estar flotando a dos metros sobre el suelo.
Es más, estas sensaciones pueden provocarse en personas sanas mediante realidad virtual. Y antes de que esta existiera, con un simple espejo, como hizo el psicólogo George Malcolm Stratton (1865-1957) en la primera mitad del siglo pasado. Se colocó un espejo sobre la cabeza de forma que le permitía ver todo su cuerpo unos metros por delante. Anduvo de esta guisa durante tres días por Bekeley, su lugar de residencia, mientras se iba apoderando de él una creciente sensación de encontrarse fuera de su cuerpo y localizado en la imagen del espejo.
Blanke reconstruyó este curioso experimento de forma más sofisticada y rápida con unas gafas 3D que colocaba a voluntarios sanos. En ellas proyectaba una imagen de esa persona como si se viese por detrás a una distancia de dos metros. Cuando tocaba la espalda del sujeto con un bastón, los participantes en el experimento, que veían como ocurría lo mismo en la espalda de su “alter ego” proyectada en las gafas, notaban también el roce en la imagen proyectada.
La circunvolución angular, implicada en estas percepciones extracorpóreas, procesa varias señales corporales: el sentido del tacto, el equilibrio, la vista y percepción de la posición del cuerpo y los movimientos de los músculos, tendones y articulaciones (propiocepción) así como otras informaciones espaciales y corporales. Mediante la integración de las señales sensoriales, el cerebro logra componer una representación global y estable del cuerpo.
En condiciones normales, durante la vigilia diurna, estas percepciones están integradas y percibimos nuestro “yo” dentro del cuerpo. Pero en circunstancias determinadas, como trastornos neurológicos o miedo intenso esta percepción puede alterarse y nuestro “yo” parece salir del cuerpo y flotar. Aunque extrañas, estas experiencias están producidas por nuestro propio cerebro y por tanto, podemos decir que no tienen nada de sobrenatural.
¿Pero cómo podemos tener una visión precisa de lo que nos rodea desde un ángulo diferente al habitual? Al parecer, nuestro cerebro hace de forma automática un “mapa” del lugar en el que nos encontramos y lo “proyecta” en el momento de la experiencia extracorporal.
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